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Los primeros saldos del covid-19

Recetas atípicas para la recuperación económica mundial y revueltas políticas y sociales, son algunas de las peculiaridades que enfrentará el planeta. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

Desde el comienzo del confinamiento, apuntamos en este espacio que las consecuencias económicas generadas por la pandemia, serían de proporciones catastróficas.

El planeta se paralizó no solo en la movilidad de las personas, también se detuvo la economía del mundo. Eso significó dejar de producir, comercializar y consumir bienes y servicios en prácticamente todos los rincones del planeta.

Para quienes aún no comprenden el tamaño del inusitado fenómeno socio-económico mundial provocado por el covid-19, lo más sencillo será seguir culpando a la 4T de la caída económica, y más aún, seguramente seguirán sorprendiéndose conforme se den a conocer el resto de las cifras de la No actividad mundial en el segundo trimestre del año.

La caída del PIB de 18.9 por ciento en el segundo trimestre del año en México, como en otras partes del mundo, es consecuencia del paro mundial. 

En Estados Unidos, el PIB se contrajo 32.9 por ciento; la zona Euro cayó 13 por ciento. Sólo China creció y eso tiene que ver con el tamaño de su mercado interno más que por tener intercambio comercial. Estos son algunos de datos registrados entre abril y junio, periodo que hasta el momento, es el más álgido de la crisis.

Otros datos relevantes, de esos que FRENA, las reminiscencias del PAN y las insidiosas voces erigidas como oposición han ignorado regularmente, son que la pandemia dejará 44 millones de desempleados y 45 millones de pobres solo en América Latina.

Los organismos internacionales han señalado una y otra vez, que el mundo está inmerso en una crisis económica que además de insólita, solo tiene parangón con la segunda guerra mundial. Quienes entienden esto, comprenden que más allá de sus filias o fobias a la 4T, a partir de febrero de 2020, la sociedad y la comunidad mundial iniciaron un proceso de reacomodo geopolítico y económico global.

En pocas palabras, estamos viviendo bajo condiciones de una economía de guerra, sin enfrentar una guerra convencional. La última conflagración mundial, cambió y cimentó las condiciones bajo las que se desarrollaron los países durante los siguientes 80 años y el mundo se encuentra en un nuevo proceso de transformación.

La discusión en los máximos organismos internacionales como el Banco Mundial, FMI, OCDE, BID, ONU y la OMS entre otros, se centra en cómo hacer frente a esta crisis mundial. 

Por el momento, parece que el consenso entre los consejos de esas instituciones globales, se encamina a promover mayores impuestos a los más ricos, control del gasto, sobre todo si éste es financiando con más deuda, mayor participación del Estado en áreas estratégicas de la economía, además de garantizar un ingreso universal para quienes se encontrarán en una situación de precariedad económica y social.

Lo anterior suena a comunismo dirán los retrógradas opositores a la 4T. El tema es que las premisas del párrafo anterior, no salieron de ningún manifiesto comunista, ni tampoco son los principios de un partido socialista. Ni mucho menos de un grupo de corriente progresista.

Las recomendaciones para la recuperación económica, provienen de los organismos precursores de la globalización. Esto no significa un retroceso sobre lo conseguido durante las últimas cuatro décadas por el libre mercado, sino un destello de lucidez y sensatez para atender la crisis que se avecina y que sufrirán millones de personas en todo el mundo. 

La pandemia junto con la crisis económica, presagian revueltas y movimientos sociales que pondrán a prueba a las instituciones y democracias especialmente en países latinoamericanos. Pero de esto, hablaremos en la próxima entrega.