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Los cien días de El Bronco

La campaña tuvo al menos dos ingredientes fundamentales: Excelente marketing de la imagen del candidato y promesas políticas con gran aceptación.

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Escrito en OPINIÓN el

Esta semana se cumplen cien días de gobierno de El Bronco.

 

Jaime Rodríguez Calderón, mejor conocido como El Bronco, pasará a la historia por ser el primer gobernador en México que accede al cargo sin haber sido postulado por algún partido político. No obstante, no hay que olvidar que Rodríguez Calderón hizo carrera política en las filas del PRI, primero como diputado federal y local, y luego como Presidente Municipal de García, Nuevo León.

 

Al Bronco le salió estupendamente bien, lo que a la mayoría de los políticos en situaciones similares les resulta imposible. Transitar del feudo partidista a la vía independiente, conservando e incluso incrementando su capital político, pero sobre todo, generando una gran credibilidad y aceptación de su candidatura entre la ciudadanía.

 

Apenas en septiembre del 2014, Jaime Rodríguez anunció a los medios de comunicación su renuncia al PRI, en una conferencia de prensa en la que destacó el cuidado en las formas y el lenguaje. Se dijo que renunciaba a la vida partidaria porque era su tiempo y que todo eran ciclos, y que no se convertiría en enemigo del partido, pero mientras decía todo esto, por detrás de él, colgaba una enorme manta en la que se anunciaba el color de la bandera de su futura campaña política: “Soy independiente”, “soy libre” y “soy responsable”.

 

Hasta ahí todo parecía la historia que todos conocemos, de tantos políticos que habiendo caído en desgracia dentro las filas de su partido, o bien no habiendo conseguido la candidatura al cargo que aspiraban, anuncian con bombo y platillo, de un día para otro, que tuvieron una revelación, y que por lo tanto abandonan su militancia, no por conveniencia política, sino por una cuestión de “ética”, “principios”, “convicción” y “congruencia”.

 

Unos meses más tarde, las alarmas se encedieron en todos los partidos políticos cuando El Bronco anunció que había cumplido con holgura el número de firmas de ciudadanos necesarias, para registrarse como candidato independiente a la gubernatura de Nuevo León. A partir de entonces, los reflectores ya no se despegaron del candidato.

 

Los aciertos en la campaña de El Bronco iniciaron incluso antes de su registro como candidato, basta revisar los spots “Los rudos siempre te van a traicionar” y “El poder del cambio está en tu mano” que se difundieron en redes sociales previo a su registro como candidato a la gubernatura, para entender y dimensionar el éxito de su estrategia de comunicación política.

 

La campaña de El Bronco tuvo al menos dos ingredientes fundamentales: un excelente marketing de la imagen del candidato, y un conjunto de promesas políticas con gran aceptación y popularidad.

 

Se trató del candidato que no usaba corbata, que andaba con botas y montaba a caballo. Un discurso sencillo, directo y coloquial con mayor cercanía y significado para la ciudadanía. Un sobrenombre o apodo asociado a un personaje que sobrevivió a dos atentados, presuntamente por atacar a la corrupción y el crimen organizado. En suma, la imagen de un candidato con una historia y un discuso excepcional que generaba una conexión emocional con el electorado, un héroe de las películas del cine de oro mexicano al estilo “Pepe el Toro” o del “Santo contra las momias”.

 

Y después de la luna de miel, las promesas de campaña…

 

Naturalmente la candidatura de Rodríguez Calderón generó una gran expectativa en Nuevo León, basta solo con revisar la estadística electoral para darse cuenta de ello. El Bronco no solamente fue el primer candidato independiente en converntirse en gobernador de un estado, sino que también obtuvo más votos que los candidatos del PAN y PRI juntos, lo cual por sí solo es un hecho inédito en la historia de nuestro país.

 

El Bronco ya lleva cien días en el gobierno de Nuevo León de los dos mil ciento noventa y dos que durará su mandato. Evidentemente es un tiempo muy corto para saber si será un buen gobernante y si cumplirá sus promesas de campaña. Sin embargo es un buen lapso de tiempo para revisar su estilo de gobierno, y algunas de las acciones que hasta ahora ha llevado a cabo en su calidad de gobernador del estado.

 

Como candidato, Jaime Rodríguez prometió entre otras cosas, que adelgazaría la nómina estatal, eliminaría la tenencia, cortaría el gasto en publicidad oficial, mejoraría el transporte público y que éste sería gratuito para estudiantes y adultos mayores, agilizaría trámites, además de que consideraría la participación ciudadana y metería a la cárcel a los funcionarios corruptos del sexenio anterior.

 

Asimismo, que se implementaría en el estado de Nuevo León un programa de jornadas laborales más cortas para las mujeres que son madres, servicios de salud universal, más escuelas, más mercados, así como limitar la influencia de la CTM sobre los comerciantes de esa entidad.

 

La primera gran decepción vino con la tenencia vehicular. En diciembre del año pasado, como parte de la discusión del presupuesto del estado, Jaime Rodríguez propuso que se utilizaran los 180 millones del financiamiento de los partidos políticos para financiar el boquete a las finanzas del estado que dejaría la eliminación de la tenencia vehicular.

 

Aunque la propuesta de El Bronco tuviera algún sentido para el ciudadano promedio no versado en cuestiones presupuestales ni legales, para cualquiera otra persona con conocimiento de causa, no podría más que generar asombro de la poca seriedad de la misma. Ello porque se trata de una prerrogativa constitucional de los partidos, cuyo ejercicio no está al arbitrio del Congreso del estado, y por lo tanto su eliminación no resultaba en esas circunstancias legalmente factible.

 

En vez de acudir al Congreso del estado a cabildear su propuesta, el mandatario prefirió explicarla a los medios de comunicación el doce de diciembre pasado, después de la misa de media noche en la Basílica de Guadalupe en Monterrey, Nuevo León, acompañado de su esposa y su gabinete.

 

El resultado era previsible, la tenencia no se eliminó en el estado, y los primeros días de enero, el tesorero del estado acudió a pagar el impuesto de sus vehículos personales, para dar el ejemplo del “ciudadano cumplido” a los habitantes de Nuevo León.

 

Otra decisión poco popular fue la de eliminar el subsidio al metro de Monterrey, y con ello eliminar su gratuidad los domingos. El gobierno de Rodríguez explicó que ya no era costeable para el estado, y de haber seguido así habrían tenido que suspender el servicio.

 

Por otra parte, para resolver los problemas del norte y sur del estado, el Bronco propuso representantes plenipotenciarios para que según dijo el mismo: “resuelvan todos los problemas en su representación”. Estos funcionarios tendrían entre sus facultades el negociar y tratar asuntos prioritarios, tales como “erradicar la pobreza” y la “construcción de infraestructura vial”, y mas que al estado, “representarían a Jaime Rodríguez”.

 

Asimismo, el gobierno de El Bronco se comprometió apoyar a los planteles educativos del sur del estado, para lo que se propuso que este año los monitos de la Rosca de Reyes del Palacio de Gobierno se conviertan en computadoras para escuelas del área rural. Así los funcionarios que sacaron monito en la rosca, tendrán que comprar tres computadoras, equipadas con “USB y todo”, según se dijo en el comunicado de prensa, para que se las regalen a las escuelas que no tienen.

 

El problema de los plenipotenciarios y de las computadoras es que no se sabe a ciencia cierta cómo se implementaría lo uno o lo otro. Es decir, cómo resolverían aquellos funcionarios “todos los problemas” en representación de El Bronco o cómo erradicarían la pobreza del estado. Si las computadoras van a ser nuevas o usadas, si ese “USB y todo” es adecuado y suficiente para las necesidades educativas de los estudiantes, y si las escuelas tienen las instalaciones necesarias y los docentes capacitados para aprovechar dichos recursos.

 

Lo que sí es claro es que el gobierno de El Bronco redujo sustancialmente el gasto asignado a comunicación social y publicidad del gobierno, además del capítulo de servicios personales para los servidores públicos del estado, tal y como lo había anunciado en su campaña. Asimismo que El Bronco se ha reunido con el Comisionado Nacional de Seguridad y con el Presidente de la República para tratar la problemática de los penales de Nuevo León y la seguridad del estado, ambos temas vinculados con sus promesas de campaña.

 

Hasta ahora el estilo de gobierno de Nuevo León se ha preocupado más por la comunicación, la popularidad, las formas y los gestos de El Bronco. Poco se ha visto de la capacidad de operación política y administrativa del gobierno, y en consecuencia, de las posibilidades reales para cumplir con sus funciones y promesas de campaña.

 

Lo que viene para El Bronco son las tareas más complicadas y probablemente las más importantes. Primero, llevar ante la justicia a los funcionarios que cometieron actos de corrupción en el sexenio pasado, lo cual puede implicar pisar algunos callos de personajes importantes en el estado. Segundo, revisar el proyecto Monterrey VI para llevar agua de Veracruz a Nuevo León, el cual ha sido materia de diversas controversias, y en el que se mezclan poderosos intereses, tanto del gobierno como de los inversores. Si Jaime Rodríguez Calderón logra sortear estos temas de manera exitosa, ya no será uno más de los corredores de fondo inscritos a la carrera presidencial, sino un verdadero velocista para el 2018.

 

@pacozorrilla