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Memoria, arte y ¿verdad?

La exposición “Restablecer la memoria” es un primer paso para colectivizar en la memoria una gran crisis en materia de derechos humanos. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Retratos de grandes dimensiones armados con bloques de piezas de plástico se pueden observar desde cualquier punto de la sala del Museo Universitario de Arte Contemporáneo que aloja la exposición del artista chino Ai Weiwei, “Restablecer la memoria”, en la cual se expone este trabajo, que repite lo hecho por el propio creativo en 2014 en la isla de la prisión de Alcatraz, en San Francisco, California, donde expuso los retratos de 176 presos de conciencia recluidos en prisiones estadounidenses. Sólo que en esta ocasión sólo son 43 retratos, dedicados a los jóvenes normalistas de la Escuela Normal Isidro Burgos, desaparecidos en Iguala, Guerrero, la noche-madrugada del 26 de septiembre.

Al respecto, el propio Ai Weiwei ha señalado que este ejercicio demuestra como el Estado prefiere contar “historias largas” alrededor de los hechos, pero no “la verdad” por lo que tiene toda la intención de “aniquilarla”, y de cierta manera, dejar las cosas como están, evitando la garantía de la integridad de las personas, eludiendo la responsabilidad de que la justicia llegue, y por lo tanto, sea necesario luchar para obtenerla.

Para el también fotógrafo y documentalista, la memoria es una de las herramientas que permiten lograrlo, y él decidió contribuir con ella mediante la elaboración de los retratos monumentales en exhibición, conformados por un millón de piezas y armados por estudiantes mexicanos para la ocasión, un documental, del cual se pueden ver sus distintos fragmentos en la sala, y una larga línea del tiempo, cuyo recorrido muestra el pesar por el madres y padres han pasado a lo largo de ya casi cinco años de búsqueda.

Hace tiempo, investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana, Juana Juárez Romero, Salvador Arciga Bernal y Jorge Mendoza García, realizaron una compilación de estudios sobre la memoria colectiva. A manera de prefacio decían que la memoria colectiva es una idea que nace en el siglo XX, a partir del trabajo de Maurice Halbwachs, quien buscó identificar el pensamiento y sentimiento de los grupos y colectividades a lo largo del tiempo, de tal forma que permanecen y se mantienen vigentes. Y agregan que esta memoria colectiva es una versión original del pasado de una sociedad.

Lo anterior debido a que consideran que en etapas de crisis, las sociedades apelan a esa memoria para explicarse su entorno y dar significado a lo que está ocurriendo en ese momento, y reivindicar algunos otros factores.

El arte ha sido un eslabón fundamental para la memoria y la intención de Ai Weiwei no es otra que apelar a esa memoria colectiva para revivir uno de los hechos más penosos de la historia contemporánea de nuestro país, la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos, ubicada en Ayotzinapa, Guerrero, el asesinato de otras dos personas y el eterno estado de coma de una más, herida durante los hechos.

Justamente, como sostiene el cuerpo de investigadores de la UAM, la memoria colectiva se aleja de la historia en el sentido que evita replicar un discurso oficial institucional y esta muestra es un claro reflejo de esa necesidad de cuestionar “la verdad histórica”, investigaciones sin rumbo, señalamientos sin sustento y una serie de artimañas que han impedido explicar qué fue lo que ocurrió la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero y por qué hubo un operativo perfectamente coordinado por autoridades municipales, estatales y federales para bloquear autobuses, el cual, no se detuvo, a pesar de saberse que se reprendía a personas civiles sin posibilidades de defenderse.

La memoria como derecho humano implica conocer la verdad de los hechos, la restitución de los daños provocados por la violación a los derechos de las personas por parte del Estado, una reparación psicosocial y posible rehabilitación física y una dignificación de quienes fueron víctimas de los sucesos a través de monumentos, museos, difusión de las investigaciones y del caso, y la promoción de una cultura de la paz.

En el caso de los 43, y de las miles de personas desaparecidas en nuestro país, ese derecho a la memoria no ha sido garantizado. Esta exposición es uno de los primeros pasos de los muchos que aún hace falta dar en nuestra sociedad en este proceso de colectivizar en la memoria una gran crisis en materia de derechos humanos desatada en los últimos 10 años a partir de una política de seguridad interna fallida, que ha dejado miles de personas desaparecidas, muchas de ellas, probablemente a manos de autoridades oficiales; ciudades deshabitadas, vidas cercenadas, tortura, escasas posibilidades de desarrollo personal y social, espacios violentos, un gran silencio por parte del estado y una cultura de miedo, efectiva para el control de la sociedad, y eludir la verdad.

Esta última, posible de develar en el arte, como lo han sostenido pensadores como Martin Heidegger o Georg Lukacs, quien argumentaba que el arte era el reflejo de la realidad.