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Lucha política o lucha de clases (parte II)

Los extremos se tocan y caer en la radicalización del país, no es bueno para nadie. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

“Vamos hasta el final, hasta que caiga” “Sacar al presidente”. Estas fueron las arengas de los líderes del “movimiento” que derivó en el golpe de estado el 12 de abril de 2002 en Venezuela.

“Heredó un país polarizado hasta el tuétano: una polarización estructural, que provocara contrastes extremos entre miseria y riqueza, una injusta redistribución de la renta petrolera e infinidad de paradojas en la vida social, política y cultural. Cuando emprendió acciones para revertir tales antípodas, los causantes seculares de ellas desplegaron sus fuerzas y engendraron más división entre la sociedad”.

Esta referencia, es una síntesis del conflicto que polarizó la lucha política en Venezuela, que después se convirtió en lucha de clases. El escenario actual de México, presenta similitudes con el conflicto que dividió a Venezuela. 

La oposición, acusaba al presidente de querer “cubanizar” Venezuela. FRENAAA, acusa a López Obrador de querer convertir a México en “Venezuela”. Lo cierto es que los extremos se tocan y caer en la radicalización del país, no es bueno para nadie.

Los participantes de FRENAAA, además de manejar el discurso racista y radical, se empeñan en señalar a quienes apoyan a López Obrador, de ser estúpidos, ineptos, ignorantes y una serie de improperios que derivan en la peor denostación del ser humano.

Los simpatizantes de la 4T, señalan de rateros, mantenidos, corruptos y vendepatrias a los participantes de FRENAAA. El descrédito, gritos y enfrentamientos de ambas partes, tiene que ver con el vacío dejado por los partidos políticos que guardan silencio en este momento, pero que mañana, se sumarán al movimiento que más convenga. Como sucedió en Venezuela.

Pero hay que decirlo, quienes hoy se manifiestan, más allá de su discurso de odio contra López Obrador, son personas que han perdido “alguna canonjía” en este sexenio. En los plantones hay exfuncionarios públicos de distintos niveles, no sólo federal y estatal, también municipal.

FRENAAA arenga como lo hiciera la oposición en Venezuela, que la constitución respalda deponer a un presidente cuando “un sector de la sociedad”, considera no estar de acuerdo con el gobierno en turno. Al respecto, se han pronunciado algunos juristas mexicanos señalando que es inconstitucional la destitución, por lo que deben prevalecer las leyes constitucionales y democráticas. 

Por lo pronto, el reclamo de FRENAAA, solo se resume a una cosa. Volver al sistema que imperaba antes de la llegada de López Obrador a la presidencia. No importa si era justo o igualitario, solo hay que volver a él.

Es cierto, López Obrador ha cometido errores, pero es simple observar cómo la oposición quiere aprovechar una crisis global como la pandemia, que ha desnudado no al sistema mexicano, si no a todo el sistema político económico mundial.

En este momento, mientras lees estas líneas, en el mundo, existen al menos diez movimientos que buscan destituir al gobierno en turno a “falta de su pericia” para manejar la pandemia y la crisis económica. Ello es reflejo del impacto generado por el covid-19.

La prensa juega un rol primordial en estos momentos de crisis mundial. Hoy más que nunca, los medios de comunicación deben reivindicar su papel. Primero como comunicadores y después como formadores de opinión. 

Es cierto, la libertad de prensa es fundamental para ello, pero cuando los medios tuercen su fin principal y se convierten en protagonistas del conflicto, dividen aún más a la sociedad, sin llegar a ninguna parte.

Más allá de congeniar o no con lo sucedido en Venezuela, el papel de los medios está registrado en los hechos: “a quienes impulsaron la disolución de las instituciones democráticas, destrozaron la embajada cubana y agredieron a los ministros de gobierno, se los denominó “resistencia civil”(Editorial de El País 13/04/2002) enmarcada en una “Indignación popular” (Editorial El Mundo 13/04/2002)”. 

“A los que al día siguiente del golpe pidieron la restitución del presidente constitucional y de las instituciones democráticas se les denominó “muchedumbre” o “manifestantes desquiciados” (Diario El País 15/04/2002)”. 

“Bajo la bandera de la libertad de expresión, practicaron la libertad para mentir, disimular, ocultar y manipular la información. Y aunque hoy se sepa cómo fueron los hechos, los medios masivos de comunicación de Venezuela, aquellos que iniciaron el golpe, aquellos que mintieron cínicamente, siguen afirmando que el 11 de abril del 2002 no hubo un golpe de Estado, sino que se inició...un gobierno de transición”. (Extractos tomados de los libros, Golpe Adentro; Los documentos del Golpe; el golpe de Estado del 11 abril y Los sucesos de abril 2002).

La prensa extranjera también jugó un papel relevante en ese suceso y además del País, The New York Times, El Mundo y La Vanguardia entre otros, influyeron en el ánimo de una sociedad dividida.

Por supuesto, no estamos pidiendo celebrar, ni aceptar, omitir, ni mucho menos callar sobre los errores y pifias de éste, y cualquier otro gobierno, lo que se pretende en todo caso, es llamar al diálogo y al análisis responsable ante la actual crisis que se vive en México y el mundo.

Dejemos fuera de la discusión constructiva, las frases lacerantes de desprecio y denostación contra las autoridades en este momento de crisis. Esto, si realmente queremos construir un país democrático para que no se desmorone en nuestras manos.