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Niños migrantes: una realidad olvidada

El 30 de abril es un día de alegría y festejo para muchos niños que reciben regalos, juegan y se divierten en sus escuelas o junto con sus padres.

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Escrito en OPINIÓN el

En contraste, en este mismo día hay miles de niños y niñas que se encuentran encerrados en estaciones migratorias; que están desesperados por encontrar a sus familiares; o que viven en la angustia y el sufrimiento por haber sido víctimas de la delincuencia.

Estas situaciones desoladoras nos obligan a recobrar el verdadero sentido del 30 de abril, un día en el que debemos reafirmar los derechos de nuestros niños, niñas y adolescentes, y en el que tenemos la obligación de pensar en acciones encaminadas a promover su bienestar. Por ello, es una buena oportunidad para reflexionar sobre los graves problemas que afectan a los niños migrantes que se encuentran en México, un país de origen, tránsito, destino y repatriación de migrantes.

Todos los migrantes se enfrentan a múltiples peligros y adversidades, pero estos se agravan cuando hablamos de niños, niñas y adolescentes que viajan solos, menores de 18 años que se encuentran separados de sus padres y que no están al cuidado de alguien que ostente su representación legal o que siquiera vele por su bienestar.

Estos niños viajan cientos de kilómetros en busca de sus sueños. Algunos huyen del abuso o la violencia en sus hogares, de los conflictos y la delincuencia que azota a sus comunidades. Otros quieren reunirse desesperadamente con sus padres o familiares y unos más buscan mejores oportunidades.

El problema del fenómeno migratorio no se concentra en las causas del mismo, sino también en los riesgos que enfrentan los migrantes en su larga travesía. Los niños y niñas quedan expuestos a prácticas de racismo, intolerancia y discriminación, a la explotación y a los abusos sexuales, a delitos como el de la trata de personas e inclusive hasta la muerte.

Lo mismo sufren quienes vienen de Centroamérica como aquéllos que son deportados de los Estados Unidos. Y, lamentablemente, la dimensión del problema es mucho mayor de lo que algunos pueden suponer.

En la frontera sur, el número de niños, niñas y adolescentes que ingresan a nuestro país se incrementó significativamente en los últimos años. De 2011 a 2013 se registró un aumento de casi el cien por ciento en el número de los niños no acompañados que fueron devueltos a sus países de origen (pasamos de 2 mil 800 a 5 mil 400). Lo mismo ocurrió con el número de niños no acompañados que se alojaron en las estaciones migratorias, el cual se incrementó de 4 mil en el 2011 a cerca de 10 mil en 2013. En este año, 291 niños tenían entre 0 y 11 años.

En la frontera norte pasa algo muy similar. Tan sólo en 3 años, de 2010 a 2012, fueron repatriados 53 mil niños de Estados Unidos. De ellos, el 73% viajaba solo.

Ante esta realidad, el gobierno mexicano no puede seguir de brazos cruzados. Por el contrario, tiene la obligación moral y legal de poner en marcha estrategias integrales que velen por los derechos humanos y la dignidad de los extranjeros que se encuentran en el territorio nacional, especialmente de los niños, niñas y adolescentes que no tienen quien los proteja.

Hasta ahora, la política de detención y repatriación ha sido la respuesta que el Estado ha dado al fenómeno complejo de la niñez migrante. Sin embargo, es tiempo de modificar este enfoque; es tiempo de que la política de protección integral de la infancia se coloque por encima de la política migratoria y que comencemos a ver este tema a través de los lentes de la infancia.

Tenemos que erradicar el carácter punitivo de la gestión migratoria y, en su lugar, diseñar medidas alineadas a los estándares internacionales. Por ello, he presentado una iniciativa que busca, entre otras cosas: a) crear la “Comisión Especializada para la Determinación del Interés Superior de la Niña, Niño y Adolescente” a fin de que sea ésta, y no el Instituto Nacional de Migración, la que determine las medidas que permitirán asegurar la integridad, los derechos y el desarrollo de la niñez migrante no acompañada; b) establecer el principio de no devolución, tomando en cuenta que el regreso de los niños a su país no siempre es lo más favorable; y c) crearlos “Centros de Atención y Protección Integral”, los cuales estarán a cargo de los sistemas DIF estatales y donde los niños gozarán en todo momento del derecho a la salud, a la atención médica y a la asistencia pública.

Este es un paso más en la lucha por la protección de los niños, pero es urgente que las autoridades de los tres órdenes de gobierno comiencen a privilegiar la política de protección a la infancia por encima de la política migratoria. Este día del niño es un buen momento para ponernos este propósito.

 

@GabyCuevas