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Movilidad digital

Encontremos lo que distingue cada zona de nuestra ciudad y demos soluciones focalizadas pero integrales.

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Escrito en OPINIÓN el

Con 16 delegaciones de la Ciudad de México, 59 municipios del Estado de México y un municipio del Estado de Hidalgo, la Zona Metropolitana del Valle de México se extiende como una de las conglomeraciones urbanas más grandes y pobladas del mundo. Aunque, desde la década de los ochenta, la población de la Ciudad de México no ha aumentado, la tasa de crecimiento del parque vehicular sí lo ha hecho, dándonos como resultado casi 5.5 millones de vehículos circulando por nuestras calles. No es de sorprender que según el último rankeo de la empresa Inrix, la Ciudad de México siga entre las primeras 15 ciudades en su índice de tráfico.


La inversión en materia urbana debe tener ejes rectores importantes. En movilidad se ha impulsado un cambio en la forma en que la Ciudad gasta el dinero público hacia formas más eficientes, sustentables y equitativas, siendo el transporte público nuestra prioridad. Muestra de ello es la Línea 12 y próximas ampliaciones del Metro, la expansión del Metrobús, la mayor cobertura del programa Ecobici, la modernización de los autobuses concesionados. Estas acciones buscan cuidar el reparto modal existente, en el que siete de cada diez ciudadanos se trasladan en transporte público. Sin embargo, el 30% de la población que utiliza el automóvil como su principal medio de transporte, también es parte de todas nuestras acciones en materia de movilidad. Se promueve así el uso más eficiente de los vehículos, a través de incentivos como el uso del automóvil compartido, y la adopción de modelos basados en “mobility as a service” los cuales aseguran sistemas de movilidad interconectados, con generación de datos, a los que los usuarios acceden a través de una interfaz capaz de dar respuesta a sus necesidades en tiempo real.


La dimensión y cambio constante de la #Megalópolis traen consigo retos de política pública –planeación urbana, provisión de servicios, desarrollo de núcleos económicos- difíciles de tratar de manera particular. La visión debe ser integral: los corredores de transporte deben incorporar dimensiones sociales de vivienda, empleo, educación, salud; la redensificación mediante desarrollo inmobiliario debe garantizar que nueva vivienda contemple la integración urbana y una correcta provisión de servicios –agua, luz, drenaje, desecho de residuos. Sin embargo, en esta integralidad es necesario entender que nuestra ciudad no es una: son muchas. Y así como los problemas a los que se enfrenta el poniente y el oriente de la CDMX son distintos, las herramientas con las que pueden ser superados los retos, también.


La zona de Santa Fe, en particular, ha enfrentado problemas de movilidad ante el incremento del parque vehicular, la limitada oferta de transporte público, e infraestructura que durante años ha ignorado posibilidades de desplazamiento más allá de vehículos motorizados. En paralelo, hemos visto el incremento de soluciones e innovaciones basadas en tecnología que permite la provisión de servicios –en lugar de la fija, y casi inalcanzable por ingreso, propiedad de capitales–, además de datos precisos, en tiempo real, con capacidades predictivas inmediatas. La incorporación de estas nuevas soluciones de servicio ha mostrado su gradualidad, en muchos sentidos tangencialmente a desarrollos de política, lo cual impide su integración. La utilización de estas innovaciones, en un área empresarial, comercial y núcleo de empleo tan importante como lo es Santa Fe, es innegable.


Sin embargo, como gobierno, sería casi imposible otorgar impulso a estos servicios, sin tener antes clara su seguridad, armonización con normativa y lineamientos, y sin asegurar que los usuarios serán los primeros beneficiados. Comencemos la apertura al uso de nuevas tecnologías y nuevas soluciones en movilidad en el debate. Repensemos nuestras vías, la infraestructura ciclista y peatonal, la convivencia de todos los modos. Hagamos juntos nuestro primer piloto hacia una movilidad digital: basada en alternativas de transporte desde interfaces que reúnan los servicios. Pensemos en mejores incentivos para el auto compartido, en propuestas que emerjan desde lo profundo de la sociedad civil, las empresas y el sector público.


Por nuestra parte tenemos avances en los ejes de gestión necesarios para servicios integrales: movilidad (a través de la promoción de un sistema integrado de transporte y la ampliación de nuestros servicios actuales), vialidad (con nuevos lineamientos que aseguren calles para todos, en las que la seguridad vial de todos los usuarios, en especial aquellos vulnerables, sea un derecho garantizado), estacionamiento (con gestión del espacio urbano organizada y que otorgue incentivos para el uso de otros sistemas de transporte), espacio público (que garantice el derecho a la ciudad para todos los ciudadanos, mediante espacios amigables, seguros y equitativos) y datos (que permitan la retroalimentación de servicios, su posible reestructuración y respuesta inmediata, y que en el largo plazo sean un elemento de planeación en política urbana). La Ley de Movilidad y los distintos elementos normativos que surgieron para aplicarla (el Programa Integral de Movilidad, el Programa Integral de Seguridad Vial, la Guía de Infraestructura Ciclista, el Manual de Normas Técnicas de Accesibilidad, los lineamientos de señalización) son la base necesaria para implementar estos cambios bajo ejes rectores de nueva movilidad, atención a usuarios vulnerables de la vía, sustentabilidad, intermodalidad y equidad. Los invito a ser parte de este debate, a reunir propuestas para nuestro primer distrito inteligente y trabajar para impulsarlo juntos. Porque después vendrán los otros. Hagamos distritos escolares, distritos empresariales, distritos de vivienda, esparcimiento, salud. Encontremos lo que distingue cada zona de nuestra ciudad y demos soluciones focalizadas pero integrales. Implementemos el nuevo modelo de movilidad.