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Nuestro dinero

Becas iguales para todos, y reducciones para los mejor preparados. | Pamela Cerdeira

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Escrito en OPINIÓN el

Imaginemos que tenemos un millón de pesos, y mil estudiantes entre quienes repartirlo.

¿Cómo lo repartirían?

¿Mil pesos por estudiante?

¿Elegirían al veinte por ciento con mejores calificaciones?

¿O elegirían al veinte por ciento con menores ingresos económicos?

¿También podríamos elegir a los mejores deportistas?

La pregunta no es sencilla y menos si viene acompañada de las imágenes con las que el nuevo gobierno ha llenado nuestra mente: becas iguales para todos, y reducciones para los mejor preparados (ponga aquí su favorito: los estudiantes de la Olimpiada de Matemáticas, los becarios de la UNAM, los atletas de alto rendimiento, etc...)

Es válido preguntar si la apuesta por “todos” puede ser también un arma de doble filo que se convierta en la apuesta por la mediocridad. Finamente el programa de becas a estudiantes tiene dos objetivos: mantener a los y las jóvenes en la escuela, y alejarlos del crimen organizado; ambos objetivos son importantes sin mediar capacidades académicas o deportivas.

El único problema es que el dinero es un recurso limitado y los programas sociales masivos han obligado a recortes en áreas también importantes. Mientras discutimos cuántos burócratas se han quedado sin empleo, cuántos programas han sufrido modificaciones y quiénes ya no recibirán becas por méritos, la discusión en los países desarrollados es el ingreso básico universal.

¿Qué es?

Una renta pareja. Un ingreso para todas las personas que garantice la línea mínima de bienestar. Quienes se oponen aseguran que un ingreso seguro desincentivaría el trabajo y la productividad, sus defensores argumentan lo opuesto: una explosión de creatividad y desarrollo provocada por quien tiene tiempo para crear y no tener que estar persiguiendo el alimento del día siguiente.

Lo interesante es que su implementación en países como Finlandia u Holanda no se ha convertido en la plataforma política de candidatos que con dinero ajeno buscan ganar favores políticos, es mediante programas piloto que se resuelve si deben mantenerse, modificarse o eliminarse.

Cuando son los datos los que nos dicen si un programa funciona o no, no se está a la merced de cada nuevo gobernante para reinventar el país, tampoco a la de si los estudiantes deciden gastarse su beca en cervezas, apuestas en el recreo o libros, serían los datos claros y objetivos los que podrán decirnos si vale la pena apostarle a un programa u otro.

Finalmente, es nuestro dinero, aunque nuestras figuras políticas de todos los colores nunca han querido verlo así.

@PamCerdeira | @OpinionLSR | @lasillarota