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Ni un voto a Morena: Atentamente, los dueños de la democracia

Se impuso el partido en el gobierno. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

La ciudadanía volvió a insistir en mantener el rumbo señalado en 2018. Para muchos, el voto a MORENA es resultado de la ignorancia de los electores quienes, refrendaron su elección por una opción que no fueran las fórmulas probadas.

La coalición Va por México, fue una especie de sobre reacción o estertor de los partidos moralmente derrotados en las elecciones de hace tres años. Desde entonces, parecen haber perdido la brújula, pues además de crear una de las peores aberraciones políticas de la historia de México, apostaron por la denostación y el encono como única propuesta ideológica.

Cierto, lograron algunos escaños más en la Cámara de Diputados, obtuvieron la mitad de las alcaldías de la Ciudad de México y ganaron dos gubernaturas de 15 disputadas. Pero eso no fue suficiente para restarle fuerza a MORENA, pues cada partido por sí solo no habría obtenido el beneficio que les dejó la coalición.

Parece que nadie sabe para quien trabaja, y el PRI y PRD, empujaron la votación a favor del PAN, quizás fue al revés, el blanquiazul rescató a esos dos partidos que obtuvieron la votación más baja de su historia. Lo cierto es que el panismo tampoco avanzó mucho con respecto a los comicios de 2018 y entre los tres partidos apenas están por arriba del 30% de las preferencias electorales.

Muy buen resultado si se compara con los comicios anteriores, pero que demuestra que hoy por hoy, de partido a partido, MORENA solo sin coalición, es más que la tríada de Va por México. Es decir que, de haber aplicado el referéndum, el presidente habría sido aprobado. En otras palabras, a nivel nacional, en estas elecciones llamadas las más grandes de la historia de México, se impuso el partido en el gobierno.

MORENA ganó entidades que a lo largo de los años iban del PRI al PAN y viceversa, Tamaulipas, Sonora, Campeche, Colima y toda la península de Baja California. Ni la llegada de Hank Rhon a los comicios en el norte, impidió la debacle del priísmo en la entidad. 

En PAN ganó dos gubernaturas, el PRI ninguna. Claro, el discurso de los medios alimentada por la euforia de los “ganadores” señalan los comicios como un gran triunfo porque su estrategia estaba centrada según ellos, en evitar la mayoría de MORENA en la Cámara de Diputados, en donde su objetivo es disputar el presupuesto.

Asunto ya muy discutido y aclarado debido a la desinformación de las mayorías absolutas o calificadas que han sido analizados en otros medios, pero que los amantes de la infodemia, insisten en manipular para vender la percepción del fracaso de MORENA en los comicios.

Pero más allá de ver los vasos medio llenos o medio vacíos, los partidos políticos mexicanos tienen mucho trabajo por hacer, y MORENA no es la excepción. Este partido recibió un fuerte golpe en uno de sus bastiones más importantes que es la Ciudad de México. El resultado tampoco refleja que hayan sido avasallados, pero sí es un llamado de atención a lo que hace y deja de hacer ese partido.

MORENA sigue adoleciendo de la congruencia política que debería caracterizarlo. Como en el pasado, los grupos progresistas no logran cohesionar proyectos y les cuesta mucho alcanzar acuerdos, las elecciones internas de ese partido, explican en mucho el resultado del 6 de junio.

Mientras las bases no se sientan representadas, éste y cualquier otro partido, sufrirá los reveses del electorado cuando llegue el momento. Mucho tendrán que trabajar para asumir el papel que les corresponde como partido en el poder. Porque si hablamos de la desaparición de los partidos de oposición en dos años de gobierno, MORENA también ha estado ausente del escenario político y eso se notó en las urnas.

El ala progresista deberá alinearse y cohesionarse en el discurso con una visión política a la altura que requiere este país. Sin tener que oscilar hacia a los extremos de las corrientes socialistas que, aunque ya son escazas, todavía prevalecen en algunos grupos. MORENA es un partido más plural que ostenta una visión de futuro más humana y social, sin caer el extremo como algunos quieren hacer creer.

Pero deberán entender que este proyecto debe de ir más allá López Obrador, pues de lo contrario, podrían convertirse en un partido efímero que desapareció luego de 2024. 

El PAN y el PRI están en la misma circunstancia, si realmente desean sobrevivir al 2024, deberán enfilar y redefinir sus principios ideológicos, pues si bien es cierto ya no son tiempos del socialismo o comunismo, tampoco son tiempos de fascismo ni totalitarismo.

Ese es, el péndulo que oscila sobre las cabezas de los partidos, pues se corre el riesgo de tender hacia el otro extremo, es decir, que si una vez más, de alguna manera, les funcionó el método del miedo, es posible que no haya una próxima ocasión y para entonces, si no presentan un proyecto más allá de las burbujas egocentristas fundamentadas en el centralismo del país, quizás tal vez será muy tarde, pues aunque les incomode, después de López Obrador, no existe un líder en la política mexicana que aglutine voluntades independientemente del partido al que pertenezca.

Así el panorama rumbo a las que sí serán las elecciones más importantes de México, las de 2024.