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Olímpico fusilamiento

Si desgarrarse las vestiduras fuera deporte olímpico ya tendríamos un lugar asegurado en el podio | Omar Pérez Díaz

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Escrito en HIDALGO el

Terminaron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y como sucede cada cuatro años, ponemos a los directivos, atletas y hasta entrenadores en el paredón de fusilamiento por los “malos resultados”.

Pocos hacen un análisis profundo. La calificación depende de que tan lejos o cerca hayan quedado de ganar una medalla.

En México la mayoría sigue creyendo que es fácil competir contra los mejores del planeta y salir victorioso.

Con envidia vemos, por ejemplo, como un país como Japón logró la mejor actuación de su historia siendo tercer lugar en el medallero de la justa, con 27 preseas de oro, 14 de plata y 17 de bronce.

Ese país y el nuestro tienen casi la misma cantidad de habitantes: más de 125 millones de personas; sin embargo, su filosofía de vida es distinta y la aplican en todo.

La cultura zen trasmite una lección de generación en generación sobre el cultivo de bambú. Cuando se siembra una semilla de esa planta, hay que cuidarla, regarla y abonarla durante siete años antes de verla crecer. Después de ese tiempo, el bambú tiene raíces tan fuertes que durante los siguientes seis meses llega a crecer ¡hasta 30 metros!

¿Tenemos esa paciencia aquí? No.

Mucho menos en el tema del deporte.

Hace unos días, José Alberto Chávez, director del Instituto Hidalguense del Deporte durante la administración de Miguel Osorio Chong, de 2005 a 2011, abrió su archivo para buscar recuerdos del apoyo que se les dio a Daniela Campuzano y María Fassi en esa época, ambas representantes aztecas en Tokio 2020.

Igual encontró la imagen con Iván Bautista, entrenador de clavados originario de Calnali que lleva tres olimpiadas consecutivas entrenando medallistas olímpicos.

Hubo otro caso: la luchadora Alejandra Romero, quien no pudo competir pero estuvo en los Juegos como sparring del equipos nacional.

En ese entonces, nadie imaginó que esa cuarteta de hidalguenses estarían representándonos en unos Juegos Olímpicos.

El gran problema es que hoy se habla de reproches, de críticas a Ana Guevara, titular de Conade, quien se justifica sobre lo sucedido en la Olimpiada diciendo: “no competí yo y no podía prometer medallas”.

Cuando la política pública del deporte sea trabajar con ahínco pero una visión a largo plazo, otro gallo nos cantará.

Aprendamos que, como los bambús, nuestros atletas son semilla fértil con esmero, paciencia y continuidad en el apoyo el su desarrollo.

REMATE

Ojalá en diez años, otros funcionarios corran a sus memorias para desempolvar más testimonios de apoyo a hombres y mujeres de Hidalgo que necesitan del respaldo necesario para brillar en sus carreras deportivas a nivel mundial. Soñar no cuesta nada, ¿no?