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Migrantes, las víctimas de la relación México-EU

Poco a poco la retórica antiinmigrante y antimexicana de Trump se ha materializado

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Escrito en OPINIÓN el

Con la investidura de Donald Trump quedó claro que su administración estaba decidida a reforzar su frontera sur para reducir el flujo migratorio. Poco a poco la retórica antiinmigrante y antimexicana de Trump se ha materializado en el inicio de la construcción del muro en la frontera correspondiente a California, el despliegue de la Guardia Nacional, la batalla legal y política en torno al programa DACA y la suspensión del Status de Protección Temporal a miles de nacionales de Centroamérica y del Caribe. 

México: asilo de migrantes


Las duras políticas de seguridad y de inmigración de Trump han provocado que un gran número de personas abandonen toda esperanza de llegar a Estados Unidos y opten por solicitar asilo en México, convirtiendo al país en un refugio de migrantes en tránsito que huyen de la pobreza y la violencia de sus países.

Con la Orden Ejecutiva sobre “seguridad fronteriza y mejoras en el control de la inmigración” de enero de 2017, Trump decidió que los migrantes detenidos deberán ser deportados “al territorio del que llegaron”(en muchos casos México), donde deberían permanecer “a la espera de un procedimiento formal de expulsión”. De noviembre de 2017 a la fecha, la administración Trump comenzó a revocar el Status de Protección Temporal de 200 mil salvadoreños y 59 mil haitianos, además de miles de nicaragüenses y hondureños, entre otras nacionalidades.

Tan solo estas dos medidas han provocado que muchos migrantes queden varados en México, entre ellos miles de haitianos en Baja California que, hasta diciembre de 2017, sumaban 2,890, a los que el gobierno mexicano otorgó permisos de residencia por razones humanitarias. De acuerdo conACNUR, en 2017 México recibió 14,596 solicitudes de asilo, un incremento del 66% con respecto a 2016, y de las cuales casi 10 mil fueron presentadas por nacionales de El Salvador, Honduras y Guatemala. Sin embargo, solo el 52% han sido elegibles para recibir apoyo de ACNUR.

Migrantes en tránsito



La situación de los migrantes en tránsito ha sido debatida en el Congreso estadounidense, el cual, en noviembre de 2017, aprobó considerar un proyecto de ley para declarar a México como un “tercer país seguro” para los solicitantes de asilo. Proyecto que, por cierto, es rechazado por los defensores de los derechos humanos, pues les preocupa, por un lado, que Estados Unidos renuncie a su responsabilidad de proteger a los refugiados y, por otro, que México no representa una opción segura para los migrantes y refugiados, ya que carece de los recursos para atender las solicitudes de asilo en constante aumento y cubrir las necesidades básicas de bienestar, protección y seguridad. 

Por otra parte, si bien en febrero pasado la Corte Suprema estadounidense decidió frenar la anulación del DACA, en abril Trump amenazó nuevamente con endurecer su postura hacia el derecho de residencia de los casi 800 mil “dreamers” que en su mayoría son mexicanos, seguidos muy lejos por salvadoreños y guatemaltecos.

Tensión entre México- Estados Unidos


Otra consecuencia de las medidas antiinmigrantes de Estados Unidos ha sido que el control de la frontera sur de México para contener la migración, pasara, como nunca antes, a ser un asunto de la agenda bilateral con Estados Unidos que depende de la capacidad de las instituciones mexicanas para frenar el paso de centroamericanos hacia territorio estadounidense.

En febrero y abril de 2017, México y Estados Unidos llevaron a cabo dos reuniones militares de alto nivel. En ambas, los dos países se comprometieron a cooperar en materia de seguridad y a reforzar las acciones militares para controlar la migración centroamericana.

Tristemente, el propio Canciller Luis Videgaray ha presentado a Centroamérica como el origen de la migración y ha calificado a México solo como país de tránsito, que puede compartir con Estados Unidos la responsabilidad de controlar el flujo migratorio. Es cierto que el desarrollo económico de Centroamérica es la solución al fenómeno migratorio como ha dicho el Canciller mexicano. Sin embargo, también es cierto que los mecanismos de cooperación internacional de México, como el Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica, y bilaterales con Estados Unidos, como la Alianza para la Prosperidad, no han sido suficientes para reducir la migración mediante la promoción del crecimiento económico y la represión de las pandillas delictivas en Centroamérica. 

Es poco probable que Trump relaje su postura hacia la migración y hacia México. De hecho, su última grandilocuencia contra los migrantes y México fue durante una reunión con autoridades de California a mediados de este mes, en la que se refirió a los pandilleros de la MS-13 como “animales” y que “México habla, pero no hace nada por nosotros, especialmente en la frontera. Ciertamente no nos ayudan mucho en el comercio, pero especialmente en la frontera. No hace nada por nosotros.”

Pese a las constantes agresiones de Trump, el gobierno mexicano se ha esforzado para mantener abierto el diálogo con la administración estadounidense, pero lamentablemente apostó todo al TLCAN y subordinó a la negociación del Tratado otros temas de la agenda bilateral, como seguridad y migración a lo largo de su frontera sur. Para muchos mexicanos esta actitud conciliadora hacia la Casa Blanca no ha tenido ningún resultado práctico, ya que a pesar de todo, la relación de México con Estados Unidos está en un nivel de tensión sin precedentes y cuyas principales víctimas son los migrantes y refugiados. 

Breves de Trump: Jerusalén, migración, Rusia

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