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No culpen a la Jefa de Gobierno

¿Qué falló en la Línea 12? Una planeación pausada y metódica, donde los elementos financieros, ingenieriles, urbanos, entre otros, interactúen entre sí. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

En la búsqueda de un juicio objetivo de lo que sucedió en la Línea 12 del metro faltan elementos. Nuestra ciudad es una tragedia sobre ruedas, porque más allá de lo ocurrido con la caída de una trabe, en realidad de forma constante evadimos los problemas que por años han conducido a más muertes que las del Metro Olivos, pero en forma tan diluida que no alcanzan a ser un escándalo.

Durante más de medio año, decenas y a veces cientos de ciclistas, se han estado manifestando en los “viernes de furia”, como una forma de protestar por la inseguridad vial creciente. Ha sido un tema abordado en esta columna de manera constante. Las calles de nuestra ciudad están peor diseñadas que la Línea 12. La tragedia es que eso no es noticia porque suponemos que el paso de los coches es más importante que la preservación de la vida. En lo que va del año han muerto 5 veces más personas en incidentes de tránsito que en la tragedia de Tláhuac, a lo largo del sexenio habrá casi 100 veces más muertes, eso sin considerar las derivadas de la contaminación atmosférica.

Seguramente todos recuerdan aquel famoso “No me levanto pensando en cómo joder a México”. Podría citar los nombres de los cinco directores que ha tenido el metro en los últimos 10 años, o los cuatro jefes de gobierno, o múltiples autoridades, y podría decir que ninguno tenía como quimera dañar a la Ciudad de México o a los usuarios.

En el caso de Marcelo Ebrard se quiso llevar a la ciudad a otro nivel de servicio. En su concepción, la Línea 12 es superior a las demás líneas, andenes y vestíbulos amplios, trenes cómodos, incluso hasta hace poco libres de comercio informal. En su realización, sin embargo, esa visión entra en contradicción al menos con las tres grandes fallas: el desgaste ondulatorio, el sismo de 2017 y ahora el colapso de una trabe.

En el caso de Claudia Sheinbaum también percibo un cambio en el modelo de ciudad, modifica la semaforización para agilizar el paso del automóvil, recorta camellones para ordenar las vueltas, eleva la altura de las guarniciones y coloca rejas para que los peatones ya no crucen en ciertos puntos, construye segundos pisos en áreas naturales protegidas y en Zaragoza, donde ya había un exceso de carriles. Con la misma intencionalidad se apresta a terminar dos teleféricos y un trolebús elevado, este último utilizando el mismo tipo de Viaducto que en la Línea 12. Todo a capricho, sin planeación, pero buenas intenciones. 

Para 2024 habrá más muertes derivadas de la contaminación y los incidentes de tránsito, pero no serán un escándalo porque no todas morirán en el mismo lugar y a la misma hora, como los 26 de la tragedia de Tláhuac.

¿Qué falló en la Línea 12? Una planeación pausada y metódica, donde los elementos financieros, ingenieriles, ambientales, urbanos, entre otros, interactúen entre sí, con pausa, para dar lugar a otro modelo de ciudad. Pero esto en México no es posible, así que la alternativa que siempre queda es el voluntarismo: las grandes obras son el hijo predilecto del gobernante en turno.

Entonces, si queremos buscar culpables, en realidad tenemos que enfocarnos a cada tramo de culpa, donde lo más probable es que no sean las cabezas políticas los responsables, sino los técnicos. Pero al final de cuentas, ellos tampoco son los culpables, sino la ausencia de reglas e instituciones adecuadas para planear las grandes obras y potenciar su beneficio, lo que regresa no las culpas, sino responsabilidades, al gobernante en turno. Urge establecer mecanismos para que nunca más un jefe o jefa de gobierno imponga las grandes obras sin planearlas con método y no contra el reloj electoral. 

En otras colaboraciones, he criticado dos proyectos de la actual administración: el trolebús elevado y el teleférico a Cuautepec. Ambas, más el teleférico de la Sierra de Santa Catarina, son producto de la campaña electoral de 2018, donde Sheinbaum los convirtió en promesa. No es que me oponga al cablebús en sí, sino a su débil planeación. No le auguro los problemas de la Línea 12, pero tampoco sus beneficios, había mejores soluciones y más baratas entre Indios Verdes y Cuautepec el Alto, así como entre Constitución de 1917 y Santa Martha.

No me he olvidado del tema de la seguridad vial con el que inicié el artículo. Con los rediseños viales que está haciendo Claudia Sheinbaum, se imagina una ciudad moderna y ágil, pero en esos rediseños uno encuentra que se facilita el que los autos corran más y se dan mínimos tiempos a peatones para cruzar. Las barreras para cruces intermedios parecen buena idea, pero serán testigos de más muertes, por diseñar las vialidades en función de los automóviles, y no de los usuarios más vulnerables.

El modelo vial de Sheinbaum más la errónea política de sanciones, ha dado lugar a un número creciente de muertes en las calles. Por mí, que la exoneren de las 26 muertes de la Línea 12, si se le juzga por las 2 mil muertes en tragedias viales que habrá en su sexenio. Pero en todo caso, ambos elementos tienen dos elementos en común, la ausencia de planeación y el exceso de soberbia.