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Los platos rotos

El próximo domingo los panistas elegirán a su presidente nacional luego de una muy turbulenta campaña interna y un conflicto terriblemente desgastante entre grupos políticos. ¿Se cierra un ciclo para este partido o se abre una nueva etapa en la batalla por el control del PAN?

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Escrito en OPINIÓN el

Independientemente de que el ganador sea Gustavo Madero o Ernesto Cordero, el PAN enfrenta dos posibles escenarios:

En el primer escenario la nueva dirigencia logra pactar con el grupo perdedor, se distribuyen espacios dentro del partido y, a pesar de que la existencia de conflictos latentes, el PAN se reagrupa para competir en las elecciones intermedias y para preparar su proyecto político rumbo a la sucesión presidencial.

En el segundo escenario, a pesar de los intentos por alcanzar un equilibrio entre los diferentes grupos, las diferencias entre “maderistas” y “corderistas”, la polarización de sus intereses y los agravios acumulados en los últimos meses se traducen en una prolongación indefinida del conflicto interno.

Organizacionalmente hablando, el nombre del juego se llama unidad partidista. Un partido dividido y permanentemente confrontado no puede constituirse como una fuerza opositora competitiva y, mucho menos, como una alternativa política seria para la sociedad.

Se equivocan los panistas; sin embargo, si piensan que todo se reduce a garantizar la unidad partidista luego de meses de guerra civil. Durante la campaña interna, y en gran medida como resultado de las estrategias de los propios grupos en conflicto, salieron a la luz escándalos cuya gravedad exige una aclaración pública y el deslinde de responsabilidades.

La imagen del PAN está hoy irremediablemente vinculada a la existencia de prácticas corruptas: tráfico de influencias, gestiones indebidas a favor de grupos económicos, involucramiento en el caso Oceanografía, cobro de cuotas a cambio de “bajar” recursos presupuestales, compra de votos, desvío recursos públicos partidistas y de los gobiernos estatales hacia la campaña interna… la lista de ilícitos parece no tener límite.

Es verdad que muchos de estos casos se hicieron del conocimiento público a través de declaraciones de actores involucrados en la campaña y no de denuncias ante las autoridades competentes, lo cual imposibilita en los hechos que se abran investigaciones para sancionar a los responsables. Sin embargo, es un error pensar que las acusaciones son sólo instrumentos o cortinas de humo dentro de la campaña interna.

Recordando la máxima de Lincoln, “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. En su carta de renuncia al PAN, Fernando Elizondo Barragán advertía: “Esa fe, que tuvo sólido sustento en todo lo que el PAN logró en el pasado, hoy se ha agotado ante el alud de evidencias y experiencias que demuestran que el partido ha adoptado como propias muchas de las prácticas que siempre combatió: la corrupción, la opacidad, el acarreo, la afiliación masiva, la compra y coacción del voto interno y externo, el uso de recursos públicos para fines partidistas, el clientelismo, los puestos públicos como botín, la subordinación del bien común al beneficio personal o de grupo, la mentira y el cinismo como estrategias”.

El problema adquiere entonces una doble dimensión: por un lado la extensión y magnitud de las prácticas corruptas; por el otro, el rechazo a enfrentar el problema por sus efectos en la vida interna del partido. La unidad partidista convertida en indulgencia que lava los pecados del mundo. Lo grave en este caso no es sólo la corrupción en sí, sino la interiorización de sus pretextos y justificaciones en el ADN político del PAN. La corrupción convertida en práctica y en cultura política.

A la nueva dirigencia le tocará levantar los platos rotos. Su reto consistirá en solucionar conflictos internos, articular un programa político competitivo y restaurar la credibilidad del PAN ante la sociedad. Nada de esto es posible si no se asumen y enfrentan coherentemente aquellas prácticas que, como las define Elizondo, el PAN siempre combatió y ahora ha adoptado. Parafraseando a Lincoln, si no puedes engañar a otros todo el tiempo, tampoco es posible engañarte a ti mismo permanentemente.

 

@ja_leclercq