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Odio político

López Obrador celebró la negativa del Consejo General del INE a otorgar el registro al partido de Margarita Zavala y Felipe Calderón. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

El odio que Andrés Manuel López Obrador le tiene a Felipe Calderón es inocultable.

Duerme y despierta pensando en él y aprovecha su investidura presidencial para fustigarlo, cerrarle el paso y celebrar que el pueblo de México, según él, haya dicho no al registro del exgobernante panista.

El ajuste de cuentas está en marcha y no es lejana la posibilidad que se manipulen las cifras de la consulta ciudadana para pretender darle una vuelta de tuerca y atornillar a Calderón.

López Obrador celebró desde “La Chingada”, su rancho en Palenque, Chiapas, la negativa del Consejo General del INE a otorgar el registro al partido de Margarita Zavala y Felipe Calderón.

Bajo un frondoso árbol, que le daba cobijo, el presidente de México reaccionó efusivamente. No ocultó su alegría. Se olvidó del adagio popular que refiere que los carniceros de hoy serán las reses de mañana.

Se vio patético, pues en vez de guardar las formas y respetar la decisión del Instituto Nacional Electoral (INE) se preguntó: “¿Cuál es mi opinión?, ¿qué es lo que yo considero que está sucediendo?, ¿por qué estas cosas tan extrañas?”

Su respuesta no necesariamente es el sentir de todos los mexicanos: “Yo creo que esto es un triunfo del pueblo de México”. Mentira.

“No saben cuánto celebro esto. Porque nosotros nos vamos a ir, incluso pueden cambiar los que van a las instituciones, pero ya tenemos una población muy consciente”, dijo mientras jalaba aire desde su rancho a donde fue a descansar el último fin de semana.

A Felipe Calderón se la tiene jurada. Lo ha descalificado públicamente y para ridiculizarlo lo ha llamado el “Comandante Borolas”, el apodo con que se conocía a Joaquín García Vargas, comediante del cine mexicano.

Le ganó la risa a AMLO cuando recordó la forma cómo Calderón llevaba puesto en una ocasión un traje militar cuyas mangas casi le cubrían las manos y que utilizó, al declarar el expresidente panista la guerra total al crimen organizado.

Pero como en esta fiesta nadie se va sin bailar, después le recordaron a AMLO el bautizo digital de su hijo menor, a quien en las redes le llaman cruelmente “Chocoflan”. Se hizo el escándalo y salió la madre de éste y esposa del presidente a defender a su vástago.

No le faltaba razón, pero tampoco a los millones de panistas que apostaron por Calderón y que en esa ocasión lo defendían.

AMLO tiene la facilidad de hacerse de enemigos gratuitamente. Mezcla todos los temas, no tiene una pauta para responder a los periodistas y sale con cada ocurrencia; y lo mismo habla de temas religiosos, que de políticos y de economía. Es un guiso muy condimentado que le saca agruras a muchos.

Miserias de la política, lo llama Raymundo Riva Palacio quien escribió que la decisión del INE para negarle el registro a México Libre, como partido, y dárselo a Encuentro Solidario, dejó a los consejeros en medio de lo que es la política mexicana, fea, ruin y de mal nacidos, con atropellos innecesarios y contraproducentes.

“Tiene el agravante del rencor epidérmico del presidente Andrés Manuel López Obrador, que sin reparar en los aspectos legales de la decisión, concluyó que votar contra el partido que encabeza Margarita Zavala, cuyo principal promotor es el expresidente Felipe Calderón, los salvó de fenecer por la poca credibilidad que tiene”.

La desafortunada frase de López Obrador de que la decisión contra México Libre “fue un triunfo del pueblo”, exhibe el trauma que arrastra desde la elección presidencial de 2006 y su odio incontenible contra Calderón.

AMLO viene arremetiendo contra todo lo que se le presente enfrente. Es un gran elefante dentro de una cristalería que realiza destrozos sin medir las consecuencias.

Ya es tiempo de que López Obrador realmente trabaje y deje de sentarse en el ojo de la controversia. Con sus mañaneras y discursos que polarizan la sociedad no se podrá avanzar.

Estamos peor que cuando asumió su administración. Viola los principios democráticos y está haciendo lo que tanto criticaba. Y es que no es lo mismo ser oposición que gobierno.

Pero llegará el tiempo, dentro de cuatro años, que sea sentado en el banquillo y ahí sí tendrá que aguantar la batería de sus adversarios que no le van a perdonar nada.

Y así como él está en un proceso de fiscalización, va a comenzar a salir todo el modus operandi para financiar su campaña política, su plantones en el centro de la capital mexicana, cuando era opositor, y las negociaciones que realizó cuando bloqueaba carreteras.

Para entonces tendrá que ser sacrificado Pío López Obrador, Monreal y otros que al amparo del poder han hecho de las suyas y han traficado favores al cobijo del frondoso árbol presidencial.