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Margayate electorero

El margayate al que han reducido la legislación electoral nuestros partidos, tiene abarrotada a la Corte con acciones de inconstitucionalidad.

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Escrito en OPINIÓN el

Tras el incienso y las loas al esperpento legislativo, surgen los prietitos en el arroz de una reforma hija del chantaje, el timo y las componendas políticas.

El INE, por su parte, en lugar de estar preparando las elecciones del 2015, está empantanado haciéndole de mandadero del PRD en el Chuchinero de sus elecciones internas, arriesgando -en la legitimación de lo inlegitimable- su ya escaso prestigio.

Regresando a la Corte, en ella se habrá de discutir la asignación de votos a los partidos coaligados para efectos de los plurinominales. Entre la Ley de Partidos y la de Instituciones y Procedimientos existe una antinomia, más propia de la trampa panista que del descuido legislativo.

Difícil la tiene la Corte, porque nuestros partidos han hecho del derecho electoral una bacinica y de las instituciones democráticas un batidillo.

Las coaliciones en México puede ser cualquier cosa, excepto coaliciones en el concepto teórico y primigenio de dicha figura jurídica.

Las coaliciones, a diferencia de las candidaturas comunes, son consideradas para todos los efectos posibles como un solo partido. No obstante ello, nuestras coaliciones, hic et nunc, son más candidaturas comunes que coalición, ya que los votos no se cuentan como de un solo partido, sino que hay que repartirlos entre los coaligados y allí está el detalle: ¿cómo hacerlo?

El hecho es que si varios partidos proponen a un mismo candidato uninominal, subrayo uninominal, se tiene que determinar cómo van a contar los votos a favor de cada uno de ellos para efectos de la asignación de ¡plurinominales! Nótese el absurdo: El voto para Juan, hecho en función de él y sus méritos, se adjudica también para elegir –sin elección alguna de por medio- a los plurinominales.

Si se observa con detenimiento, el problema de la asignación de plurinominales a coaliciones no radica en la deformación de la figura de coalición, sino en la perversión del método de votación.

La Constitución habla, por un lado, de 300 diputados “electos según el principio de votación mayoritaria relativa, mediante el sistema de distritos electorales uninominales”, donde “electos” es sinónimo de “votados”; y de 200 diputados que serán “electos según el principio de representación proporcional, mediante el sistema de listas regionales, votadas en circunscripciones plurinominales”. Destaco: Listas regionales “votadas”.

No me cansaré de recordar que en su origen, cuando se introdujo este sistema mixto con preponderante mayoritario, los ciudadanos, acorde al texto constitucional, teníamos dos votos, uno para mayoría relativa y uninominal, es decir para un candidato, y otro para las listas regionales plurinominales.

En abierta violación a la Constitución y nuestro derecho político, los partidos nos cercenaron un voto, de suerte que nada más votamos por el candidato uninominal y los partidos, sin consultarnos, adjudican de paso el voto para esa persona en favor de sus listas regionales, por las que de hecho y derecho nadie votó.

Ahora bien, cuando van varios partidos coaligados con un mismo candidato por mayoría no hay problema para adjudicar el triunfo a su candidato, habida cuenta que es uno e indivisible; pero ¿a cuál de las lista de los diversos partidos coaligados se adjudica el voto?

Si se respetase la Constitución y se nos regresaran nuestros dos sufragios no existiría problema. Los ciudadanos, en su caso, votarían por el candidato común de la coalición (no me miren feo, así está el ornitorrinco electorero parido por los partidos), con su voto por mayoría relativa, que exclusivamente tendrá efectos para la elección uninominal. Y, por otro lado, votarían sobre la lista regional del partido de su elección, con independencia a que en mayoría relativa haya ido o no coaligado.

Se dice que si regresamos a los dos votos los partidos grandes podrían crear oposiciones afines y ficticias. Pregunto: ¿y qué es lo que han creado con la perversión de la figura de la coalición, que no sean pseudopartidos mercenarios y mercantescos?

 

@LUISFARIASM