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Nuevo curso de desarrollo

La magnitud del daño de la pandemia aún depende de las medidas de política económica que lo reduzcan. | Jorge Faljo

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Escrito en OPINIÓN el

El Grupo Nuevo Curso de Desarrollo -GNCD-, está conformado por más de veinte de los más destacados pensadores de la realidad económica, social y política de México. Configuran lo que en inglés se llamaría “think tank”, o sea un equipo de reflexión, que en este caso es el mejor y más destacado.

Sus integrantes son la crema y nata de las ciencias sociales, y recordemos que la buena economía es una ciencia eminentemente social, y entre todos acumulan muchas décadas de experiencia de trabajo en el sector público, experiencia en la academia universitaria y también en el impulso a la transformación de nuestra sociedad, es decir experiencia política.

Ya no están en el sector público, ni en el privado, y su espacio de acción es la Universidad Nacional Autónoma de México. Nuestra siempre sobresaliente UNAM.

Pues este equipo, el GNCD, acaba de difundir un documento que se multiplica en las redes sociales más sensatas y al que sin rodeos titularon: “En la pandemia: por un cambio urgente de la política económica”. En el proponen un cambio de fondo de la estrategia que no podrá ser acusado de ser de derecha, fifí, o guiado por intereses personales.

Las grandes líneas de acción, o inacción, frente a la pandemia se delinearon al inicio de la crisis sanitaria y de paralización económica cuando parecía, y así se expresó oficialmente, que el problema se resolvería en pocos meses. De acuerdo a aquellos cálculos, por estas fechas el covid-19 sería un asunto resuelto y el gobierno, y el país, habrían retomado su marcha habitual.

Pero la crisis no se comportó de acuerdo a esas previsiones optimistas y de hecho hoy en día se ha elevado el nivel de incertidumbre sobre la evolución de esta crisis. Conocemos en cambio que el daño es mayor al pensado y que la crisis hace aflorar nuestras más profundas debilidades: un sistema sanitario insuficiente, pobreza e inequidad, una población físicamente débil, familias desestructuradas por la escasa presencia de los padres, una débil gobernanza local y regional, mucha violencia y no le sigo porque esta lista es interminable.

Vayamos mejor a lo que dice el GNCD.

La magnitud del daño de la pandemia aún depende de las medidas de política económica que lo reduzcan. Contener la pandemia, proteger las fuentes de empleo y reactivar la economía son objetivos complementarios, no alternativos. Se requiere una estrategia de emergencia derivada de un diagnóstico actualizado de la situación y perspectivas.

Los programas sociales actuales se enfocan a los que necesitaban apoyos antes de la crisis, no cubren a los muchos que se adicionan y también necesitan los apoyos ahora. Es imprescindible proteger el empleo y el ingreso de los trabajadores que han quedado desempleados y a los que han visto caer sus ingresos. En su mayoría eran ya los de menores ingresos. Hay que cuidar la sobrevivencia de fuentes de trabajo para que, en su momento pueda reiniciarse la recuperación.

Interpreto, una población con seguridad económica, por lo menos nutricional, puede guardar el confinamiento. De otro modo hay que salir a ganarse la vida como sea.

La enorme capacidad ociosa y pocas perspectivas de repunte de la demanda no permiten esperar que crezca la inversión privada. Sólo un mayor gasto público puede dinamizar la recuperación. Al mismo tiempo hay que garantizar que las finanzas públicas sean sostenibles.

Para el financiamiento inmediato del gasto público se puede recurrir al crédito de bajo costo del FMI y al financiamiento directo del Banco de México. La banca puede cooperar apoyando el financiamiento de un mayor déficit público.

De las alternativas que propone el GNCD, la que me parece más viable e inmediata es el financiamiento directo del Banco de México. A ello se oponen reglamentos que deben modificarse de inmediato venciendo viejos temores y ortodoxias. Un mayor gasto público no sería inflacionario cuando nuestro problema es el contrario, la insuficiencia de la demanda. La recuperación de las empresas sólo será posible si la gente puede comprar.

La expansión del gasto público debe concentrarse, dice el GNCD, en robustecer el sector salud; apoyar directamente a los millones de familias que han perdido ingresos y ayudar a las empresas privadas a preservar fuentes de trabajo con apoyos directos y créditos.

También hay que avanzar hacia un seguro de desempleo de emergencia y un ingreso básico para las familias más pobres; fortalecer la banca de desarrollo, definir una política industrial y regional e instrumentar un programa emergente de inversión en infraestructura.

Las medidas inmediatas requieren gasto público pero el endeudamiento debe ser visto como transitorio y circunscrito a la emergencia. Para solventar las necesidades futuras de bienes públicos (salud, educación, infraestructura) en una nueva economía se requiere una reforma fiscal producto de un amplio pacto de las fuerzas políticas y sociales y los agentes económicos.

No hay que dejar pasar más tiempo porque será más grave el deterioro económico, laboral y el empobrecimiento y más tardaremos en salir de esta grave situación. La restricción del gasto público no es aconsejable en estas circunstancias extraordinarias.

El Grupo Nuevo Curso de Desarrollo hace un llamado escueto, referido a lo esencial. Lo hace desde convicciones de una verdadera izquierda, progresista, informada y pensante.

Esperemos que sea escuchado en múltiples espacios, en particular en las deliberaciones del congreso en cuanto a las definiciones del gasto público y su financiamiento, para el 2021, que ya se aproximan.

Hay que pensar en grande, como grande es nuestra crisis.