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Morenos y blancos

Si algo hemos hecho mal los mexicanos es mirarnos hacia abajo los unos a los otros. Separarnos tajantemente en morenos y blancos. | Laura Raquel Manzo*

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Escrito en OPINIÓN el

Hace más de 20 años en la escuela, el más moreno de la generación se salvó, en parte, de ser discriminado. Era moreno sin embargo, como era de descendencia árabe y de ojo claro, pudo colarse entre los güeros y blancos que prevalecían y logró pertenecer. Sin embargo, el adolescente no se salvó del apodo: “el negro”. Lo llamaban así con evidente burla, y porque su tono de piel destacaba entre los demás alumnos. Desde entonces nada ha cambiado. En las escuelas privadas de México no hay o hay muy pocos morenos, y, normalmente, son discriminados.

La realidad de hoy parece más preocupante por su grado de hipocresía. La verdad es que los blancos no se están casando, no se están mezclando con morenos ni con personas de rasgos indígenas pero van diciéndose que no discriminan, orgullosos de ser mexicanos.

La prolongación de esta circunstancia la constata el más reciente reporte de Oxfam, Por mi raza hablará la desigualdad, en el que se señala que uno de cada tres blancos nace dentro de las familias que pertenecen al 25% con mayor poder adquisitivo de la población. “Esto sin duda es resultado de las privaciones sociales acumuladas por generaciones”, sostiene el estudio, para luego comprobar que la discriminación persiste en la actualidad y que, en México, las personas de piel oscura la tienen más complicada para salir adelante que las de piel blanca. Solo 11.7% de las personas con piel oscura llega a la universidad; esto es casi la mitad que el 20.8% del total de la población. Y los blancos no solo no se están mezclando con los morenos sino que tampoco los admiten en las empresas con la facilidad o la apertura que admiten a los blancos, y menos oportunidades les dan para alcanzar puestos de liderazgo.

Peor aun si se es mujer. ”Con respecto a las mujeres de tonos de piel clara, las de tonos oscuros tienen una probabilidad 43% menor de alcanzar a los niveles de mayor jerarquía en el trabajo”, agrega Oxfam.

Si algo hemos hecho mal los mexicanos es mirarnos hacia abajo los unos a los otros. Separarnos tajantemente en morenos y blancos. Esto, no es visto como un obstáculo sino vivido ignorantemente, por los blancos o los menos morenos, como una circunstancia o un derecho nato. Y ahí tenemos a todos, o a millones de mexicanos, sin importar su grado de tez morena, pretendiendo ser blancos. Ya sea a través del maquillaje o del tinte de pelo, ya sea argumentando que se ha ido mucho a la playa, ya sea nunca mencionándolo. Y basta con toparse con alguien un grado más moreno que uno para discriminarlo y “autosalvarse”.

Es casi 2020 y todavía pensamos que ser moreno es algo malo. Cuánto miedo hemos de tener y en qué endeble lugar ha de estar nuestra seguridad recargada que no hemos sido capaces de construir otras herramientas, otros pilotes que nos sostengan. Vamos por el mundo petulantes del orgullo indígena, contando de los logros de la astronomía maya, del cero, de los colores prehispánicos, del mole, de la tortilla, pero nunca nos mezclamos con ellos. Y así Alexa Moreno, no por indígena sino por medir 1.45m y no ser una sílfide de ojo claro, se convierte en la mofa y el escarnio se desborda en redes sociales. No importa si compite en las Olimpiadas frente a Simone Biles, una negra de 1.42m. A Simone le aplaudimos, a Alexa le creamos memes. ¿Cómo es que no nos avergüenza nuestro grado analfabeto? De dejar de lado esta exclusión no solo seríamos más felices como seres humanos sino que tendríamos la oportunidad de centrarnos en valores con mayor posibilidad de éxito como sociedad, como país, como cultura. Y si algo positivo ha logrado la 4T, hay que reconocer, es poner este tema sobre la mesa como nunca antes. ¿Será que las acciones del gobierno logren disminuir la estúpida creencia que nos detiene? ¿y que nosotros como ciudadanos, estemos abiertos a aprender? ¿Que los fifís dejen de quejarse de discriminación o de enorgullecerse desde el errático lugar por ser fifís, volviéndose a separar de los de piel oscura, de los que siempre han sido, justamente, los marginados, los más jodidos?

*Laura Raquel Manzo

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Anáhuac y con una maestría en Negocios en Internet por el MIB. Ha sido editora de medios impresos y digitales, de contenidos noticiosos y de estilo de vida, así como del segmento de sociales. Su trayectoria de más de 20 años incluye el lanzamiento y regionalización de la revista InStyle y el portal de noticias HuffPost para ediciones mexicanas. Además, estuvo al frente de la revista Quién durante más de cinco años. Es conocida como una editora capaz de innovar, llevando a los títulos que dirige a alcanzar una fructífera extensión más allá de su plataforma original, como lo fueron en su momento proyectos como Quién 50 y 31 Mujeres que Amamos.

Es una líder de opinión en el tema del empoderamiento de las mujeres, y ha participado en diferentes foros, entre los que destaca el Women’s Forum for the Economy and Society en dos ocasiones.