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No, Sr. Presidente

Lo que demandamos millones de mexicanos que hemos levantado nuestra voz, es que el gobierno que ahora usted encabeza, asuma su responsabilidad.

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Escrito en OPINIÓN el

Sr. Presidente:

 

En su último mensaje a la Nación, ha sugerido que usted y yo, somos iguales. Y eso es mentira. Usted ha dicho que “como ciudadano mexicano”, comparte “la exigencia de justicia de la sociedad entera”. Ha dicho incluso que se siente estremecido y que también es Ayotzinapa. Pero esa exigencia de la sociedad es profundamente distinta cuando viene de nosotros, y cuando viene de usted.

 

Yo no he tenido capacidad de influir en el manejo de un presupuesto de billones de pesos anuales que administra la Secretaría de Hacienda, a su cargo. Tampoco he tenido a mis órdenes al procurador general de la República, al secretario de Gobernación –encargado de la policía federal–, ni a las Secretarias de Marina Armada y de la Defensa. Mucho menos he tenido la oportunidad de influir determinantemente en el diseño de nuestra Constitución, como si la tuvo usted a través del “Pacto por México”, y a través de sus muchas facultades legislativas.

 

Al igual que muchos de quienes integramos esa sociedad mexicana a la que hizo referencia, yo pago impuestos, cumplo la ley, e intento a través de mi trabajo y de mis opiniones de influir crítica y responsablemente en nuestro país. Pero lo que yo digo no se convierte en mandato para millones de ciudadanos. Si yo observo que alguien viola la ley, no tengo más que denunciarlo frente a un sistema que deja cada día más que desear. Si soy víctima de una violación a mis derechos por parte del Estado, no tengo más remedio que acudir al mismo para hacer valer instrumentos de defensa complejos, costosos, lentos y severamente ineficientes.

 

Como presidente de la República, usted encabeza parte de las instituciones que hacen posible que se imparta justicia. Es además su responsabilidad cuidar de la seguridad nacional, cuyas fallas han llevado a la muerte de miles de mexicanos. Cuando exige usted justicia, se la exige en gran medida a sí mismo. Cuando nosotros lo hacemos, esperamos una respuesta de las instituciones a su cargo.

 

Ha mostrado, sí, mayor sensibilidad que en otros momentos, sobre todo aquellos en los que se ha pretendido mostrar como una víctima de grupos que buscan desestabilizar su Proyecto de Nación. Sin embargo, esa empatía no es tan importante como la eficiencia de su trabajo. Muchos escuchamos su mensaje esperando escuchar una autocrítica (porque le guste o no, usted es en gran medida responsable de la situación que vive el país) y las medidas que tomará para rectificar. En vez de eso, escuchamos una apología de su gobierno. Están mal los estados, las leyes, los municipios, pero aparentemente no su administración.

 

Lo que demandamos millones de mexicanos que hemos levantado nuestra voz –para ser justos, no sólo durante su administración, sino desde tiempo atrás– es que el gobierno, que ahora usted encabeza, asuma su responsabilidad.

 

Se trata de que la Procuraduría General de la República admita que es groseramente ineficiente para perseguir delitos, y peor aún, para identificar a los individuos que utilizan las estructuras gubernamentales para cometerlos; y proponga una salida. También de que las instituciones encargadas de la seguridad asuman que se han quedado cortas, que la delincuencia organizada las ha permeado, y que han violentado sistemáticamente los derechos humanos de la sociedad a la que deben proteger; y nos digan cómo van a cambiar eso.

 

De igual manera, esperamos que usted y gran parte de quienes nos gobiernan, reconozcan que hay casos ostensibles de enriquecimiento a costa del erario y con abuso del poder público que permanecen en la impunidad; y que sus acciones y omisiones nos han llevado a la conclusión de que –desde el gobierno– existe un robo constante y generalizado, por lo que digan lo que digan, si no hay un cambio profundo y transparentan sus intereses, patrimonios y actividades, no podremos creerles.

 

Esas son sus mínimas responsabilidades como jefe de un Estado democrático. No nos pida otra cosa, no distorsione sus obligaciones en el discurso. No pretenda que creamos en usted, si no es capaz de comportarse a la altura de las circunstancias.

 

@r_velascoa