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Oaxaca o la retórica

El gobierno de Oaxaca tiene la gran oportunidad de crecer… o perderse. El ascenso o el descenso. Ya se verá...

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Escrito en OPINIÓN el

El Istmo de Tehuantepec está devastado y su gente sufre mucho, pero está de pie.

Quienes siguen vivos allá, pelean por sobrevivir, por vivir, por caminar, como siempre erguidos, que así se camina allá y así se ve al mundo, allá…

Pero de esta parte de Oaxaca, desde Juchitán, acaso, podría llegar el gran movimiento social que sacuda la política del estado, porque no hay nada peor que las promesas incumplidas, la incapacidad de gobierno y la ingobernabilidad que se vuelve anarquía.

Lo que ocurrió en el Istmo de Tehuantepec por el sismo de la noche del jueves 7 de septiembre,  sacudió no sólo las estructuras vitales de mucha gente y pone a prueba la capacidad de paciencia de los istmeños, pero también la capacidad del gobierno de Oaxaca para organizarse pronto, solidarizarse, conocer y mostrar sensibilidad política y humana. Hasta ahora no ha sido así.

Porque lo que se ve hasta ahora, es que el gobierno del señor Alejandro Murat Hinojosa no sabe qué hacer, se hace bolas ahí, no entiende el problema en su esencia histórica, cultural, social, humana; no sabe por dónde comenzar y unos a otros se entorpecen y manifiestan desorganización e incapacidad… Es que no conocen Oaxaca.  

Apenas ocurrió el sismo y a petición del presidente Enrique Peña Nieto acudieron el Ejecutivo Federal, el Ejecutivo Estatal con la presidenta municipal de Juchitán para ver y evaluar  lo ocurrido. Tuvieron frente a sí el desastre; la tragedia; el dolor humano; el silencio interminable de los oaxaqueños cuando sufren, el llanto por las pérdidas humanas, la pérdida de las casas, que es la pérdida del pasado y el terror a un futuro incierto porque hay que comenzar de cero.

Y la comitiva de gobierno recorrió Juchitán –en este caso–. Melifluos mostraron dolor por lo que pasó; abrazaban a mujeres en llanto; caminaban entre escombros; buscaban el ángulo perfecto para mostrar la tragedia y mostrarse en ella, para la fotografía histórica y para aplacar las exigencias de gobierno y gobernabilidad en situación extrema.

El sábado nada. El domingo nada. El lunes nada. El martes nada. Las ayudas prometidas, sin llegar; del gobierno estatal casi nada; a cuentagotas… Vacío.

Entre la gente de Juchitán, como de otros muchos municipios del Istmo, como Ixhuatán, Matías Romero, Salina Cruz, Tehuantepec… y muchos más, comenzó a crecer el enojo, la inconformidad, la tristeza por la falta de acción porque mientras “se desdobla el gobierno” (¿qué es “desdoblar”?, término utilizado por el gobernador Murat Hinojosa) ellos tienen que dormir a la intemperie; tienen que hurgar por alimento; tienen que sufrir a solas el terror de las réplicas del temblor y pensar que podría aumentar la tragedia en cada uno de los habitantes de la región.

El periodismo no es esa tía buena

Y vamos, pues, el periodismo no es esa tía buena que todo lo ve y todo lo perdona. Sí es una especie de árbitro de futbol, que durante un partido tiene que silbar cuando un jugador o unos jugadores hacen trampa, cometen infracción, pegan a traición o rompen las reglas establecidas.

Los medios fueron testigo de la tragedia, como también de los incumplimientos urgentes. Por ejemplo: Carlos Loret de Mola fue a Juchitán. El mismo día en el que en Oaxaca circulaba el boletín oficial: “Oaxaca está de pie: AMH”, como si fuera necesario decirlo frente a la tragedia, frente al dolor humano, insensibilidad a la vista. Como si con esto se quisiera convencer al mundo de que todo allí está bajo control y que el gobierno es fuerte e inquebrantable. Otra cosa es la verdad.

El periodista inquirió al gobernador Murat Hinojosa, acostumbrado a la obediencia de su equipo y al aplauso de su equipo:

He estado en muchas coberturas y en el Istmo de Oaxaca, no he sentido la presencia del gobierno ayudando. La gente está muy molesta

El gobernador Murat Hinojosa, molesto, parecía balbucear que se pusiera en contexto la situación porque el periodista solo conocía el caso de Juchitán, pero que había muchos otros municipios que fueron dañados y que él los está recorriendo uno a uno y que apenas lleva unos cuantos.

… Y que el gobierno se está “desdoblando” y que el gobierno federal y “el señor presidente Peña Nieto” se están “desdoblando” y que no podía precisar la fecha de solución, pero que se estaban “desdoblando” haciendo lo mejor y que había un seguro para estos casos (¿qué seguro? ¿Con quién?) Y que se iba a  hacer valer ese “seguro”…  Y que…

Eso es. La retórica. La falta de respuestas. La ausencia de argumentos sustentados en el conocimiento y en hechos concretos, para poder transmitir la emoción de un gobierno que sufre con la gente y pone manos a la obra para cargar – ayudar – sentirse uno con ellos – gobernar por ellos – para ellos… Y sí lo del Istmo de Tehuantepec pone a prueba al gobierno de Oaxaca.

Nadie quiere un mal gobierno. Nadie quiere para Oaxaca el olvido y la repetición de la historia de malos gobiernos, del saqueo y del hacer política por política: sí un gobierno fuerte, sólido, con soluciones, con emoción para garantizar la vida, el patrimonio, el trabajo, el desarrollo, la educación, el crecimiento cultural y social… Eso se quiere… Todavía hay tiempo…  

Motivado por lo que ocurría. Motivados todos los periodistas ante imágenes de la tragedia humana, de fragilidad, de imposibilidad para exigir cumplimientos y ante la vista de mucha sangre que quedó desnuda ahí, dispersa;  los periodistas entendieron el valor humano de la solidaridad social y responsabilidad política. Por un lado lo que se ve y se transmite. Por el otro el boletín impecable. Cada cual, de acuerdo con su conciencia y su ética, transmitirá lo que le va mejor.

El gobierno de Oaxaca tiene la gran oportunidad de crecer… o perderse. El ascenso o el descenso. Ya se verá.  

@joelhsantiago | @OpinionLSR | @lasillarota