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Otro 8 de marzo

Por el momento, solo es un recordatorio de la frágil condición de las mujeres en nuestro país y de los graves riesgos que tiene ser mujer en México. | Carla Humphrey

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Escrito en OPINIÓN el

El día de hoy conmemoramos del Día Internacional de la Mujer, de las Mujeres, en plural, porque somos distintas unas de otras. Este es el primer año que, el 8 de marzo, podemos celebrar el primer Congreso paritario en la historia de nuestro país.

Sí, en materia electoral hay mucho que celebrar gracias a reformas constitucionales y legales, a autoridades electorales que han defendido a capa y espada la igualdad entre hombres y mujeres y, por supuesto, a mujeres que no se han detenido para defender sus derechos o los de otras mujeres en todo el país. Faltan, sin duda, reformas por hacer. La paridad horizontal debe ser consignada en el texto constitucional para obligar a que a nivel municipal, el que más atraso presenta respecto a la participación de las mujeres en los espacios de decisión pública, se abran espacios que sean ocupados por un mayor número de mujeres.

Una cosa distinta es valorar los espacios a los que acceden las mujeres en términos del poder que tienen para incidir en las decisiones y políticas públicas. No solo tenemos que hablar de números, sino de acceso real al poder y de condiciones de igualdad para ejercer un cargo público. En ese rango, no estamos cerca de la paridad. Sí, hay más mujeres legisladoras, pero no necesariamente los espacios que ocupan les garantizan que sus voces sean escuchadas y la posibilidad de tener injerencia en las decisiones públicas que afectan a más de la mitad de la población en nuestro país.

Un gran pendiente sigue siendo la tipificación de la violencia política por razones de género. Sí, no todo debe calificarse como violencia política en contra de las mujeres, pero se necesita el marco legal que la defina y el tipo penal que permita identificarla y sancionarla. Cada campaña vemos como se repiten los actos de violencia política en contra de las mujeres y, ante cada caso en concreto, vemos cómo debe levantarse la voz de las mujeres en todo el país y el actuar oportuno de las autoridades para impedir que se materialice un acto de violencia política.

Desafortunadamente, ser mujer en México, implica que un día puedas llegar a casa y quizá otro no, significa que en casa y fuera de ella puedas ser objeto de una agresión: física, emocional, sexual, económica o psicológica. De acuerdo con ONU Mujeres, 7 de cada 10 mujeres en nuestro país han sido violentadas al menos una vez en su vida y 9 mujeres son asesinadas en nuestro país todos los días. De conformidad con el INEGI, las entidades con mayores índices de violencia contra las mujeres son el Estado de México, la Ciudad de México y Aguascalientes.

Si este día sirve de algo, que sirva para luchar y redoblar esfuerzos, en primer lugar, por la vida de las mujeres. México es el país con más violencia machista de América Latina. Después, para garantizar que las mujeres puedan elegir de manera libre y segura su proyecto de vida y para que cuenten con igualdad de oportunidades para concretarlo.

México necesita trabajar en varias áreas y debe hacerlo de manera simultánea. Los avances político electorales son innegables y, aún así, deben ser cuidados y defendidos cada segundo en todos los rincones del país. La vida, la salud, la educación, el trabajo son áreas prioritarias que requieren toda la atención del Estado y de la ciudadanía para garantizar la vida, la seguridad, la libertad, la integridad y la igualdad de las mujeres en nuestro país.

Ojalá un 8 de marzo no tan lejano, podamos estar celebrando algo este día. Por el momento, solo es un recordatorio de la frágil condición de las mujeres en nuestro país y de los graves riesgos que tiene ser mujer en México, o visto de otro modo, de los grandes retos y la enorme deuda que tiene México con las mujeres que viven en nuestro país.

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