Main logo

Los mensajes del 7 de junio

El hartazgo e indignación ciudadanas sí tiene consecuencias políticas importantes.

Por
Escrito en OPINIÓN el

El siete de junio por la noche, los medios de comunicación informaban, con cierto asombro, que la jornada electoral parecía haberse celebrado con normalidad. Solamente quedan para la historia electoral algunos incidentes en el sur del país, retrasos en la apertura de ciertas casillas, y varios problemas vinculados con la inasistencia de funcionarios electorales, que en su momento fueron sustituidos de acuerdo con los mecanismos que establece la propia ley.

 

Al final del día, las amenazas pro boicot, la violencia en algunas zonas del país, y el fantasma del anulismo, si bien hicieron presencia como lo habían prometido, no llegaron a ser un factor determinante para echar abajo los comicios. Incluso, contrario a la expectativa de las propias autoridades electorales, la participación ciudadana fue la mayor registrada, para unas elecciones intermedias desde 1997.

 

A pesar de la aparente normalidad de los comicios del pasado siete de junio, la ciudadanía mostró su descontento con la clase política, y a través del voto eligió nuevas opciones, diferentes, a las que hasta entonces habían gobernado. No fue el caso generalizado en todo el país, pero llaman la atención, la elección de candidatos independientes como diputados, e incluso del primer gobernador no postulado por un partido político en Nuevo León.

 

En la Ciudad de México, el partido hasta entonces gobernante perdió el control en buena parte de las delegaciones políticas, y su mayoría en la Asamblea Legislativa. Algunos partidos políticos perdieron su registro a nivel local y federal, y en la Cámara de Diputados existe una nueva integración que replantea las alianzas políticas y sus condiciones, además de la inclusión de un diputado federal independiente.

 

En todos estos casos no se trató solamente de una protesta ciudadana para que la clase política tomara nota, sino del castigo más duro posible a una opción política en ese medio, que no es más que la pérdida del poder.

 

Ahora viene la etapa jurisdiccional, en la que las diferentes fuerzas políticas acudirán a los tribunales electorales para rescatar votos que les puedan dar una victoria, así sea mínima sobre sus oponentes, o bien les repercuta en una nueva asignación de diputados por representación proporcional, o en algunos otros casos eche abajo la elección de sus contrincantes.

 

Independientemente de lo que ocurra en los tribunales electorales, los mensajes que nos deja esta elección son claros.

 

El hartazgo e indignación ciudadanas sí tiene consecuencias políticas importantes. Las técnicas de acarreo, las dádivas y las movilizaciones no necesariamente garantizan la victoria en las urnas. A pesar de las campañas de miedo y de desinformación, el sistema electoral ha demostrado que el voto tiene la posibilidad real de transformar de forma rápida y pacífica el mapa político.

 

No obstante, es evidente que el voto por sí solo, no es un mecanismo adecuado ni idóneo para llamar a cuentas a nuestra clase política. Por lo tanto, se tendrán que impulsar nuevos mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, que tengan consecuencias reales, efectivas y perceptibles, para que la ciudadanía pueda recuperar un mínimo de confianza y credibilidad en las instituciones y en su clase gobernante.

 

@pacozorrilla