Main logo

México secuestrado

A nosotros nos tiene secuestrado el SAT, el IMSS, la CFE, PEMEX, y diversas empresas paraestatales, sin tomar en cuenta a Telmex, Telcel, o a las particulares Elektra, Coopel, entre otras.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Desde hace varias décadas México está secuestrado. Las ilusiones y proyectos de vida de los mexicanos están en manos de quienes deciden el destino del país. Hay incertidumbre, desempleo, violencia, una crisis que golpea a las clases bajas, un campo desolado, una galopante corrupción y el fantasma del narcotráfico que recorre todo el territorio.

 

El panorama es sombrío. Desde la perspectiva oficial el país en viable; desde la sensación ciudadana, no. No hay un solo día en que no se entere uno de algún agente policial extorsionador, de un político que amasa fortuna, de un empresario que busca cómo darle la vuelta al fisco o del ciudadano de a pie que sólo extiende la mano para recibir la ayuda oficial.

 

Nadie lo duda: estamos jodidos. A este país lo tiene secuestrado una clase política que no cambia, que no ve más allá del mero ejercicio del poder. Las cacerolas están vacías. Hay desaliento entre los agricultores; los ganaderos trinan de coraje por el poco respaldo oficial y las mejores economistas, las amas de casa, retornan del mercado con sus bolsos vacíos.

 

A este paso algo sucederá a corto plazo. O los políticos se alinean y escuchan el reclamo social o se desata una crisis sin precedentes. No  es una percepción catastrofista. Esta es la realidad que nos gobierna.

 

“Secuestrar” es –según la RAE- “retener indebidamente a una persona para exigir dinero por su rescate, o para otros fines o tomar por las armas el mando de un vehículo, ya sea un avión, un barco o para la concesión de ciertas reivindicaciones”.

 

A nosotros nos tiene secuestrado el SAT, el IMSS, la CFE, PEMEX,  y diversas empresas paraestatales, sin tomar en cuenta a Telmex, Telcel, o a las particulares Elektra, Coopel, entre otras que mes a mes nos “roban”, literalmente, los pocos ingresos. Débale Usted al Sistema de Administración Tributaria o al Seguro Social y verá lo que sucede. Mañana, tarde y noche lo acosan los cobradores. Ni se diga de esas empresas que semana a semana llegan a la casa de millones de mexicanos a cobrar por electrodomésticos.

 

Pemex se pasó de la raya. El robo que comete en un país productor de petróleo es descarado. Pagar 13 pesos por un litro de combustible es un escándalo. El dinero se evapora a la par del carburante. Por eso es que las ilusiones y proyectos de vida de los mexicanos están secuestrados. No hace falta un AK-47, una .9 milímetros o una 45 para atracarnos. Nos asaltan todos los días con una sonrisa.

 

El secuestro no sólo viene de parte de la delincuencia organizada, sino también de un mecanismo hamponezco que desde las esferas del poder nos extorsiona y amenaza con cobros indebidos, elevados. Hay un dolor social, una desolación. Falta liderazgo para encabezar la protesta frente a una clase política que se embolsilla todo. A los diputados y senadores ni tomarlos en cuenta. Éstos legislan de espaldas al pueblo.

 

Aunque hay gente en el entramado político y social dispuestos al cambio, la mayor parte de gobernadores, alcaldes, y funcionarios de tercer nivel han llegado al poder para enriquecerse. La justicia social quedó de lado. Hay que ir a recorrer la sierra de Guerrero, Oaxaca, la Selva Chiapas, a Michoacán o a la Sierra Tarahumara o las costas de gran parte de México o las ciudades para ver que desde esos lugares salen miles de personas que después deambulan con sus vendimias en calles de diversas ciudades.

 

Vicente Fox, el detestable ex presidente de México, tenía razón en algo: este iba a ser un país de “changarreros”. Hoy hay changarros por todas partes: venta de tacos, carnitas, centros botaneros, venta de elotes hervidos, fondas, tendajones, vendedores ambulantes de chicharrines, empanadas, cocteles de mariscos, micheladas al paso, entre otros. Y todos, todos se quejan de que la crisis los ha comenzado a golpear.  La reforma tributaria les vendrá a dar el puntillazo final. Al tiempo.

 

Los despidos han comenzado en muchas empresas y mucha gente ahora está esperanzada en la asistencia gubernamental a través de la Cruzada Contra el Hambre que está sirviendo como arma política para gobernadores, alcaldes y aspirantes a diputados que regalan los alimentos a cambio de un voto para sus partidos políticos.

 

Del México bronco pasamos al México secuestrado. Nadie dice nada. Agachar la cabeza se volvió un deporte nacional. Nadie dice nada porque es meterse con el poder.  El temor es tan grande que, para muchos, es preferible callar.

 

¿O no?

 

joseluiscastillejos@gmail.com

 

@jlcastillejos