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No es lo mismo ser oposición a gobernar

Da la impresión de que, quienes asumirán la responsabilidad del gobierno para los próximos seis años, no han logrado despojarse del ropaje de oposición. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

Han transcurrido casi tres meses desde que Andrés Manuel López Obrador ganara la elección presidencial de manera abrumadora, y prácticamente no ha pasado un día sin que surja alguna polémica ya sea por las declaraciones del presidente electo, los anuncios del equipo de transición o por la actuación de la nueva mayoría en el Congreso. Es cierto que por las implicaciones de los temas que durante este tiempo han ido colocando en la agenda pública de discusión, de manera natural generan reacciones diversas, pero a ello hay que sumarle la falta de cuidado al fijar sus posturas así como la poca apertura para procesar las legítimas preocupaciones y diferendos.

En algunos momentos da la impresión de que, quienes en unas cuantas semanas asumirán la responsabilidad del gobierno para los próximos seis años, no han logrado despojarse del ropaje de oposición y siguen en una lógica de campaña al recurrir a la descalificación en automático ante la menor crítica o cuestionamiento, y en no pocas ocasiones incluso a la confrontación en vez de exponer razones y tratar de convencer de la pertinencia del proyecto que postulan. Pareciera que aún no se dan cuenta del efecto que ahora tienen sus palabras tanto en términos de concordia social como de estabilidad económica, así como de la necesidad de escuchar todas las voces y provocar espacios de diálogo en un ánimo constructivo.

Sí es posible lograr acuerdos

Un buen ejemplo de que sí es posible lograr acuerdos cuando hay disposición de las partes, lo constituye el esfuerzo que se realizó entre los integrantes del equipo de transición y organizaciones sociales con el acompañamiento del CIDE y del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM para elaborar en conjunto un proyecto de Ley de la Fiscalía General que se presentó recientemente en el Senado, pero desafortunadamente se trata de una excepción ya que ha prevalecido la desconfianza y la cerrazón.

Si bien hay que reconocer que no siempre la crítica responde a criterios objetivos o a una intención positiva, y que se han presentado excesos como en el caso del lamentable accidente del hijo menor de López Obrador por el hecho de ser atendido en un hospital privado, no por ello se debe restar validez a toda posición divergente y mucho menos fomentar que se arremeta contra quienes piensan distinto, pues lo único que se genera es una mayor polarización y encono entre la sociedad.

También hay que decir que han abierto flancos innecesarios por las decisiones que han tomado en el Congreso -como la licencia al Senador-Gobernador de Chiapas y la negociación para que diputados del PVEM se pasaran al grupo parlamentario de Morena-, el contexto y el tono de algunas expresiones que ha vertido el propio presidente electo, y sobre todo por las reacciones ante la inconformidad de buena parte de la opinión pública. ¿Para qué se refirió a Rosario Robles como un chivo expiatorio cuando las investigaciones periodísticas han demostrado cuantiosas desviaciones de recursos públicos? o ¿qué sentido tenía llamar a la prensa “fifí” por los cuestionamientos de especialistas a su afirmación de que el país está en bancarrota?

Lo que se espera de quienes ya forman parte del nuevo grupo en el poder, es que actúen con mesura, sean receptivos, defiendan sus posturas con firmeza pero con respeto, participen en el debate con argumentos y que tengan la capacidad de reconocer errores y de rectificar cuando así se requiera.

¿Hacia dónde va el PAN?

@agus_castilla  | @OpinionLSR | @lasillarota