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Movilidad eléctrica en México

La transición energética no es una moda pasajera, llegó para quedarse y contribuir con nuestra adaptación a las transformaciones climáticas. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Cuando uno lee noticias como la que dio la semana pasada el grupo multinacional Enel X sobre el primer Corredor Panamericano de Carga 100% Eléctrica para promover el uso de energías renovables y un transporte respetuoso con el medio ambiente en los países de América Latina, hace cuestionarnos en qué etapa estamos en México en la llamada transición energética. 

Pues bien, en México no cabe duda de que la transición energética ha comenzado, y poco a poco se están observando cambios de actitud y patrones de consumo entre los mexicanos, especialmente entre las nuevas generaciones. No obstante, hablando específicamente de movilidad cabe decir que, en México, sin contar al sector energético, el transporte es el que más energía consume y el tercer emisor de Gases Efecto Invernadero causantes del aumento acelerado de la temperatura de la Tierra y, en consecuencia, del cambio climático.  

A pesar de que desde hace años el gobierno está buscando expandir el uso de vehículos eléctricos, incluidos automóviles, motocicletas y autobuses, aún no se sientan las bases de una política gubernamental sólida que promueva una movilidad pública, privada y de carga orientada a transitar al uso de energía limpia y mejorar la calidad del aire, especialmente en las zonas urbanas. 

Al revisar el registro de automóviles del INEGI, la utilización de vehículos eléctricos e híbridos se duplicó entre 2016 y 2018, no obstante los patrones de compra-venta muestran que sólo el 0.1% de todo el parque vehicular es de este tipo y corresponden a uso privado en las ciudades con mayor ingreso per cápita, es decir Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey; y su aumento en ventas obedeció más al desabasto de gasolinas que a programas gubernamentales. De hecho, durante el gasolinazo de principios de 2017, las compras de autos eléctricos e híbridos en el primer trimestre equivalieron al 30% del total de 2016; mientras que después de la cruzada contra el “huachicol” del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador a principios de 2019, las compras durante los tres primeros meses del año representaron el 32% del total de 2018. 

En un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo del año pasado se estimó que en México se comercializarían poco más de 61 mil autos eléctricos e híbridos en 2025, no obstante de acuerdo con el INEGI la expectativa del BID ya la superamos pues en julio de 2020 estaban circulando 73.995 vehículos eléctricos. A pesar de estas cifras y del interés de los mexicanos en hacer una transición energética hacia la movilidad eléctrica, las automotrices en México aún enfrentan los obstáculos propios de una industria en maduración, en la que el costo por unidad aún es demasiado elevado y la infraestructura insuficiente, a lo que se añade el desinterés del propio sector automotriz para ampliar el uso de autos eléctricos e híbridos más allá de un producto aspiracional, así como la ausencia de estímulos fiscales y el desinterés por parte del gobierno. Por estas razones, el monto de las compras de vehículos eléctricos e híbridos resulta mínima si se considera que representa sólo el 0.2% del total del parque vehicular mexicano de 2020

Respecto al transporte público, únicamente la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey cuentan con sistemas eléctricos de transporte, los cuales según la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano dan servicio poco más de 30 millones de personas y de acuerdo con la Secretaría de Energía utiliza para su funcionamiento 0.4% del consumo final de energía del Sistema Eléctrico Nacional. Por cierto, la extensión a nivel nacional de los sistemas eléctricos de transporte público estaba planeada para realizarse con base en la Estrategia Nacional de Movilidad presentada en 2018, en la que se contemplaba implementar tres proyectos piloto con recursos de la cooperación internacional, pero su despliegue está estancado pese a que la idea se retoma en el PRODESEN 2019-2033

La importancia de retomar no sólo programas piloto sino también de desplegar una política de movilidad eléctrica radica en que actualmente existen 74 zonas metropolitanas en México que aglomeran al 63% de la población en el país, sin mencionar que hay 132 zonas conurbadas y 195 centros urbanos. La tendencia de crecimiento de estas urbes es irreversible y otorgan a México un perfil predominantemente urbano, por lo que la movilidad y el transporte público a base de combustibles limpios, al menos en las grandes ciudades, debería priorizarse. 

La transición energética no es una moda pasajera, llegó para quedarse y contribuir con nuestra adaptación a las transformaciones climáticas derivadas de la quema intensiva de combustibles fósiles. Ahora, el proyecto del Corredor Panamericano de Carga 100% Eléctrica que se extiende por once países de América Latina, desde México, atravesando por Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Bolivia, Chile y hasta Argentina, representa una oportunidad más que no se le puede escapar a la Cuarta Transformación para subirse al tren de la movilidad eléctrica y promover el acceso a energía limpia y asequible entre un número mayor de mexicanos.