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México dividido (1a parte): la raíz de los agravios

El descontento y el hartazgo es un sentimiento que lleva décadas entre los mexicanos. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

Cada día es más evidente la división entre mexicanos; las redes sociales se han convertido en la arena principal de las escaramuzas, mientras los comunicadores y opinadores, se suman a la reyerta desde sus espacios de difusión.

Pero las desavenencias no se presentan únicamente en los reflectores de los medios de comunicación, en diferentes escenarios públicos se evidencian las diferencias sociales; mucho más profundas de lo que algunos quieren creer, y más de lo que desean reconocer.

Quienes desestiman el descontento social, no han tenido reparo en señalar a López Obrador como el artífice e incitador de esa división; a él dicen, se deben las insondables diferencias entre mexicanos.

La anterior, es una aseveración de quienes no sólo son adversarios políticos de López Obrador, si no de quienes profesan una profunda aversión y repugnancia, por lo que hoy representa el presidente para muchos mexicanos.

Dice la máxima, que los vencedores escriben la historia y así lo ha intentado la oligarquía política y empresarial mexicana que gobernó México durante 76 años, más 12 del PAN. 

De hecho, para muchos de ellos, incluidos los “críticos intelectuales” que actúan a manera de vasallos de la corte, la historia de México comenzó en julio de 2018, pues sus reclamos y análisis, los sustentan en los acontecimientos recientes sin considerar los contextos y detalles históricos de cuando menos los últimos cuarenta años. Retratar ese periodo de tiempo, ayudará a entender la fractura actual entre mexicanos.

Sin ánimo de hacer un recuento de hechos, trataremos de situar el momento de la ruptura entre los mexicanos. López Obrador, representa una firme resistencia de millones de mexicanos a los abusos y excesos cometidos por el poder político y económico, durante muchos años. 

Es decir, el sentimiento de agravio va más allá del presidente y los millones de connacionales que aún viven los abusos del sistema corrupto, tienen claro que los gobiernos, políticos y empresarios que gobernaron hasta 2018, propiciaron y configuraron las fisuras que hoy prevalecen entre los mexicanos. 

Para algunos, la ruptura social sucedió con el fraude electoral de 1988. En ese momento, se configuró un nuevo país y se establecieron las bases para un México más democrático, que dio paso al primer colegio electoral. Resultado de la lucha social, contrario a lo que los opositores de la 4T quieren hacer creer.

Habrá quienes coloquen la génesis de la ruptura, en la desestatización de la economía, implementada por Miguel de la Madrid a mitad de los 80. Política que dejó a miles de mexicanos desempleados, gestó los cimientos del empleo informal, alentó la economía subterránea, profundizó la corrupción y abrió las puertas para engrosar las filas del narcotráfico.

La derecha y la cúpula corrupta, apuestan a la desmemoria y la distorsión de los hechos históricos, el intento de desafuero a López Obrador en 2004 profundizó las diferencias sociales. Por entonces, el hoy presidente, ya era un oponente de los planes privatizadores que PRI y PAN fraguaban en contubernio abierto y sin recato.

Y aunque el ardid político no funcionó, los grupos de poder se aliaron para orquestar una guerra de desinformación y desprestigio para contener las preferencias electorales a favor de López Obrador. La campaña no fue suficiente y recurrieron al fraude electoral de 2006.

Fieles a su estilo, negaron ser los orquestadores de la campaña contra López Obrador, aunque tiempo después, lo aceptaron abiertamente sin reparos, ni pudor. 

Esos tres momentos, marcaron las fisuras sociales que la corrupción, la impunidad, el abuso y la pobreza, profundizaron en las últimas décadas de la historia reciente de México.

Señalan a un ser rencoroso y resentido como el causante de la división entre mexicanos, pero lo que pretenden es que se olvide, que ellos son los artífices del oprobio al que han sometido a millones de mexicanos pobres, miles de hombres y mujeres desaparecidos y asesinados a causa de la violencia y una guerra sin sentido, de millones de mexicanos obligados a migrar, de miles de subempleados y desempleados generacionales.

La fractura entre mexicanos no comenzó con la 4T. El descontento y el hartazgo es un sentimiento que lleva décadas entre los mexicanos y no es con mentiras y señalamientos de aberración y desprecio como se solventarán las diferencias. Eso lo deben tener claro quienes hoy con engaños, pretenden denigrar una manifestación de descontento que se hizo patente en 2018 y que, en las elecciones de junio, se puede ratificar.