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Los poetas que nunca se van

A los poetas los sostiene la palabra dueña de polvos mágicos que se van hacinando en el corazón en medio del alma.

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Escrito en OPINIÓN el

 

Qué difícil es despedir a los poetas porque sabes que nunca estarán de regreso.  Los más sabios te dicen que nunca se van porque sus letras quedaron atrapadas en el tiempo y muy a pesar de él. Que nunca se van. No les creo mucho porque se nota su ausencia.

 

El golpe de su ida nadie te lo quita. La primera noticia es de incredulidad, porque parecen que son inmortales. Sin embargo, es cierto que cada vez que los buscas están allí, en sus cuentos, en sus novelas, en sus poesías, en sus pequeñas historias de suspiros, pero sabes que no regresarán a contarte otras historias.  Tendrás que repasar las que te dejaron, más despacio, sintiendo la calidez de cada letra, de cada palabra. Pero todo será diferente ante su ausencia.

 

A Eduardo Galeano lo vamos a extrañar porque parecía que soñaba escribiendo y te mandaba al mundo del sarcasmo, de la cruda realidad, tan intensa en cada letra que estremecía cada rincón del alma. Dar voz a otros era su oficio, a los desiguales y a los sin trapos de seda, a los que nadie podía o quería ver por estar en las alturas.  Les dio a los sin voz una fuerza que hizo estremecer la poesía que no se metía en el mundo de las realidades. La ternura y el arrebato de los sueños por un mundo menos desigual fueron sus acompañantes hasta sus últimos días de respiro.

 

Günter Grass fue un escritor irreverente, de mucha imaginación, de sueños que parecían perdidos y que se te ponían enfrente para hacerlos hablar y darles vida.  Hasta te hacía pensar en el susurro de las cebollas o de un chico estacionado en su tiempo que con su tambor estremecía a los que no querían cambiar al mundo.  El poeta alemán trabajó de minero y tallador de lápidas mortuorias para conocer un mundo de pesadillas y cuentos contados al revés. De tener instrumentos como mazos y punteros para impactar al granito, el mármol, cambió a la palabra como objeto para pulirla, para que sonara embellecida.

 

A los poetas acudo con frecuencia para huir de las letras amorfas del derecho que se apilan en viejos libros y de jurisprudencia demencial que golpea a los indefensos.  La poesía como un reducto para sanar el alma y darle fuerza. Para ir a los ríos donde emana la sabiduría de los duendes y de los magos que bailan con alegría.

 

Como contaba Galeano que los mayas al principio de la historia cuando los dioses nos dieron nacimiento, nosotros los humanos, éramos capaces de ver más allá del horizonte.  Algo así como seres mágicos a los que nos tuvieron envidia unos dioses y nos cegaron con un polvo para que no fuéramos tan poderosos.

 

Pero con los poetas fallaron esos dioses cegadores. Se convirtieron en luz que alumbra más allá del horizonte con la fuerza de las palabras. Se tomaban de sus manos y se apretaban el alma los poetas y de sus poros salían como estrellas para describir el mundo que otros no somos capaces de ver. Como eso que contaba Galeano de la ventolera, de cómo silba el viento dentro del ser. Decía estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie, ni siquiera dueño de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contravientos, y soy el viento que me golpea la cara.

 

No arrumbarse, no derrumbarse porque a los poetas los sostiene la palabra dueña de polvos mágicos que se van hacinando en el corazón en medio del alma.

 

De esas letras que son perseguidas y luego se quedan quietas ante la presencia del cartero, de los que contaba Günter Grass, de las palabras quietas en la pechuga al penacho, paciente superficie que se escribe en letra pequeña, sin olvidar plumas y apóstrofos, de ese silencio tan suave, de ese que solo se imaginan los poetas y los niños.

 

De ese silencio para recordar al poeta militante y al irreverente. Para entender que las palabras sirven no para adornar espacios sino para llenar conciencias de acción de esas mujeres y hombres, de esos niños y niñas, de esos viejos pobres que caminan por las calles del olvido y que con la poesía se dignifican y se levantan cobijando sus sueños de felicidad.

 

Correo: mfuentesmz@yahoo.com.mx     Twitter: @Manuel_FuentesM