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México un país de tormentas y misterios económicos

México se encuentra en la misma ruta de los últimos años sin un programa de reactivación económica.

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Escrito en OPINIÓN el

La “tormenta” fue anunciada, el gobernador del Banco de México utilizó la analogía climática para sentenciar lo que viene en la economía nacional. Fue claro al señalar que no importa quién gane la elección en Estados Unidos, nuestro país debe prepararse para una mayor inestabilidad financiera y un menor crecimiento económico.

 

No se debe olvidar que el gobernador del banco central comenzó el año de esa forma, fustigando el manejo de las finanzas públicas. Sólo basta recordar aquella conferencia en la Universidad Panamericana, cuando señaló la urgente necesidad de reducir el ritmo de endeudamiento del gobierno. Su comentario no fue algo menor, el encargado de la política monetaria se metió al terreno de la política fiscal, que se encuentra a cargo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Habría sido una comidilla política si hubiera sido al revés.

 

El señalamiento fue contundente, sin un ajuste fiscal, es decir sin recortes al gasto público, el banco central tendría que endurecer su postura de política monetaria. En otras palabras, si el gobierno no reducía su déficit y con ello las erogaciones destinadas a infraestructura, desarrollo social y crecimiento económico, el Banco de México subiría sus tasas de interés.

 

El problema es que todo ocurrió: se recortó el gasto y  el déficit pero ello no fue suficiente, las tasas se incrementaron. El anuncio del apretón del cinturón superó los 100 mil millones de pesos, pero para Banxico no bastó, desde la perspectiva de los encargados de la política monetaria se necesitaba más.

 

La afectación recayó en la inversión pública, con ello terminó el proyecto del gobierno relacionado con un desarrollo de nueva infraestructura, uno a uno se fueron cancelando proyectos que antes fueron considerados como relevantes.

 

La razón radicó en que el déficit fiscal y el ritmo de endeudamiento seguían representando una fuente de preocupación, lo que ocasionó nuevas advertencias, ahora de las calificadoras internacionales. La salida de capitales continúo profundizándose y provocó la fuerte depreciación del peso: por algunos días llegó a más de 20 por dólar.

 

Eso explica porqué la dosis de política restrictiva se repitió en más de una ocasión, la última ocurrió con la presentación del presupuesto para el 2017 y el anuncio posterior de un nuevo incremento en los réditos.

 

No hay otra interpretación, la política económica es restrictiva, su objetivo central no es generar crecimiento superior al 2.5%, eso quedará para otra ocasión. Hoy su principal compromiso es crear las condiciones que la autoridad económica considera elementales para que las instituciones y calificadoras financieras estén tranquilas. Para que no bajen la calificación de la deuda mexicana.

 

Por ello se destinó gran parte de los excedentes financieros obtenidos por el Banco de México a pagar la deuda. En lugar de destinarse a obras de infraestructura se prefirió trasladar esos recursos  a los acreedores. El sacrificio recaerá en el crecimiento y desarrollo del país.

 

La arquitectura del presupuesto del 2017 tiene la misma lógica, una reducción de 115 mil millones de pesos en inversión pública pero un incremento de 123 mil millones para el pago de deuda: satisfacer el débito público se ha convertido en la verdadera Súper Secretaría del gobierno, el año entrante acumulará más de 601 mil millones de pesos, más del doble que lo destinado a inversión.

 

A nadie debería extrañar porqué México no crece más: un país que destina mayores recursos para pagar deuda que en inversión productiva está condenado a ello, particularmente cuando también endurece las condiciones financieras que enfrenta el sector privado.

 

En este sentido extraña que el Banco Mundial vea como un “misterio” que, aún con las reformas estructurales, México no pueda superar esa fase de estancamiento estabilizador: así se diseñó el modelo económico desde hace 30 años, pagar deuda, estabilizar la economía y sacrificar la inversión cuando existan problemas. El resultado un crecimiento promedio de 2.5%. Las reformas económicas de los últimos 35 años no son compatibles con la realidad de la mayor parte de las empresas nacionales.

 

México se encuentra en la misma ruta de los últimos años, sin un programa de reactivación económica distinto el país seguirá atrapado por las mismas fuerzas que le llevaron al estancamiento estabilizador improductivo.

 

 @jldg71

@OpinionLSR