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¿Paridad en la integración del INE?

El viernes pasado quedó conformado el Instituto Nacional Electoral con la toma de protesta de los once consejeros electorales que lo integran. La toma de protesta, como debe ser, fue en el salón de sesiones del Consejo General, en las instalaciones del propio Instituto

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Escrito en OPINIÓN el

La autonomía constitucional de ese órgano hacía necesaria que la toma de protesta fuese ahí, como siempre ha sido en el caso del Instituto Federal Electoral, ejemplo que no se repite en el caso de la mayoría de los Consejos Generales de los institutos electorales de las entidades federativas, que lo hacían frente al Poder Legislativo correspondiente. 

Dos cosas llaman la atención en el arranque del Instituto Nacional Electoral. Abordaré esta semana la primera de ellas: la conformación de ese órgano en cuestión de género. De los once consejeros electorales designados por la Cámara de Diputados el jueves 3 de abril, sólo tres son mujeres. La conformación de las quintetas por parte del Comité de Evaluación previsto en la Constitución garantizaba que, cuando menos, tres de los once asientos fueran ocupados por mujeres. Parecía poco sólo esas quintetas reservadas a mujeres como un subsistema en el que las mujeres competíamos entre nosotras para ocupar ese espacio. Visto en retrospectiva, gracias a la determinación tomada por el Comité de Evaluación, tres mujeres forman parte del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, de lo contrario, se corría el riesgo de que menos de tres o, incluso, ninguna mujer llegara a formar parte de esta institución.

Dada la conformación de las quintetas, además de las tres reservadas e integradas exclusivamente por mujeres sólo había otras dos opciones para conseguir más espacios en ese instituto: que una mujer fuera designada como presidente de ese organismo, o bien, que una mujer, que se encontraba en una quinteta no reservada para mujeres, fuera elegida como consejera. Esta era la única forma de conseguir cinco espacios de género distinto en el órgano nacional electoral.

El caso de la consejera electoral del Instituto Federal Electoral, María Marván Laborde, es lamentable y no hace sino recordarnos que la paridad de género no es más que un discurso hueco en boca de nuestros políticos, que cuando hay que negociar y llegar a acuerdos, poco importa el género y la paridad. La única de los cuatro consejeros electorales del Instituto Federal Electoral que participaron en este proceso de integración al Instituto Nacional Electoral, es la que queda fuera. La integración de los tres consejeros para llenar tres vacantes, entre los que se encuentra el caso de la consejera Marván, al Instituto Federal Electoral, fue en diciembre del año 2011. Era la única de los tres que renunciaba a un cargo público para integrarse al Instituto Federal Electoral, María Marván era Comisionada del IFAI cuando la designan como consejera del Instituto Federal Electoral, en el que no llegó a cubrir ni la mitad del plazo para el que se le había designado. Ninguna razón se ha dado para excluir a la única consejera, la única mujer, de la integración actual del Instituto Nacional Electoral. Desde este espacio me solidarizo con la consejera Marván Laborde y hago un reconocimiento público a su trayectoria, valentía, profesionalismo y catadura moral.

Se dirá que el espacio de la consejera Marván Laborde fue ocupado por una mujer. Es cierto, sin embargo, en el organismo encargado de organizar las elecciones de nuestro país, de vigilar el cumplimiento de las leyes para el reparto del poder y el acceso a los cargos de elección popular e incluso, con las nuevas atribuciones que tendrá el Instituto Nacional Electoral, de organizar las contiendas internas de los partidos políticos que lo soliciten y de integrar los Consejos Electorales de los institutos electorales de las entidades federativas, era necesario garantizar la equidad de género en su integración desde el órgano superior de dirección para que permeara en los organismos electorales en todo el país. Perdimos en esta ocasión la oportunidad de ser congruentes con lo que se dice, se promociona, se legisla y lo que se hace y el país pierde la experiencia, capacidad, trabajo e inteligencia de una mujer como María Marván, justo en un momento tan complejo en el que el Instituto Nacional Electoral da su banderazo de salida.

La reforma al artículo 41 de la Constitución establece que los fines de los partidos políticos son, entre otros, hacer posible el acceso de los ciudadanos al ejercicio del poder público garantizando la paridad entre los géneros en candidaturas a legisladores federales y locales. En la convocatoria para la elección del consejero presidente y los consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral aprobada por la Cámara de Diputados, se señalaba que se procuraría la equidad de género. Como ciudadana, cuesta trabajo confiar en que los partidos cumplan con esta disposición cuando no la garantizaron en la integración de la autoridad electoral y que este órgano encargado de hacer cumplir a los partidos políticos la paridad en la integración de sus listas de candidatos vele por su adecuado cumplimiento. El órgano encargado de garantizar la paridad, no cumple con ella.

@C_Humphrey_J