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Los millennials y el emprendimiento social

La revolución millennial en el mundo corporativo colocará a estos como la primera fuerza de trabajo en las oficinas y en los puestos de poder.

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Escrito en OPINIÓN el

De unos años a la fecha se ha especulado mucho sobre los cambios que traerá al mundo la generación millennial cuando rebase a la generación X como la primer fuerza de trabajo en las oficinas y en los puestos de poder. La revolución millennial en el mundo corporativo ya ha cobrado a sus primeras víctimas y lo ha logrado hacer sin tener que pisar una oficina. Como consumidor, el millennial se puede jactar de haber quebrado a poderosos emporios como Blockbuster y Tower Records por mencionar algunos, y reemplazarlos con empresas como Netflix y Spotify respectivamente.

Ya dentro de la oficina, el millennial ha obligado a las empresas a dedicarle mucho tiempo y recursos en averiguar cómo mantenerlo contento y por lo tanto productivo. Por ello, no sorprende que los corporativos entre otras cosas; (i) prometan menos horas laborales y más periodos vacacionales, (ii) oferten más que sólo dinero dentro de su retribuciones, y (iii) busquen otorgarle la sensación al millennial de que está incidiendo positivamente en su entorno.

En cuanto a la creación de empresas emergentes o startups, durante mucho tiempo se afirmó que la generación millennial sería la generación del emprendimiento. Después -y prematuramente en mi opinión- se volteó la percepción y vino una avalancha de artículos con engañosas cifras que tildaban al millennial de ser un persona ilusa, indolente y poco emprendedora (hace tiempo escribí un artículo autocrítico sobre mi generación que aborda el tema[1]). Sin embargo, una nota reciente de Business Insider[2] abordó el complejo tema sin caer en catastrofismos ni optimismo desinformado. El artículo enfatiza que si bien es cierto que la generación millennial sigue sin despuntar  en emprendimiento, es muy probable que lo haga en el futuro cercano gracias a la proliferación de tecnología, la idiosincrasia millennial y al exacerbado número de nuevas maneras para fondear un negocio (seed money).

En los próximos años veremos si se dará el boom emprendedor millennial o no. Sin embargo, hay que reconocer que esta generación ya marcó época al ser la artífice de un nuevo tipo de emprendimiento; el social. Antes los proyectos se encasillaban en altruistas o lucrativos. El millennial cuestionó eso y combinó lo mejor de los dos mundos; un nuevo tipo de emprendimiento que de soluciones a las problemáticas de su entorno pero persiguiendo fines de lucro (algo que hasta hace unos años sonaba impensable por el tabú que existía sobre la imposibilidad de ser filántropo y vivir bien de ello).

Pues hace unos días pude convivir con algunos millennials que optaron por convertirse en emprendedores sociales. Tuve la dicha de ser invitado al Instituto Irrazonable 2017 que se celebró en Guanajuato a principios de este mes. Dicho Instituto es organizado por Unreasonable México, una organización que ayuda a otros proyectos de emprendimiento social a escalar su impacto y beneficiar a un millón de personas. Esta organización se encuentra liderada en México por Jose y Rulo; dos buenos amigos míos que combaten al statu quo con su idealismo y desfachatez muy millennial.

El instituto funciona muy resumidamente de la siguiente manera, se seleccionan a los mejores 15 proyectos de emprendimiento social. Después, sus fundadores pasan 5 semanas en una casa recibiendo talleres y asesorías de mentores con perfiles tan variados que van desde Tom Chi el creador de los Google Glass hasta Fluvio Ruiz el marxista consejero externo de Pemex. Al final, se realiza un evento en el cual los emprendedores deberán pitchear sus proyectos a 500 personas que incluyen inversionistas, empresarios, políticos y agentes de cambio en general.

Escribo todo esto no para hacerle publicidad al Instituto, sino como antecedente a las historias de emprendimiento social que platicaré a continuación. Proyectos que espero puedan contribuir en que usted –como yo- recobre un poco la fe en la vituperada generación millennial.

UN INVENTOR CON “SENTIDO COMÚN”

El primer emprendedor al que conocí fue Carlos Vega fundador de Marea Verde. Un tipo retraído, sencillo y bonachón que me dejo claro que si México no ha tenido Teslas, da Vincis o Edisons no es por falta de capacidad sino por falta de oportunidad. Esta startup promueve el autodesarrollo de comunidades marginadas de una forma muy peculiar; Carlos y su equipo acuden a una comunidad marginada, escuchan los problemas que la aquejan y acto seguido construyen con base en su ingenio dadivoso soluciones sustentables y accesibles. Por si fuera poco, crean el invento de manera en la que pueda ser replicado numerosas veces por la misma comunidad cuando ellos se hayan marchado. Así, y sin salir en los periódicos o hacer mucho ruido, dan soluciones a problemas tan diversos y complejos como la crisis del agua, la creación de fuentes de energía, la elaboración de soluciones en agricultura, entre otras. Todavía recuerdo con humor que en su mentoría cruzada (que es cuando dos o más mentores platican con un emprendedor y le dan consejos sobre su proyecto) Fluvio Ruiz, Rocío Marfil y un servidor estábamos anonadados después de escuchar el intrincado pero excelso diseño de un calentador de leña que inventaron con base en lo aprendido en la preparatoria y su “sentido común”. Más mexicanos con ese sentido común por favor.

EL E-BAY DE LA BASURA

Es innegable que la crisis de la basura en México es sumamente preocupante. Si nos comparamos con varios países de Europa o algunos de América, México ha quedado muy rezagado en el reciclaje y la recuperación de nuestros desechos. Bastó que Iván, Marja, Nacho, Aldo y Yeho vieran el problema con ojos frescos para que encontraran en él una oportunidad para fomentar el reciclaje en México y hacer de ello un negocio. Así nació Scrapital, un marketplace para comprar, vender o intercambiar deshechos. Scrapital conecta a los vendedores de basura con sus respectivos compradores. Marja una de sus fundadoras me resumió todo muy elocuentemente: “empecemos a salvar el planeta generando ingresos con lo que tiramos a la basura”.

LA PAREJA DISPAREJA

Proyecto Lazarus nació cuando Jenni una jubilosa y optimista millennial que necesitaba una prótesis pero no podía pagarla vio un documental en el cual el bromista y pesimista Dr. Joaquín Oropeza (único no millennial) criticaba a la política asistencialista en el sector salud de nuestro país. Jenni optó por mentarle la madre vía Facebook al sentirse agraviada por las incendiarias declaraciones de Joaquín y después de una acalorada discusión decidieron crear esta iniciativa. Una de las cosas que me comentaron que más me asombró fue que cada año en México hay 65,000 nuevas personas con amputaciones (la mayoría por la diabetes) y que menos del 10% de ellas puede acceder a un tratamiento de rehabilitación. Esa cifra los empujó a unir fuerzas y crear este proyecto de emprendimiento social que otorga accesos a prótesis con un tratamiento integral que busca no solo atender la crisis de atención a personas con amputaciones sino activar en México un nuevo tipo de negocio que en otras partes del mundo ya existe.

GRILLOS VS EL CALENTAMIENTO GLOBAL

Alejandro, Cristina, Alejandro y Francisco son 4 chavos de Querétaro que decidieron combatir la contaminación y el calentamiento global generado por la ganadería desbocada con una peculiar arma: los grillos. Ello, al crear una fuente de proteína alternativa con harina de grillo a bajo costo. Me quedo con una de las razones que me dieron cuando les pregunté por qué la gente debía buscar su proteína en los grillos: “obtener la proteína de grillo en lugar de la de vaca, emite 100 veces menos de gases de efecto invernadero y requiere hasta 25 veces menos de superficie terrestre, además sabe muy rica”.

NO MÁS BACHES NI EXCUSAS

El emprendimiento social debe abarcar desde luego a la arena política. Ahí está el ejemplo de Bruno y José que después de oír muchas quejas sobre lo difícil que es gestionar que los municipios o alcaldías arreglen desperfectos en las vías públicas, se les ocurrió crear una aplicación móvil de nombre Contacto Ciudadano que busca acercar a los ciudadanos con la autoridad generando reportes por problemas o fallas en sus servicios. De esta manera a través de su app canalizan la indignación social causada por la paupérrima condición de nuestras calles en reportes debidamente documentados que harán más eficiente la labor de la autoridad (y no le darán pretexto para tardarse en labor de atención ciudadana).

MERMELADAS SOCIALES

Conocí a Carlos y Diana de Xcambó Project, una startup de Mérida que busca empoderar a la mujer artesana a través de la reinvención de sus procesos productivos en la creación de artesanías gastronómicas como mermeladas. Una vez terminado el producto, Xcambó lo comercializa y reparte las utilidades a las artesanas no como empleadas sino como sus nuevas socias. Lo anterior lo hacen basándose en los principios del comercio justo y con miras a convertirse en una franquicia de emprendimiento social.

FIXERS CON SENTIDO SOCIAL

Finalmente conocí a March, Mervyn y Ana de Tekio.  El nombre viene del náhuatl tequitl que significa trabajo colectivo y lo escogieron porqué colaboran con otros proyectos para buscar potenciar su impacto social. Con eso en mente fundaron una consultoría co-creativa en innovación cuyo propósito es crear estrategias para organizaciones dentro del sector público y privado que tengan alto impacto social. Entre sus clientes destacan Oxfam, la Alianza Norteamericana de Fondos de Agua y Fundes.

Las páginas web de los proyectos de emprendimiento social aquí mencionados son:

[1] http://www.milenio.com/firmas/alejandro_basave/Ensayo-autocritico-millennial-entiende_18_735706499.html

[2] http://www.businessinsider.com/millennials-on-track-to-become-most-entrepreneurial-generation-ever-2016-9