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Pactos de Letrán

Esta semana se cumplieron 85 años de los “Pactos de Letrán”, celebrados entre el Papa Pío XI y el Duce, Benito Mussolini, que dieron vida al Estado Vaticano. El Reino de Piamonte-Cerdeña, fue el gran motor de la unificación de los reinos de Italia y a la postre se integró con éste último. En 1861, ya en el culmen de la unificación, el nuevo reino declaró a Roma su capital; dicha ciudad era, en ese entonces, sede de los Estados Pontificios

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No fue posible para el reino de Italia apropiarse de Roma, porque el Papa era custodiado por los ejércitos de Napoleón III. Sin embargo, al igual que en el caso de México, con la inminente explosión de la Guerra Franco Prusiana de 1870; Napoleón decidió retirar la protección militar al Papa, dejándolo indefenso ante el nuevo Reino de Italia.

Tras un muy breve enfrentamiento bélico entre las fuerzas del Papa Pío IX y el Rey Víctor Manuel II en 1869, la Iglesia Católica perdió Roma y ésta se convirtió de hecho y de facto, en la nueva capital del Reino de Italia, comenzando así la llamada “Cuestión Romana”.

Durante casi 60 años, el Papa se decía secuestrado en las colinas vaticanas (llamadas así, debido a los vaticinios que hacían allí los sacerdotes romanos). No fue sino hasta 1929 cuando el Papa Pío XI y Benito Mussolini negociaron el reconocimiento del  Estado del Vaticano.

A estos acuerdos se les conoce como los “Pactos de Letrán”, por medio de los que cuales reconoció al Estado Vaticano como sujeto de derecho internacional y se celebró el llamado “concordato”, donde se detallaron las relaciones entre la Iglesia y el gobierno de Italia. También se acordaron los términos económicos en que se resarciría a la Iglesia por sus pérdidas patrimoniales y, por supuesto, la autonomía del Banco Ambrosiano.

Desde ese entonces, es que la Iglesia Católica tiene su propio Estado Nacional. De tal forma que la Santa Sede (la Catedral de San Pedro), es la plaza atemporal y religiosa de la Iglesia Católica, mientras que el Estado Vaticano es, al igual que cualquier otro país, sujeto de derecho internacional.

De ahí  el hecho de que el entonces Presidente Vicente Fox se postrara ante Juan Pablo II, no sólo implicó una transgresión a la obligación de preservar la laicidad institucional del Estado, sino que lo hizo ante un Jefe de Estado.

La iglesia católica es una institución híper poderosa, tal vez la más poderosa de esta tierra y por ello, es sumamente criticada, las más veces con razón y certeza: el periodo negro, la Inquisición de Fray Domingo de Guzmán, la doble moral, su inmensa riqueza y poca humildad, los actos pederastas, así como más actos ajenos a las enseñanzas de los evangelios.

Sin embargo, la Iglesia Católica sufrió un enorme cambio en el Siglo XX, por medio del Concilio Vaticano II. Entre otras cosas, la esencia del concilio se resume en el término aggiornamento, que significa la adaptación de la iglesia al mundo actual.

Del Concilio Vaticano II se derivó, por ejemplo, el que las misas ya no fueran celebradas por parte del sacerdote de espaldas a la audiencia feligresa y piadosa, o que la lengua de la liturgia fuera el latín. Se tropicalizó la iglesia, para poder llegar a más almas, sobre todo en Asia y África.

Sin embargo, lo más destacable de esa reforma eclesiástica, derivó de la posición de la Iglesia frente a la sociedad. A partir de ese momento, la Iglesia de manera institucional dejó de estar de lado de las élites, para estar del lado del pueblo. De ahí, el surgimiento de la teología de la liberación y de la teología indígena, entre otras cosas.

En el caso de Filipinas, el factor esencial de la democratización de ese país fue el obispo católico Jamie Lachica Sin, responsable del derrocamiento del dictador Ferdinand Marcos y muchos sacerdotes que lucharon en contra de las instituciones estatales con el fin de preservar la dignidad y libertad de las personas.

Samuel Huntington en su libro La Tercera Ola refiere, que un elemento esencial de la tercera democratización que comenzó en Lisboa en 1974, a la Iglesia Católica como un referente de poder fundamental en la liberalización primero y en la democratización después.

Es fundamental que como sociedad que aspira a una plena democratización, seamos conscientes que el Estado laico es uno de los pilares esenciales de la sociedad moderna. Sin embargo, es esencial no olvidar, que la sotana y el púlpito, son factores reales de poder y con capacidad de influencia y decisión; sólo que en su caso, nadie los vota y nadie los controla. 

@gstagle