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Organismos no tan civiles

Quizás el presidente tenga la razón. | Rodolfo Aceves

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Escrito en OPINIÓN el

El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene un frente abierto con los organismos de la sociedad civil, pero sin precisarlo, las ha generalizado de corrupción.

Trascendió un comunicado dirigido a las dependencias a su cargo, en el que instruye a no dotar de recursos públicos a estas entidades. Quizás el presidente tenga la razón.

Un estudio de la organización “mexicanos contra la corrupción” señaló que en el periodo de 2013 a 2018, en el sexenio del expresidente Peña Nieto, la asociación “Azteca Amigos de la Cultura y las Artes” obtuvo 807 millones de pesos. Esta asociación está relacionada con TV Azteca, quien organiza las orquestas juveniles denominadas “Esperanza Azteca”.

La mayor parte de las organizaciones de la sociedad civil a que se refiere el estudio de mexicanos contra la corrupción, están asociadas con personajes de la clase política y, quizás se trate de una nueva forma de obtener recursos públicos.

Así, por ejemplo, Fundación Teletón obtiene entre 30 y 50 millones de pesos de los gobiernos de los estados para mantener una función que debería ser responsabilidad del Estado, no de un particular.

El negocio de Televisa por conducto de Teletón consiste, en extender recibos deducibles de impuestos a las empresas de Grupo Televisa, de aquellas aportaciones que no solicitan un recibo con estas características y, con ello, el grupo empresarial puede solicitar una devolución al término de cada ejercicio, como los 3 mil millones de pesos que el SAT le devolvió a Televisa a inicios de la administración del presidente Peña Nieto.

Aquí es donde este esquema de las organizaciones de la sociedad civil se fusiona con el régimen de consolidación fiscal, que permite deducir las pérdidas para obtener algunos beneficios fiscales. Esto lo entendieron perfectamente corporativos como Telmex, TV Azteca o Televisa, a través de sus fundaciones caritativas, en abusar de la industria de la necesidad o la carencia pública, para obtener un lucro de un régimen fiscal para deducir dinero público.

Si a estos esquemas de la industria de la miseria, sumados con un régimen de consolidación fiscal, le agrega la inteligencia y sagacidad de personajes de la vida pública en evadir responsabilidades, -como en el caso de la Estafa Maestra-, pues habrá nuevos ricos en el espectro social.

Hay otras organizaciones de la sociedad civil que son usadas como chantaje por sus directivos, como medida de presión política a sus intereses, políticos, económicos o sociales. Algunas otras que son creadas por empresarios, políticos u otros personajes, que se alejan del objeto de su creación.

El colmo, hay otras organizaciones que, bajo la denominación de defensoras de derechos humanos, son integradas por la delincuencia organizada, para descalificar el trabajo de seguridad pública que desarrollan estados, municipios y la federación. Algunas en el descaro opinan sobre seguridad, sin presentar alguna investigación que lo avale.

Por esto es, que debe revisarse los esquemas de funcionamiento y participación de la vida pública de las organizaciones de la sociedad civil, porque hay quienes sólo medran con el presupuesto público, sin ninguna utilidad o contribución a las políticas públicas en el espectro de gobierno.

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