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Paraíso perdido

El Tren Maya no ha sido solicitado por los pueblos mayas, pero si les afecta, debido a que, intensificara la devastación ecológica. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Los mayas de la Península de Yucatán suelen identificar varias tonalidades de azul y de verde, más de seis, y también lograron obtener más de 28 mezclas de pigmentos diferentes, a fin de poder plasmar su entorno, lo que observaban en la naturaleza, en sus murales, estelas, y otras expresiones artísticas, muchas de las cuales han llegado hasta nuestros días. Esas tonalidades también se plasman en el lenguaje, dando a cada tonalidad, un nombre diferente.

Sin embargo, esos tonos en la naturaleza que por miles de años han observado estos pueblos mayas en su entorno han desaparecido durante las últimas tres décadas. Miles de hectáreas de selva ubicadas en Campeche, Quintana Roo y Yucatán han sido devastadas; los cuerpos de agua subterránea, llamados cenotes, han sido contaminados, y muchas comunidades han perdido parte de sus territorios originales.

Originario de Buctzotz, Yucatán, la norte de la península, cerca de la costa, Pedro Uc cuenta que desde hace varias décadas las cosas comenzaron a cambiar. Varias industrias se han asentado en la zona. Una de ellas fue la de energía limpia, que ha provocado la tala de selva para instalar paneles solares, acabando con los árboles, la hierba, la madera, y también con los animales.

Otra fue la de las granjas porcícolas, que llenan de suciedad las aguadas y los cenotes, “contaminando las fuentes de agua y nuestros espacios sagrados” asegura Uc, quien explica que esa agua es utilizada para ritos y ceremonias debido a su pureza.

Igualmente, se ha introducido a gran escala, el monocultivo de soya, en muchos casos transgénica, generando graves desequilibrios en la selva, entre ellos, la escasez de abejas y otros insectos que contribuían a la polinización de la selva  y a mantener la biodiversidad vegetal de la región.

“Han metido maquinaria grande para barrer con la vegetación y convertir esos terrenos en miles de hectáreas para cultivos”, refiere el líder social.

Sumado al turismo de alto impacto, desarrollo de complejos turísticos en cenotes y lagunas y en zonas arqueológicas, convierten esos espacios en privados y lucran con él, pero no llega el beneficio a las comunidades.

A estos pesares, se ha sumado el del Tren Maya, que como argumenta Uc, no ha sido solicitado por los pueblos mayas, pero si les afecta, debido a que, intensificara la devastación ecológica que ha sufrido la península y provocará que ocurran hechos que ya se han visto anteriormente, como los engaños para aceptar “prestar la tierra”, convocando a juntas y pidiéndoles firmar “una lista de asistencia”, que en realidad no lo era, sino que era un contrato de arrendamiento que permitía el despojo, abusando de quienes no hablaban bien español, que en esta zonas, es un grueso importante de la población.

En Quintana Roo, la situación es similar, como denuncian Ángel Sulub y Wilma Esquivel Pat del Centro comunitario U Kuuchil K Chibalom, de Carrillo Puerto, Quintana Roo, quienes han explicado que “este tipo de proyectos están poniendo en peligro la vida del pueblo maya. Hay una fuerte tendencia a que la violencia en la zona norte de Quintana Roo llegue a los pueblos. Hay grupos delictivos, narcotráfico y los feminicidios han aumentado también. La violencia cada día está más cerca. Además de eso, los campesinos que vivieron durante varios años en la zona hotelera decidieron regresar porque no era una buena vida la que tenían, pero ahora la tierra no produce. No quieren regresar a los hoteles, quieren vivir aquí, pero no hay agua y la tierra no da. Los proyectos no están pensados en la vida de nuestro pueblo campesino, que tiene fuerte relación con la selva, el campo. Todos los proyectos vienen de afuera, ninguno es para fortalecer a las comunidades”.

A fin de brindar herramientas para mostrar el impacto de los megaproyectos existentes en territorio peninsular, Geocomunes y el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, A. C. desarrollaron una herramienta de visualización cartográfica en línea que permite analizar la magnitud del problema y observar las interacciones entre distintos megaproyectos, y el avance paulatino de los mismos sobre los ecosistemas y territorios indígenas y campesinos de la región.

El resultado es que se puede observar que el turismo, la expansión urbana, el agronegocio y la industria son articulados por autopistas, ferrocarriles, puertos y aeropuertos que facilitan el traslado de combustibles, personas y mercancías. A su vez los gasoductos y las líneas de transmisión eléctrica transportan la energía necesaria para el funcionamiento de estos sectores. Y la construcción de cada nuevo proyecto es precedida por una expansión previa de la infraestructura de transporte de personas, mercancías y energía.

Por lo tanto, advierte Adrián Flores, investigador de Geocomunes y doctor en geografía, “el Tren Maya expresa un nuevo impulso a la expansión urbana, turística, agroindustrial e industrial. Por un lado, la ampliación de la oferta de transporte turístico y la creación de polos de desarrollo inmobiliario en cada estación fomentarán la expansión del tsunami turístico-inmobiliario hacia nuevos territorios. Por otro, el tren de carga asociado al proyecto turístico del Tren Maya, expandirá e intensificará el modelo actual de agroindustria exportadora”,

“Se han dejado escuchar el canto de los pájaros y otros signos de vida”, advierte Uc en medio de esta vorágine, la cual desea detener a como dé lugar.