Main logo

México: País de extremos, contradicciones y opuestos

Somos apasionados activistas en nuestras redes sociales, pero no salimos a votar. Buscamos a los golpeadores y asesinos de perros, olvidamos a las muertas de Juárez.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Le rezamos a la virgen morena, pero somos histórica y profundamente discriminatorios. Nos reímos” de la muerte, pero les lloramos a nuestros muertos toda la vida. Nos asusta la regulación de la mota mientras aprendemos desde pequeños a emular a Pedro Infante y sus parrandas (quien por cierto era abstemio). Aceptamos (de dientes para afuera), la diversidad sexual, pero le gritamos puto” al portero contrario. Nos desgarramos las vestiduras porque México no sobresale en el futbol, pero nadie celebra a nuestros campeones en olimpiadas internacionales del conocimiento.

Nos convertimos en activistas expertos en el conflicto en la franja de Gaza, pero ya olvidamos a los miles y miles de muertos del pasado y el actual sexenio. Alzamos la voz contra las marchas, los franeleros y los ambulantes, pero nada pasa cuando muere un inocente por una ley a todas luces represiva o cuando el hijo de un gobernador se reúne a plena luz del día con La Tuta. No olvidamos a Julio César Chávez, pero ya se nos olvidó quién es Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre. Tenemos un alcalde electo que declaró si robé, pero poquito.

 

Nos jactamos de una supuesta equidad, pero la idea de una mujer Presidenta de la República se antoja aún lejana. Respetamos a las mujeres que llevan bolso, pero los hombres que cargamos mochila somos revisados al entrar a cualquier establecimiento comercial. Impedimos abordar un vuelo comercial a quien está tatuado. Despedimos a mujeres embarazadas. Seguimos diciendo negro, chino, naco” y jodido” sin el menor pudor, reserva o conocimiento. Nos acostumbramos al abuso. Nos acostumbramos a abusar. Amamos los nuevos estadios aunque no tengamos drenaje pluvial. Tenemos grandes bibliotecas y recintos nacionales con filtraciones y errores estructurales que son producto de la más desmedida corrupción y nadie dice nada.

 

No le damos seguimiento a los temas que nos deberían seguir avergonzando ante el concierto mundial y ante nosotros mismos. Olvidamos muy rápido. Ni Díaz fue tan malo ni Juárez fue tan bueno. Tenemos senadores, diputados, delegados, alcaldes y funcionarios públicos mirreyes cuyos únicos acercamientos con la terrible y extrema pobreza que existe en nuestro país han sido a través de breves campañas donde comen con el pueblo” al que se deben y por el que diariamente luchan.

 

Somos apasionados activistas en nuestras redes sociales, pero no salimos a votar. Buscamos desesperadamente a los golpeadores y asesinos de perros que se jactan de sus fechorías en Facebook, pero nadie habla ya de las muertas de Juárez. Nos vanagloriamos del ingenio mexicano, pero sufrimos de una fuga masiva de cerebros. Queremos democracia, pero no sabemos discernir sin insultar. Renegamos del estereotipo, pero lo glorificamos en la TV. Nos quejamos de la mordida, pero bajamos audio y video sin pagar derechos. Levantamos las cejas porque en el norte se celebra más halloween que el Día de Muertos, pero nuestro mariachi tal como lo conocemos fue diseñado por Maximiliano de Habsburgo.

 

Nos indigna el inhumano trato a nuestros hermanos migrantes hacia los Estados Unidos, pero tratamos con la punta del pie a los hermanos centroamericanos. Hacemos las cosas a huevo” cualquiera que sea el significado de la frase (que quiere decir muchas cosas y cuyo origen es inmensamente profundo). Cantamos por tristeza, cantamos por despecho, cantamos por la tragedia. Apoyamos a nuestros migrantes, pero los nacidos en el país vecino son llamados despectivamente pochos. Todo lo arreglamos (y mejoramos), pero no confiamos en marcas mexicanas. Somos excelentes anfitriones, pero pésimos compatriotas. Tenemos armas prohibidas, pero con machetes cortan las cabezas. Nos quejamos del patrón, pero le robamos, nos quejamos del empleado, pero lo explotamos.

 

El Día de la Madre es casi sagrado, pero nos encanta decir que nos vale madre. El mole es chocolate con chile. Celebramos las hazañas de Pancho Villa, pero ninguna ciudad en el país lleva su nombre. Tenemos Niños Héroes que no eran niños cuando fueron héroes. En muchas partes del país los sindicatos de maestros se comportan como pandilleros y los pandilleros como maestros. Tenemos representantes que no son ni populares ni nos representan. Tenemos partidos políticos cuya afiliación en suma no es ni la mitad del electorado. Un Presidente de la República que fue electo por menos de la mitad de los mexicanos.

 

Nuestro petróleo nunca ha sido realmente nuestro. Nuestras tortillas no están hechas de nuestro maíz. Añoramos la vida en el campo pero lo tenemos olvidado. La No Reelección es sagrada, pero dejamos en manos de los gobernadores la elección de diputados, senadores y alcaldes. Aquí hay extorsiones, balaceras, decapitaciones, fusilamientos, granadazos, persecuciones, enfrentamientos, secuestros, pero nos preocupa no llamarle Guerra. Tenemos desde la ciudad más diversa hasta la comunidad más cerrada. Morenazis. Mexicano es un cineasta cuya historia enmarcada en la Revolución tuvo que se enmarcada en la guerra civil española porque mejor encontró financiamiento en España que en nuestro país, hoy dirige proyectos multimillonarios, se llama Guillermo del Toro.

 

Muchos católicos le rezan a un actor de ojos azules llamado Robert Powell. Somos contradicción que vive en una constante y repetida irreverencia, identidad que se traza y desdibuja en cada paso, en cada muerte y cada nacimiento, en cada niño de la calle o viajando en avión privado, somos cada madre que abandona a sus hijos en un albergue o en su casa con un ejército de nanas, somos todos los padres que violentan a sus hijos con su ausencia o su presencia. Somos este México cambiante lleno de contradicciones, pero con una profunda esperanza en el mañana.

 

El México de nuestros hijos.

 

@_TORRESBERNAL