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Murió el presidente de la crisis argentina de 2001

Fernando de la Rúa quedó como sinónimo de presidente inepto, timorato e incapaz. | Roque González

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Escrito en OPINIÓN el

El pasado 9 de julio fue día patrio en la Argentina: se cumplió el 203° aniversario de la Declaración de Independencia firmado en la provincia de Tucumán. En ese mismo día murió el ex presidente Fernando de la Rúa, quien se hiciera mundialmente famoso por huir en helicóptero de la Casa de Gobierno (palacio presidencial) el 20 de diciembre de 2001, tiempos en donde en la Argentina estallaba una de las crisis terminales que azotan al país cada 12 o 15 años desde hace, al menos, medio siglo.

De la Rúa había asumido en diciembre de 1999 reemplazando a Carlos Menem, presidente peronista que había instaurado el más explícito neoliberalismo en la Argentina (aunque las dinámicas neoliberales habían comenzado en el país con la última dictadura militar, en el segundo quinquenio de la década de 1970: el neoliberalismo en Argentina y en Chile comenzó antes que en México y que, inclusive, los Estados Unidos de Ronald Reagan y la Gran Bretaña de Margaret Thatcher).

La coalición que llevó al gobierno a De la Rúa era una alianza entre un partido de centro-derecha como la centenaria Unión Cívica Radical -a pesar de su nombre, nunca tuvo ninguna “radicalidad” de izquierda- y un partido de centro-izquierda como el Frepaso (Frente para un País Solidario), ya extinto luego del desastroso gobierno que integraron en 1999.

La administración delarruista garantizó y profundizó el neoliberalismo que venía de los militares y Menem, con una entrega al capital financiero internacional, pauperización de la población y ataques a los movimientos obreros y de lucha social. Ante niveles inaguantables de contracción económica, recesión y falta de trabajo, hacia finales de 1999 se produjo el Argentinazo, con el pueblo trabajador y la juventud volcados a las calles. Aunque De la Rúa decretó el estado de sitio (que se cobró decenas de vidas debido a la feroz represión), se alcanzó un vacío de poder que lo eyectó del sillón presidencial mientras el pueblo gritaba en las calles “que se vayan todos”, en alusión no sólo al gobierno sino a todos los políticos. Tal fue el vacío de poder, que durante los diez días siguientes en la Argentina se sucedieron nada menos que cinco presidentes (incluyendo a De la Rúa): nadie quería ser presidente en un país que se incendiaba, y había tramas mafiosas y complots en contra de todos los que llegaban.

Sin embargo, todos se quedaron: el ministro de Economía es una figura que en Argentina tiene una relevancia desproporcionada; quien ocupó este cargo en el final del gobierno delarruista era Domingo Cavallo, quien había sido una especie de súper ministro bajo la presidencia de Carlos Menem. Luego de la caída de De la Rúa, Cavallo seguía siendo una figura importante en la política argentina. Néstor Kirchner, entonces gobernador de la provincia patagónica de Santa Cruz, estaba aliado con el partido y armado político de Cavallo y de Néstor Béliz, un joven político perteneciente al Opus Dei.

Posteriormente, mientras que Fernando de la Rúa quedó como sinónimo de presidente inepto, timorato e incapaz, en la posterior presidencia de Kirchner hubo funcionarios del gobierno de De la Rúa que formaron parte de su gobierno, como Diana Conti, Nilda Garré o Martín Sabbatella; a su vez, la administración kirchnerista también tuvo ex funcionarios tanto del neoliberal gobierno de Carlos Menem como de la mismísima dictadura militar. En la presente administración de Mauricio Macri se da similar situación.

El discurso político quiere mostrar alguna diferencia entre los partidos en alternancia del poder. Pero la empiria muestra que los malos gobernantes y funcionarios de administraciones antipopulares siguen predominando en la Argentina.

@roquegonza

roquegonzalez@gmail.com

Dr. Roque González. Sociólogo argentino radicado en México, profesor de la Anáhuac y del Claustro; ex profesor de la Ibero y del CCC.