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México vs Peña Nieto, el partido decisivo del mundial

Si la contrarreforma constitucional en materia energética fue aprobada la madrugada del 12 de diciembre, su ley secundaria será discutida durante el mundial de fútbol de Brasil. La estrategia política del gobierno exhibe la antidemocracia, la trampa y la cobardía del gobierno federal y sus aliados que prefieren jugar con los tiempos y apostarle a los distractores antes que dar un debate abierto y razonado frente a la ciudadanía.

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Escrito en OPINIÓN el

Saben que la inmensa mayoría de la población en México está contra la privatización del petróleo. Por eso buscan aprobarla de espaldas a la nación. Quieren dar un madruguete, meterle un gol al país.

La ruta planteada en el Senado para aprobar las leyes reglamentarias en materia energética es una estrategia clásica de los regímenes autoritarios. Para el 17 de junio, día en que México enfrentará a Brasil en la justa mundialista, pasarán al pleno la votación de los dictámenes aprobados en comisiones. Mientras la gente siga con atención el encuentro los legisladores estarán asestando un golpe histórico para el país. La apuesta del régimen es que todo se diluya en el festejo o en el lamento ante el resultado del partido.

Evidentemente, los medios estarán en una dinámica en donde el grueso de la programación esté anclado en la cobertura de la Copa Mundial de Fútbol y lo que suceda en el congreso tendrá un espacio marginal, imperceptible.

Evidentemente, la culpa no es del fútbol sino de los legisladores y del gobierno. Son una verdadera vergüenza, son unos verdaderos malandrines. Las llamadas reformas estructurales y sus respectivas leyes secundarias han significado severas derrotas para la gente que ahora enfrenta la vida sin derechos laborales, con bajos salarios e impuestos altos. Por eso, resulta obvio que los partidos de la Selección Nacional emocionen y atrapen la atención de la población. La gente busca una victoria, un motivo para festejar en medio de la desolación que ha dejado a su paso el regreso del PRI al poder.

No obstante, aunque los jugadores mexicanos logren buenos resultados, la felicidad será pasajera. El partido decisivo para nuestro país no se jugará en tierras brasileñas y no será ante la escuadra carioca sino contra Peña Nieto y lo que está en disputa es el petróleo. ¿Hay forma de ganar este encuentro? Por supuesto. Como dicen los clásicos del balompié: “esto no se acaba hasta que se acaba” y al tema de la privatización del petróleo todavía le faltan los tiempos extras y, si es necesario, hasta los penaltis.

La historia como el fútbol, los símbolos y los hechos memorables se construyen en los últimos minutos cuando un equipo o una nación muestran el arrojo y la determinación necesarios para cambiar un resultado, un minuto e incluso un segundo antes del final.

La colecta de firmas a favor de la consulta ciudadana en materia energética es el factor que no sólo puede llevarnos a alargar el partido de la privatización del petróleo sino a dar la voltereta al marcador final y echar abajo la entrega de nuestros recursos naturales.

Contrario a lo que piensan los privatizadores, la pasión por el fútbol no significa que la lucha pare porque toda la alegría que pueden ofrecer las estrellas mundialistas no borra los agravios ni las penurias económicas por las que pasan las familias por culpa de sus reformas. En las fechas mundialistas, los brigadistas promotores de la soberanía nacional seguirán tocando puertas y recabando apoyo. Sobre la privatización aún no se ha dicho la última palabra. La gente puede vencer con un gol de último minuto. Peña Nieto no trae puesta la camiseta de México, lleva los colores de las transnacionales.   Se le puede ganar. Para ganarle hay que firmar y obligarlo a una consulta popular sobre el petróleo el próximo año.

@martibatres