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Los niños y la doble moral

Nadie, en su sano juicio, estaría en contra de que el Estado mexicano y sus instituciones, vuelquen todos sus esfuerzos para dar la mayor y mejor atención a los niños migrantes, sean mexicanos, centroamericanos o del sur del continente, que llegan a la frontera norte.

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Escrito en OPINIÓN el

Nadie sensato y con una concepción básica de respeto a los derechos fundamentales de esos niños, podría estar en contra de las exigencias internacionales –incluso globales- para que el gobierno de Estados Unidos atienda de manera satisfactoria a los miles de niños que en los últimos meses han sido detenidos en su frontera sur.

Y es que la atención  y el respeto a las garantías universales a esos menores y a cualquier migrante, son una obligación del Estado mexicano. Por eso debe exigirse a los tres Poderes de la Unión y a todo el Estado mexicano, que hagan todo lo necesario para acabar con esa crisis humanitaria.

Sin embargo, también es cierto que al tiempo que todos presenciamos y condenamos la crisis humanitaria de los niños migrantes, muchos ignoramos, no queremos ver, e incluso volteamos a otro lado cuando se trata de señalar la otra crisis humanitaria, la de los millones de niños mexicanos que son condenados a la miseria, a la ignorancia y a la exclusión, gracias a un grupo criminal como la CNTE.

En el fondo, asistimos a una doble moral colectiva, en la que una mayoría de mexicanos se dice preocupada por los niños migrantes y, por el otro lado, esa misma mayoría ignora por completo a los otros niños, a los sin escuela, sin maestro, sin educación, sin futuro, que vemos en Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Chiapas.

¿Por qué esta doble moral?

Aquí no tenemos la respuesta. Sin embargo, es posible aventurar que el Estado mexicano, sus instituciones, el gobierno, el Congreso, los partidos y, en general, los ciudadanos, hemos perdido la capacidad de asombro frente a las tragedias locales.

Nos asustan, nos provocan estupor, nos indignan las tragedias foráneas, sin embargo, las capacidades de asombro, de indignación y de coraje frente a las tragedias locales, parecen estar aniquiladas.

¿Cuántos ciudadanos, gobernantes, políticos y empresarios son capaces de reconocer que la dirigencia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –CNTE por sus siglas- no es más que otro grupo del crimen organizado.

¿Qué tiene que ocurrir para que autoridades, gobiernos y políticos entiendan que el activismo de la CNTE no es más que el despliegue de un grupo criminal, que atenta contra la educación que consagra la Constitución, contra la libertad de acceder a mejores niveles de vida y contra el derecho de tener futuro.

Están a la vista de todos las evidencias de que la CNTE viola la Constitución, de que sus maestros violan las leyes educativas, que millones de niños son defraudados, que esos niños y sus familias son rehenes de las reiteradas exigencias de una mafia llamada CNTE.

Todos los días, la mayoría de los medios de comunicación documentan –y lo han hecho durante años- las acciones criminales de la CNTE, los retos al Estado mexicano, las presiones a los gobiernos, los chantajes…

Basta ver quién gobierna Oaxaca, por ejemplo, para entender que el grupo mafioso de la CNTE se ha apoderado de ese y de otros estados.

¿Por qué la doble moral? ¿Hasta cuándo? Al tiempo.

@RicardoAlemanMx