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¿Para qué sirven los debates?

Los debates parecen estar hechos para que los indecisos tomen una decisión | Ricardo Alemán

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Escrito en OPINIÓN el

La anterior pregunta ya no sólo se escucha en “comederos políticos” sino entre ciudadanos de a pie.

Y tiene sentido insistir, porque luego de los debates en los que sí hubo debate, en donde se rompió el acartonamiento acostumbrado, parece que no ocurre nada, que todo sigue igual.

Es decir, en los dos primeros debates hubo un claro perdedor, llamado Andrés Manuel López Obrador y aun así, todas las encuestas, mostraron que no pasa nada, que la paliza a López Obrador no le resta votos y que se ha convertido en el candidato impermeable a los tropiezos a las torpezas y hasta a su infinita ignorancia.

¿De qué sirven los debates si los ganadores de los mismos –muchos dicen que Anaya ganó el primer debate y que Meade ganó el segundo-, no ven reflejado en aceptación y preferencia de votos el triunfo en los debates?

Como recuerdan, luego del primer debate los números de Ricardo Anaya y de José Antonio Meade se mantuvieron en la misma tendencia que antes del debate. Lo mismo ocurrió luego del segundo debate.

¿Qué significa?

A “bote pronto” podemos suponer que los debates no mueven las preferencias electorales y menos conmueven a los electores. Pareciera que todo está decidido y que las encuestas sólo reflejan una decisión adelantada de los electores; la decisión de clocar a López Obrador en la casa presidencial.

Sin embargo, no todo es como parece. Y es que si bien todos los candidatos presidenciales ya tienen un voto cristalizado a su favor –el voto de los leales que no cambiará por nada-, también es cierto que la cantidad de indecisos es mucho mayor de lo que los candidatos suponen.

Y es que en buena medida las encuestas sólo reflejan la dureza de la clientela cautiva de cada candidato. No reportan –por ejemplo–, la preferencia de quienes prefieren no revelar su preferencia, tampoco a aquellos que tienen miedo por exhibir su simpatía y mucho menos a los que tienen miedo de un cambio y a quienes no han decidido por quién votar.

A partir del análisis anterior podemos concluir que los debates mueven la conciencia de ese amplio sector de los inconformes, en tanto que radicalizan el voto duro de cada uno de los participantes en el debate.

Aquí es necesario repreguntar:

¿Sirven de algo los debates?

Como queda claro, los debates son un instrumento fundamental en la toma de decisiones, en la certeza y en la confirmación de un potencial voto de los indecisos.

En ese sentido las palizas a López Obrador, sus tropiezos y sus frecuentes muestras de ignorancia caen en la tierra fértil de los indecisos quienes de esa manera se ven obligados a mover su decision electoral entre las propuestas de José Antonio Meade y las habilidades de Ricardo Anaya para el debate.

En efecto, los debates parecen estar hechos para que los indecisos tomen una decisión.

Y en ese caso el más beneficiado se llama José Antonio Meade.

Al tiempo

¿Quién cree en las encuestas?

@RicardoAlemanMx | @OpinionLSR | @lasillarota