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Mujeres en primera línea del covid-19

La llegada del covid-19 visibilizó lo innegable, la injusticia que existe entre los géneros. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que hay casi 100 millones de trabajadoras en todo el mundo que llevan a cabo su labor en instituciones sanitarias y de prestación de cuidados, para quienes siempre ha sido difícil compaginar su doble responsabilidad en el plano laboral y familiar. 

Los múltiples aplausos y discursos tanto políticos como sociales al personal de la salud hacen un contraste explosivo ante los actos del gobierno, sus palabras y aplausos se contradicen con sus políticas públicas llenas de carencias y abandono.

La llegada del covid-19 visibilizó lo innegable, la injusticia que existe entre los géneros, además de acelerar la crisis global existente en materia de servicios sanitarios.

La pandemia aceleró y agudizó la situación de injusticia que viven las mujeres, ya que el 70%, conforme a los datos de la OIT, de las personas encargadas de los cuidados llamados de primera línea y de trabajadores en el sector salud, es ocupado por mujeres.

Mujeres valientes que, con gran sentido de solidaridad, enfrentan ahora una doble y hasta triple carga de trabajo, con turnos más largos y pesados en los hospitales por el incremento de pacientes en las últimas semanas, sumado al trabajo doméstico y de cuidado de la familia que no es remunerado y que tras el cierre de las instituciones educativas y de cuidado de menores se incrementan sus tareas.

En muchos casos no sólo es el hecho de ser madre trabajadora, sino el de ser madre soltera, lo cual significa ser el sostén y la única persona responsable de los cuidados del hogar y de los hijos. 

De acuerdo con el Informe “Situación de la Enfermería en el Mundo 2020” de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en todo el mundo el personal de enfermería de 2013 a 2018 sumó 27.9 millones de personas, confirmando que éste es el grupo ocupacional más numeroso del sector salud a nivel mundial al representar el 59% de las profesiones sanitarias. 

Siguiendo con el informe el 90% del personal de enfermería son mujeres, pero son pocos los puestos directivos ocupados por ellas, sin dejar atrás la brecha salarial que aún existe al ganar un 28% menos por el mismo trabajo. 

En México, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) estimó para el primer trimestre de 2019, que 7.4 millones de madres entre 15 a 49 años son trabajadoras subordinadas y remuneradas, y de las 332 mil 200 personas ocupadas en la medicina el 59.9% son hombres y el 40.7% son mujeres, además se estima que hay 265 mil 248 enfermeras (82%) y enfermeros (18%). 

De acuerdo con el “Informe de los Servicios Personales en el IMSS” correspondiente al ejercicio fiscal 2018 encontramos que:

Mujeres y madres trabajadoras del sector salud para quienes la vida se ha complicado en los últimos días, no sólo por la carga de trabajo sino por el riesgo latente de contagiarse ellas y a su familia. Han tenido que realizar paros y manifestaciones de protestas para exigir la entrega de equipos de protección adecuados y de los insumos necesarios; pero la indolencia de los directivos ha sido el pesar diario 

El personal médico ha tenido que adquirir por sus propios medios guantes, batas, delantales de plástico, máscaras, protección ocular, máscaras médicas y respiradores N95, y los que no, pareciera que son enviados a la guerra desnudos, expuestos y sin fusil en mano. Aunado al agotamiento que representa ese trabajo.

Algunos testimonios así lo expresan:

-”El uso del equipo de protección que muchos hemos conseguido de manera particular, es super cansado traer al menos la mascarilla todo el tiempo, dificulta la respiración, la ventilación no es lo mismo, el estrés, el cansancio, traer capas y capas y capas de ropa para protegerte, si te acaloras y no puedes salir, si los googles se te empañan, la visibilidad, no te puedes estar tocando, hay momentos complicados.

También ves al personal echándole ganas, motivados, también preocupados por ellos, por sus familias, personal que también se ha enfermado, que ha fallecido, es una situación con muchas aristas. La salud mental de los profesionales se está viendo mermada.”

Informes de la Secretaría de Salud revelan que el 41% de los contagios se concentra en el personal de enfermería, el 37% en médicos, el 19% en otros profesionistas de la salud, el 2% en laboratoristas y el 1% en odontólogos.

Médicas y enfermeras que este 10 de mayo anhelaron un abrazo que no se les dio, quienes dejaron de compartir con su familia, algunas de ellas preferido no regresar a su hogar por sentir ese temor, esa angustia de poner en riesgo a su familia por la falta de protección que no le brindan las autoridades.

Quienes tuvieron que encargar a sus hijos con familiares o amigos, extrañándolos en todo momento, debieron conformarse con realizar una videollamada para comunicarse con ellos, así de lejos, sin saber por cuánto tiempo se prolongará esta situación. 

Mujeres dedicadas además al cuidado informal, invisibles para el sistema de los servicios de salud, para atender a los suyos, a su comunidad a cambio de poner en riesgo su salud, su vida y una explotación intensa de su trabajo.

Mujeres valientes quienes siempre han sabido que su trabajo conlleva riesgos, pero hoy la diferencia es que un descuido es fatal y la falta de equipamiento incrementa el peligro de perder la vida, como ya está ocurriendo.

¿Hasta cuándo permitiremos la incongruencia de los políticos y de la propia sociedad entre el decir y el hacer?