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Modelos de planeación racional

Urge abandonar un enfoque de planeación centrado únicamente en el corto plazo y empezar a tener altura de miras que eviten la improvisación. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Confieso que tengo muchos conflictos con los métodos de planeación dominantes en México. Por lo general construimos con base en un sistema a mi juicio limitado: un diagnóstico, ejes, objetivos específicos, estrategias e indicadores. Esto nos lleva a una planeación con base anual y sexenal, pero nos ha impedido mirar por el largo plazo.

Tal vez es un defecto propio, pero a mi juicio un sistema de planeación que sólo construye parámetros cortoplacistas, impide el desarrollo de proyectos de largo plazo y alimenta la improvisación sexenal. Siempre pongo como ejemplo la construcción de autopistas desde el salinismo: se planteó contar con 6 ejes de costa a costa y 3 ejes de frontera a frontera. Esta visión no se ha alcanzado pero nos hemos acercado de forma consistente.

Por ejemplo, si como país estableciéramos el objetivo de conectar por tren todas las ciudades capitales o aquellas metrópolis de más de un millón de habitantes, tal vez tardemos lustros en alcanzarlo, pero por lo menos tendríamos una luz clara de hacia dónde vamos. Ello es muy distinto a que en un sexenio se plantee un Tren Interurbano a Toluca, ahora el Tren Maya, y el día de mañana tal vez otra obra aislada.

Hoy, entre la extinción del Seguro Popular y la creación del Insabi, con todas sus fallas, empezamos a hablar de una muy necesaria cobertura universal de salud. Sin embargo, no se están haciendo las proyecciones, que por lo menos deberían apuntar a la cobertura geográfica de los distintos niveles de salud, con sus respectivas clínicas, hospitales de zona y regionales, y a la formación de personal médico, a la provisión de equipos y medicinas, y, por supuesto, a la estrategia financiera para lograrlo.

Las grandes ciudades necesitan sistemas de transporte. Durante los últimos años se utilizó el Programa Federal de Apoyo al Transporte Masivo, a cargo de Banobras, como mecanismo para financiar infraestructura. Esto permitió fondear proyectos de transporte en casi todas las grandes ciudades de nuestro país, pero de forma aislada, no abordajes completos del sistema de transporte ni mucho menos estrategias de desarrollo urbano y dotación de servicios.

Seúl abrió su primera línea del metro 5 años después que la Ciudad de México, y hoy cuenta con por lo menos 3 veces más kilómetros de red. No imagino a los surcoreanos centrados en sólo hacer diagnóstico, ejes, objetivos, estrategias e indicadores. Naturalmente hubo un diagnóstico, pero junto con éste una visión, un análisis objetivo y un plan financiero que permitiera tasas de inversión muy superiores a las nuestras. En ese caso, como en el de muchas ciudades asiáticas, las estaciones de los trenes urbanos y suburbanos están rodeadas de vivienda vertical y servicios, cuya construcción ocurrió en paralelo: el desarrollo urbano articulado con la movilidad, el uso de suelo pagando la infraestructura.

En México parece que estamos a años luz de estos métodos de planeación, pero en realidad bastaría con un poco de visión y voluntad, a través de las metodologías adecuadas, por ejemplo, modelos de planeación racional. Necesitamos que ambos elementos, el desarrollo urbano y la movilidad, dialoguen entre sí desde su concepción.

Por ejemplo, muy cerca de las futuras estaciones de la línea 12 del metro de la Ciudad de México, en San Antonio, se han construido edificios de vivienda que no estarán articulados peatonalmente y cuyas obras no han aportado recursos de forma directa a la obra de infraestructura que, en teoría, iniciará operaciones en 2023.

El gran reto es que en el futuro las expansiones del metro, la construcción de trenes alimentadores y suburbanos, busquen el financiamiento en los grandes desarrollos inmobiliarios de la ciudad, y que comencemos a ver las reservas territoriales y las zonas con reciclaje del suelo, como potenciales financiadoras del transporte público y las obras hidráulicas necesarias para las nuevas viviendas. Urge abandonar un enfoque de planeación centrado únicamente en el corto plazo y empezar a tener altura de miras, apoyados en metodologías adecuadas que eviten la improvisación de obras de infraestructura, como el segundo piso vial que se acaba de anunciar para Tijuana.