Main logo

Paneles solares ¿el pretexto?

Las medidas de salvaguardia contra los paneles solares provocarán que el carbón o gas natural permanezcan como principales generadores de energía

Por
Escrito en OPINIÓN el

La imposición de barreras arancelarias a la importación de paneles solares autorizadas por Donald Trump el lunes 22 de enero, paradójicamente abrió la antesala de posibles costos contra la economía estadounidense y los esfuerzos de mitigación del cambio climático, así como de las relaciones comerciales de Estados Unidos con el mundo.

Adiós, energías limpias


Si bien Trump anunció dichas restricciones justificando que constituían una defensa a los trabajadores y las empresas estadounidenses, el hecho es que son pocos los que se beneficiarán. De acuerdo con la Asociación de la Industria de la Energía Solar de Estados Unidos las tarifas arancelarias aprobadas por Trump aumentarán el precio de la tecnología solar en el país y solo en 2018 ponen en peligro 23,000 empleos en el sector, así como también dificultarán el crecimiento de ciertos segmentos de la industria estadounidense dependiente de las importaciones en este rubro.

De esta forma, las nuevas medidas de salvaguardia contra los paneles solares provocarán el incremento de precios al consumidor que ha optado por la utilización de este tipo de energía renovable y, consecuente, la reducción de su demanda, creado con ello el incentivo para que el carbón o gas natural permanezcan como principales generadores de energía; lo cual a su vez ralentizará el avance en el uso de energías limpias y el progreso en la mitigación climática en Estados Unidos y el mundo.

Injustas prácticas comerciales de China


No cabe duda que las tarifas arancelarias impuestas a paneles solares tienen la intención de asestar un golpe a las “injustas prácticas comerciales de China”, como las llama el presidente Donald Trump. Sin embargo, habría que recordar que Estados Unidos ya venía aplicando aranceles antidumping y medidas compensatorias a las importaciones procedentes de China desde 2011 y de Taiwán en 2014. Lamentablemente, la industria estadounidense no contaba con el aumento de las importaciones provenientes de Malasia, Corea del Sur, Singapur, México, Tailandia y Vietnam.

Con el crecimiento de las importaciones de celdas fotovoltaicas y la caída de los precios en la producción de este tipo de energía, en mayo de 2017 dos empresas situadas en Estados Unidos solicitaron protección directamente a Trump conforme a la Sección 201 de la Ley de Comercio de Estados Unidos de 1974, fundamento legal que otorga al presidente estadounidense la autoridad para tomar ese tipo de medidas, siempre y cuando la Comisión de Comercio Internacional (ITC por sus siglas en inglés) lleve a cabo un investigación que corrobore que las importaciones causan daño a una industria nacional.

Tras la investigación por parte de la ITC, en enero de este año, la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos informó que como consecuencia de las importaciones chinas de paneles fotovoltaicos, la industria solar estadounidense casi desapareció en 2017, motivo por el cual Trump anunció la aplicación de aranceles sobre las importaciones de casi todos los países, comenzando en 30% en el primer año y disminuyendo anualmente al 25%, al 20% y al 15% hasta el cuarto año. Esta decisión permite importar una cantidad limitada de celdas durante cuatro años, tiempo que en teoría Estados Unidos deberá alentar a la industria nacional de la energía renovable.

No solo China es el objetivo


Aunque las medidas arancelarias de la administración Trump tienen a China como destinatario directo, estas se extienden a cualquier país que exporte paneles solares a Estados Unidos. De hecho, a pesar que la ITC excluyó a Canadá y México[1], Trump determinó aplicar los aranceles a las importaciones de paneles solares provenientes de sus socios del TLCAN. Esta decisión parece sustentarse en una lógica muy simple: de no extenderse la medida a estos dos países, el impacto que tendría por sí misma podría beneficiarlos. Ciertamente, en estos momentos, Washington no está pensando en cómo beneficiar a sus vecinos, sino de qué manera reducir su déficit comercial con ellos.

La situación generada no descarta represalias de otros países. Trump debería recordar los daños colaterales tras la imposición de medidas compensatorias a China en 2011, país que después de investigar las exportaciones estadounidenses de polisilicio, materia prima para aplicaciones de energía solar, incrementó los aranceles a las importaciones estadounidenses provocando el cierre del mercado chino a Estados Unidos. Por otra parte, si bien las barreras comerciales aplicadas por Trump se limitan a cuatro años, las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) señalan que después de tres años, los socios comerciales perjudicados pueden recibir "compensación comercial por los efectos desfavorables de los aranceles sobre su comercio”.

Al interior, la decisión de Trump abrió la posibilidad de que, al amparo de la Sección 201, otras industrias estadounidenses soliciten su ayuda directamente si consideran estar siendo afectadas por importaciones provenientes no solo de China, sino de otros países.

Paradójicamente, las dos empresas que solicitaron ayuda a Trump no son de capital mayoritariamente estadounidense: Suniva de origen chino y SolarWorld AG de Alemania. Esto hace pensar que la solicitud de estas dos compañías, declaradas en quiebra el año pasado, solo sirvió como pretexto para que, en los hechos, Trump dejara claro la firmeza de su proteccionismo, su apoyo incondicional a la energía generada por los combustibles fósiles y su actitud contraria al espíritu del Acuerdo de París.


[1] En 2016, Estados Unidos importó de México 1,127 millones de dólares de paneles solares. 


También lee: China, el rival estratégico

@alifur1 | @OpinionLSR | @lasillarota