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México tras lomita

Al presidente mexicano sus asesores le asestaron un documento para ser leído ante el pleno de la ONU.

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Escrito en OPINIÓN el

Al presidente de México, Enrique Peña Nieto le preocupa mucho el asunto internacional; digamos que en tanto se refiera a la opinión que se tenga de su gobierno  fuera del país.

 

Al principio de su gestión le otorgaron portadas de periódicos y revistas internacionales así como grandes reportajes en los que se anunciaba el “Momento mexicano”… ‘The mexican moment’… Y él aparecía como el salvador de la patria: Y todo estaba bien…

 

Pero cuando los mismos periódicos, revistas y medios que lo habían recibido con aplausos y en algunos casos mediante pautas económicas, vieron que acá las cosas no eran del rosa mexicano que les decían y que acá no todo el monte es de orégano, comenzaron a ser críticos y despectivos con ese mismo gobierno mexicano: Y entonces las cosas ya no estaban tan bien. El presidente mexicano se sintió incomprendido a pesar de que sus reformas estructurales habrían de darle un ‘nuevo vigor y más salero a la vida mexicana’…  Pero nada aún…

 

Sus viajes al extranjero han sido fenomenales. De gran boato. De multitud de invitados. De grandes cortinajes y alfombras rojas. De brindis cariñosos y palabras cruzadas y caramelosas, como cuando fue al Reino Unido o como cuando vino el rey de España a México o cuando se hizo amigo del presidente de Francia, François Hollande y asistió como invitado especial a las fiestas patrias de ese país… “Allons enfants de la patrie, le jour de gloire est arrivé!...”. Y por ahí el asunto.

 

Y sin embargo poco peso específico se le da en México a la gran política internacional, o política global. En donde existen compromisos, responsabilidades, beneficios, apoyos, sapiencia y virtud, que se dice, para construir la fortaleza de México dentro y fuera y para ser parte del todo en armonía y evitar conflictos tanto económicos como sociales o políticos… y todo eso que ya se sabe.

 

Pues nada que es tan poco el amor,  y se desperdicia en celos. El presidente quitó de la cancillería al señor José Antonio Meade Kuribreña, a quien trasladó a la Secretaría de Desarrollo Social, que es decir, a mejor vida futura y puso en su lugar a quien estaba antes como secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, haciendo caso omiso de los consejos que le recomendaban poner ahí a alguien con experiencia en temas internacionales, en diplomacia y en negociación global.

 

Nuestra cancillería tiene a gente muy valiosa. Muchos sabios en asuntos que tienen que ver con lo que se cocina afuera y lo que México debe cocinar para el exterior. Nombres hay porque también existe una larga tradición mexicana en buena política exterior. Una de las mejores aportaciones de México al mundo. Y México era cabeza en las negociaciones latinoamericanas, era interlocutor con Cuba, se le consideraba en temas razonables de su zona y de su personalidad… Ya no.

 

La señora Ruiz Massieu aceptó ser Canciller mexicana. Está en su derecho. El tema sigue siendo el mismo: ¿Tienen que aceptar los funcionarios cargos de responsabilidad en los no son ni vocados ni capaces?... Hasta hoy a la Canciller mexicana se le ha puesto como defensora de las víctimas de la agresión militar en Egipto y va y viene vestida de negro para atender el tema, en tanto el problema de los migrantes mexicanos o centroamericanos sigue en el mismo lugar y con la misma gente…

 

Esto es: Al presidente mexicano sus asesores le asestaron un documento para ser leído ante el pleno de la Organización de las Naciones Unidas el lunes 28 de septiembre. Centró el discurso en dos temas: La protección mundial a migrantes, que es un tema coyuntural que tiene que ver con el tema de los asilados sirios en Europa en medio de una gran tragedia mundial y social…

 

(Sin olvidar –de nuevo- que el gobierno de México no ha solucionado el problema de agravios a migrantes centroamericanos que pasan por nuestro país para ir al mundo de Oz y que nuestros migrantes mexicanos que están en el mundo de Oz son muy frecuentemente  maltratados, vejados, humillados y ofendidos.)

 

El otro tema que quiso ser internacional, pero que claramente está codificado: El de los populismos. A principios de septiembre, durante su mensaje político al Tercer Informe de gobierno, el presidente Enrique Peña Nieto dedicó 815 palabras de su discurso a hablar sobre el riesgo del populismo y la demagogia. Se entendió que se refería a Andrés Manuel López Obrador y a su partido Morena.

 

Al llevar el mismo tema a uno de los foros internacionales más importantes del mundo dibuja un estado de ánimo, una preocupación y, como sin quererlo, un apoyo a esos presuntos populistas pues ahora todos voltean a ver a AMLO y, por lo mismo, lo fortalece…

 

Dicen sus asesores que en realidad, en la ONU se refería a Donald Trump y su populismo de derecha. Ese que ha utilizado para insultar a los trabajadores mexicanos y a México, con lo que ha conseguido exacerbar a esa ultraderecha estadounidense, nacionalista y peligrosa…

 

En todo caso hubiera sido muy bueno que el discurso presidencial que nos representa en la ONU fuera de tal envergadura que no existiera le menor duda de que México está atento al acontecer mundial, que se posiciona, que muestra fortaleza y que merece la atención de todos; y que en ese acontecer mundial predomina el interés de todos los mexicanos, no sólo de su gobierno...

 

Muchos otros mandatarios expresaron sus propios intereses e incluso sus diferencias como Obama con Putin respecto de Siria; o Dilma Rousseff tratando de generar confianza en la economía de Brasil, o Raúl Castro exigiendo a EUA el cese del bloqueo y la devolución de Guantánamo…

 

En fin que la medida de cómo se ve a México, allá, tras lomita, es la medida de las aspiraciones de nuestro gobierno. ¿Cuáles son?

 

@joelhsantiago