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Minería a cielo abierto, ¿cuál es la realidad?

La minería a cielo abierto devasta la cubierta forestal, remueve los suelos y tritura la tierra para obtener metales. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Cientos de empleos y un auge económico fue la promesa recibida por las decenas de pobladores de las faldas del cerro de San Pedro, en San Luis Potosí, por parte de integrantes de la minera canadiense New Gold Inc. Las reuniones ocurrieron en el atrio de la iglesia del lugar, un enclave en medio de montañas semiáridas con una colorida iglesia en el centro, reflejo de la bonanza existente en territorio potosino durante el período novohispano, durante el cual se extrajeron cientos de toneladas de plata y otros metales. 

Ese discurso de añoranza del esplendor económico fue el que los empresarios canadienses ocuparon en aquel lejano 1996, cuando convencieron a los pobladores de la comunidad para emprender un nuevo proyecto minero, que a diferencia de los que se llevaron a cabo durante los siglos XVII y XVIII, consistiría en ir desgajando el cerro para ir extrayendo sus entrañas, aquellos metales y materiales que por siglos se habían acumulado en su interior, y que tenían gran valor comercial.

Las reformas aprobadas durante el salinato (1988 -1994) permitían otorgar concesiones a las empresas mineras extranjeras y a los ejidatarios vender sus tierras a particulares. Por esa razón, las empresas mineras buscaban convencer a los pobladores de las regiones consideradas con un gran potencial minero para adquirir sus tierras. Eso fue lo que ocurrió en la población de Cerro San Pedro, muy cercana a la capital potosina, donde muchos habitantes dieron el sí al corporativo canadiense, sin pensar en lo que ocurriría a futuro como consecuencia del proyecto Minera San Xavier.

En primer lugar, tuvieron que desplazarse de sus viviendas originales a terrenos circundantes a la población; la comunidad se dividió porque quienes estaban en contra ganaron un amparo a su favor, pero nunca se respetó, surgiendo brotes de violencia; el cerro que daba nombre a la comunidad, poco a poco fue desapareciendo del horizonte hasta convertirse en un enorme hueco inerte y un cerro trozado en partes. 

Nubes de polvo causadas por el destrozo de las piedras, que provocaron enfermedades en las vías respiratorias de muchas de las y los habitantes del lugar, teniendo mucha incidencia en la salud pública. Sumado a la lixiviación que se llevaba a cabo en el lugar, una técnica proceso mediante el cual se agregan ciertos compuestos al mineral con el objetivo de conseguir una sustancia líquida rica, pero altamente contaminante, sobre todo de los recursos hídricos y de los espacios sólidos, donde se depositan los residuos tóxicos, cuya degradación tardará miles de años para restaurarse. 

Este caso fue el primero en México, pero no es único. En los últimos 20 años se han concesionado más de 29 mil espacios para el desarrollo de la actividad minera, equivalentes a 22 millones de hectáreas de territorio. Muchos de ellos en áreas naturales protegidas, núcleos agrarios o áreas forestales de manejo sustentable, donde suelen conservarse especies. En su mayoría, estos proyectos no cumplen con las manifestaciones de impacto ambiental. 

Y ha dejado más de 71 casos de agresiones a personas defensoras ambientales que buscaban la protección ambiental frente a proyectos mineros, 

Así lo mencionaron especialistas e integrantes de colectivos de comunidades a favor del manejo forestal sustentable durante un foro de reflexión a propósito del Día Mundial Contra la Minería a Cielo Abierto, convocado por el Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en el que se denunció que la minería a cielo abierto devasta la cubierta forestal, remueve los suelos y tritura la tierra para obtener metales, además de utilizar químicos como cianuro mezclados con agua.

En el marco de la efeméride, el Seminario convocó a participar en el proyecto Documentación Colectiva Así se ve la Minería en México 2021 para documentar los impactos negativos que las actividades mineras causan en los territorios y en la vida de las comunidades, pues, investigadoras como Leticia Merino, titular del Susmai, han considerado cuestionar lo que ha ocurrido en la materia a 29 años de la aprobación de la Ley Minera y preguntar ¿qué le ha dejado la minería a México? ¿Qué realidades y paisajes deja la actividad minera? ¿Qué sucede en las comunidades afectadas por los proyectos mineros?

Este proyecto ya hizo un ejercicio similar en 2020, que se puede consultar en el sitio web, subdividido en cuatro grandes bloques temáticos: contaminación ambiental, impacto a la salud, resistencias comunitarias y comunidades y territorio. 

“La minería promete beneficios a las comunidades, pero no es real. Es un desastre, es destrucción”, menciona Netzar Arreortúa, ejidatario de Capulalpam de Méndez, Oaxaca, quien ha denunciado que las concesiones mineras de la Sierra Juárez abarcan más de 70 mil hectáreas, y aunque ya no se han otorgado más, los que permanecen, siguen causando afectaciones.