Después de los desafortunados hechos de Aguililla, Michoacán, donde un convoy de policías estatales fueron emboscados y masacrados por integrantes del crimen organizado, con un saldo de al menos 13 agentes muertos, es evidente la urgencia de coordinación en las acciones de seguridad pública.
El ataque es un botón de muestra de lo que ocurre en varias regiones del país, según incluso ha reconocido la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Es evidente la desconexión entre fuerzas federales, estatales y municipales, lo que en definitiva vulnera cualquier estrategia, porque da lugar a vacíos por donde se cuelan los grupos delictivos.
En Aguililla, el grupo policial acudió a proporcionar seguridad para una diligencia judicial, relacionada con testigos en un proceso según algunos medios. Sin embargo, la autoridad estatal envió a sus elementos sin el respaldo de fuerzas federales ni del Ejército o Marina.
Se envió a policías a un área en la que la delincuencia se muestra públicamente con vehículos blindados y armas de alto poder. Acudieron en inferioridad de circunstancias y los resultados son lamentables, y requieren una investigación y deslinde de responsabilidades, para que no vuelva a ocurrir.
El costo es tremendo, pero deben entender las autoridades de seguridad en todos los niveles que se seguirá pagando si prevalecen la desconfianza y desarticulación de acciones, empezando por el conocimiento del territorio y contexto, que solo lo proporcionan las tareas de inteligencia.
Hace algunos días leímos las noticias acerca del retiro de los elementos de Marina de las tareas de seguridad pública para volver a sus cuarteles, a sus naves. ¿Ha terminado ya la contingencia de seguridad? Las frías cifras dicen que no.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró 20,135 homicidios en todo el país durante el primer semestre de 2019, cifra superior a la del mismo periodo del año pasado, considerado el más violento en la historia, por lo que este año podría romper esa infortunada marca, de seguir la tendencia.
La seguridad es pieza fundamental para el desarrollo, lo sé por experiencia propia de gobierno. Es en la seguridad donde se debe invertir gran parte del recurso público, para abordar el problema desde todas sus aristas: cultural, social, económico, financiero, policial e institucional. Y cualquier esquema de acción requiere de coordinación federal, estatal, municipal y con la propia sociedad.
Parte del avance de la delincuencia ocurre cuando logra sembrar la desconfianza entre las instituciones. Comienza entonces el ocultamiento de datos, la no cooperación y el recelo entre corporaciones que genera resistencias a trabajar juntos para enfrentar al enemigo común. Esa es la brecha por la que se cuelan los malos.