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Los problemas republicanos

A dos puntas

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Escrito en OPINIÓN el

Si hace siete meses, el 20 de enero de 2017, alguien hubiera dicho a los republicanos que estaban cerca de un precipicio político, difícilmente lo hubieran creído.

Después de todo, ese día su candidato, Donald Trump, fue juramentado como presidente de los Estados Unidos y sólidas, si no abrumadoras mayorías en ambas cámaras del Congreso, parecían darles al menos la posibilidad de imponer su agenda y deshacer lo que consideran como imposiciones del gobierno de Barack Obama.

Pero a siete meses los republicanos no pueden presumir de logros y de hecho se preguntan si pueden gobernar, luego de fracasar en el intento de revocar la legislación sobre salud que a gran costo político para los demócratas pudo aprobar el gobierno de Obama hace casi siete años y que hoy, a pesar de costos e inconvenientes, cubre a más de 20 millones de estadounidenses.

La idea de abrogarlo nació con la ley y por siete años fue un "leitmotiv" republicano. Pero la semana pasada fracasaron dos veces en el intento y de hecho lo abandonaron.

Ahora, entre señalamientos privados sobre las dudas, contradicciones y problemas que salen de una Casa Blanca que parece empantanada en caos y escándalos, sin contar las divisiones propias de una legislatura donde los conservadores tradicionales se preguntan por la corrección, los republicanos comienzan a cuestionar si pueden gobernar.

De hecho algunos, en la mayoría republicana, en la cámara de representantes se quejan de que han logrado el paso de una pila de leyes que han sido detenidas o derrotadas en el Senado. Pero la queja es un poco hipócrita: algunas de esas leyes fueron aprobadas en voto de la mayoría republicana a sabiendas de que no serían aprobadas en el Senado.

El problema es en parte que pese a que los demócratas son minoría en ambas cámaras, los republicanos necesitan su respaldo para lograr la aprobación de programas y eso implica la posibilidad de negociación, que muchos entre los republicanos más a la derecha rechazan como anatema.

Ahora los republicanos enfrentan una situación en la que, para obtener al menos parte de su agenda, deben negociar con los demócratas o arriesgar a ser responsabilizados totalmente por la parálisis del gobierno federal en todos sentidos. 

Pero eso por supuesto lleva a otros problemas. Por ejemplo, el senador Ted Cruz, que compitió con Donald Trump por la candidatura presidencial republicana, considera imposible la colaboración con un partido demócrata que dice está capturado por la extrema izquierda. Cruz debe saber algo: él mismo es señalado como un político ideológicamente a la derecha de Trump.