La economía mexicana está semiparalizada, con el campo y provincias colapsadas y un gobierno que aún no tiene una estrategia o ruta que permita su reactivación.
Ante la debacle financiera de millones de familias, quienes no se logran recuperar de la pandemia, surgió el changarrismo.
Y desde los changarros se está dando la batalla por subsistir en un país donde el gobierno se desentiende de los problemas y, perversamente, descalifica a sus críticos.
Desde hace algunos años el Nostradamus panista Vicente Fox, que le tocó gobernar parte de la bonanza de México, se escudó en el modelo del changarrismo como medio de subsistencia de millones de mexicanos.
Él tomó como bandera de desarrollo para México la proliferación de changarros.
Aún no sabemos cuál fue su referente: Corea del Sur o Irlanda.
De esa forma se desentendió de la creación de empleos y vio en el changarrismo la puerta de salida a millones de personas que vive en la informalidad.
Pero esta política de Estado, que pensamos sería pasajera, ya se ancló, echó raíces y hoy 55 por ciento de la población sobrevive de sus ventas.
Esta economía informal revela que a los gobiernos no les interesa generar empleos.
Ingenuamente el entonces presidente Vicente Fox creyó que México podría tener un rol preponderante en la economía globalizada y, erróneamente, creyó hacerlo desde el changarrismo, medio usado por millones se personas para sobrevivir.
Los negocios pequeños y micros representan 97% de las empresas mexicanas apenas contribuyen a la subsistencia de sus inversionistas.
En materia económica, México va en retroceso. No hay nuevos datos ni esperanzas de un repunte o de revertir la actual situación en el corto plazo.
A pesar de la crisis financiera y el nulo crecimiento económico, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador no hace nada por dar certidumbre a la inversión o generar empleo e implementar políticas para desarrollar el agro
La economía mexicana está en clara recesión. Pero al gobierno de AMLO poco le importa que la economía mexicana se estanque. No hace nada para revertir la tendencia y no tiene una estrategia para mejorar la situación de los mexicanos.
Es increíble que, a pesar de todo el potencial, la economía no crezca y esté estancada.
No hay pretextos para el Gobierno de México para no enrumbar tras la pandemia del covid-19. Debe promover e impulsar los proyectos de inversión productiva con toda la fuerza del Estado, para que se reactive la economía y se generen nuevas fuentes de trabajo.
Pero el gobierno de la 4T sigue dando la espalda a la demanda social de fomentar el empleo. Las malas decisiones de la actual administración tiene a todos arrinconados.
Es innegable que hay un círculo vicioso y si no se corrige el rumbo, la economía de los mexicanos sufrirá un colapso a mediano plazo con afectación directa en la generación de empleos.
Es un tema, sin embargo, que López Obrador no quiere ver.
El tiempo, que no perdona nada, le pasará factura más temprano que tarde.