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Mujeres que dejan de ser invisibles

Se logra la firma de los primeros contratos colectivos de trabajo para proteger el trabajo doméstico.

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Escrito en OPINIÓN el

No cabían del gozo el pasado domingo las integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (SINACTRAHO) al lograr la firma con sus empleadores de los primeros contratos colectivos de trabajo pactados en nuestro país para proteger el trabajo doméstico.  Un logro sin precedentes, pero lamentable, hayan tenido que transcurrir más de 100 años, desde la creación del artículo 123 constitucional en el año de 1917, para lograrlo.

Estaban reunidas las trabajadoras del hogar en un hotel del centro histórico de la ciudad de México de ese 23 de julio esperando a que llegaran sus empleadores.  Uno a uno iban llegando, la absoluta mayoría mujeres para anunciar la esperada firma.

Estaban allí Mayte Azuela de la organización Hogar justo Hogar, Christian Diaz Mendoza del Instituto de liderazgo Simone de Beauvoir, Martha Lamas y entre las invitadas estaban la activista Inés Gonzales de la Fundación Friedrich Ebert y de un lado a otro el cronista obrero Gabino Jiménez con sus gráficas y tomando nota de todo lo que ocurría en el evento.

Se veía nerviosas a Marcelina Bautista y Ana Laura Aquino Gaspar, las secretarias generales colegiadas que impulsaron la creación de un sindicato de trabajadoras del hogar esperando que ocurriera la firma de esos contratos colectivos, los primeros en su tipo en el medio laboral.


Lo han logrado sin la intervención del gobierno mexicano que las ha dejado solas.  Recién acaba de declarar al Congreso de la Unión que “no hay condiciones que faciliten el cumplimiento y la ratificación del convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo OIT sobre protección a trabajadoras domésticas”.

¿Pero cómo se atreve el gobierno mexicano hacer esa declaración tan infausta, tan aciaga?   Demuestra no solo incapacidad, sino indolencia, complicidad, para atender la situación de más de dos millones de mujeres que laboran en condiciones, en muchos lugares, infrahumanas.

Hay lugares donde las tienen encerradas y las dejan salir un día cada dos semanas.  Se van los patrones y cierran la puerta con llave para que no se salgan.  En muchos lugares les dan las sobras de comer, la comida atrasada.  Tratan mejor a las mascotas que a las mujeres que realizan trabajo en el hogar.

Es una labor que no se reconoce como un trabajo, por eso los patrones no les dan contrato por escrito.  Las esconden, las hacen invisibles  para evadir responsabilidades.

No hay autoridad laboral que vigile esta labor ni obligue al cumplimiento de las responsabilidades patronales.  La legislación es de vergüenza porque no las reconoce como trabajadoras y solapa la prolongación de la jornada de trabajo al margen de la constitución política y los miserables salarios.

La desmantelada Ley del Seguro Social en su artículo 13 no reconoce a las trabajadoras del hogar como asalariadas, las trata como informales.  Hay patrones que han tratado dar de alta a sus trabajadoras y simplemente la autoridad les dice que no se puede.  El Instituto Mexicano del Seguro Social niega esta posibilidad para darlas de alta como trabajadoras del hogar. 

Por ello las mujeres que realizan este trabajo en el hogar, cuando se retiran, no cuentan con seguridad social, y la mayoría muere en la miseria.  Es una vergüenza que existan ese tipo de legislaciones que se resisten a romper con este tipo de esclavismo moderno.

A esto se debe la importancia que las trabajadoras del hogar hayan buscado a sus patrones para lograr la firma de los primeros contratos colectivos de trabajo. El intentarlo le ha valido a varias, despidos sin pago de indemnización.  Les dicen:

-Yo no quiero ningún contrato ni sindicato alguno, mucho menos en mi hogar.

Las integrantes del Sindicato del hogar discutieron por varios meses con sus empleadoras un contrato colectivo que tomara en cuenta los intereses de las trabajadoras y de las patronas.


¿Por qué me conviene firmar un contrato colectivo de trabajo? Decía una empleadora en la sesión del pasado domingo y se le respondía:

-porque deja clara la duración de las jornadas de trabajo, los horarios de entrada y salida, deja precisados los salarios y prestaciones que se deban cubrir, limita el pago del tiempo extraordinario solo cuando haya mutuo acuerdo, define las partes proporcionales a cubrir, protege la confidencialidad que se debe guardar en el trabajo, define las obligaciones de las trabajadoras en el hogar y sus responsabilidades.

En el evento se presentaron dos tipos de contratos colectivos, uno para las trabajadoras de planta y otra para las de entrada por salida.  Estos documentos son de los más avanzados en la legislación internacional, que considera tanto a empleadores como a trabajadoras del hogar.

Las mujeres que forman parte de este importante sindicato SINACTRAHO han iniciado una campaña para lograr la firma de 10 mil contratos.  Parece un sueño en este país, pero ellas están seguras de que lo van a lograr. 

Al andar al lado de este sindicato han aprendido la importancia de defender los derechos humanos, aún a pesar de la omisión del gobierno federal para que se ratifique el convenio 189 de la OIT que establece las obligaciones para que se proteja esta actividad tan importante.

Causa mucha emoción mirarlas como construyen su sindicato poco a poco, abriendo caminos contra viento y marea, ante los ojos atónitos de una sociedad incrédula que las ignora, que observa a esas mujeres abrirse paso para dejar de ser invisibles y ser tratadas con dignidad.

@Manuel_FuentesM