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Los Archivos del CISEN y la caja de Pandora

El gobierno en turno deberá cuidar el tamaño de la caja de Pandora que pretende abrir. | Eduardo Zerón

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Escrito en OPINIÓN el

La caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, también significó el final de la temible Stasi, que era el acrónimo para el Ministerio de Seguridad del Estado, el órgano de inteligencia para la antigua República Democrática Alemana (RDA), sus orígenes datan desde los años 50.

El Servicio Secreto alemán era considerado como una de las agencias de inteligencia más eficaces que existían en el mundo, como también lo fue considerada la Dirección Federal de Seguridad (DFS) de México, la Stasi contaba con su propio centro penitenciario, además tenía una pequeña fuerza armada llamada el “Regimiento de Guardias”, su disolución llevó a la creación de la Oficina para la Seguridad Nacional. De la Stasi, como de la DFS son bien conocidas sus historias de abusos y excesos hacia la población.

Está policía política era tan poderosa, como brutal e implacable que, al catalogar a sus activos como enemigos del estado, podían poner vigilancias permanentes con sus 95 mil agentes, acceder a intervenir comunicaciones sin autorización judicial, tener información por medio de sus 200 mil informantes, con una nómina de 250 mil personas tuvo como resultado 250 mil presos políticos y 70 mil personas asesinadas, un cuerpo de total represión que ni el Estado podía controlar.

En 1990 los primeros legisladores de la Alemania unificada aprobaron de manera unánime la desclasificación de los archivos, fue entonces que se creó el Comisionado Federal para los Archivos de la Stasi.

El registro consta de 110 kilómetros de papel, 6 millones de fichas, archivos en video que darían lugar a otros 47 km en versiones impresas, 1,7 millones de fotos, 27 mil documentos sonoros, 7,800 disquetes y cintas magnéticas, así como 2,800 películas. Incluso se ha llegado a reconstruir 500 sacos de papel de 15 mil sacos existentes equivalentes a 1,4 millones de hojas.

Los ciudadanos pueden únicamente solicitar acceso a la información recopilada ilegalmente sobre el particular, el Comité de manera meticulosa y escrupulosa busca que la develación de esta información no vulnere al país, incluso los peticionarios deben de pasar por una larga examinación para saber si estos no han actuado como informantes de otra dependencia o gobierno extranjero.

En México, en el sexenio del presidente Fox fueron transferidos 58 mil 302 expedientes contenidos en 4 mil 223 cajas generados entre 1947 y 1985 archivos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional al Archivo General de la Nación, provenientes de la extinta Dirección Federal de Seguridad, (DFS) y de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS).

El presidente López Obrador anunció hace unos días que firmará un decreto para la desclasificación de todos los archivos reservados del CISEN (sucesor de la DFS), la realidad es que antes de llevar a cabo esta acción hay algunas consideraciones que deberían atenderse. Para consultar los Archivos de la Stasi, los alemanes aprobaron una ley, y llevaron a cabo acciones determinadas a cuidar los datos personales y checar que quienes tuvieran acceso a los archivos no tuvieran intereses diversos a los personales

Cuando nació el CISEN, se buscó la creación de un órgano de inteligencia al servicio mexicano, los ojos del estado dentro del Estado, y no para particulares. Se pretendía pasar del espionaje político a la inteligencia estratégica, táctica y operativa que ayudara a la toma de decisiones y que permitiera preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado Mexicano, con su actuar enmarcado incluso dentro de la Ley de Seguridad Nacional y otros ordenamientos legales.

Su trabajo radicó en atender los riesgos que puede tener el país de manera permanente: migración, terrorismo, relaciones con otros países, corrupción, impunidad, ciberseguridad, desastres naturales, conflictos agudos focalizados, economía, pandemias, anarquismo insurreccional, guerrillas, contrabando, grupos armados, crimen organizado. Todas estas amenazas eran catalogadas y plasmadas en un documento denominado la “Agenda Nacional de Riesgos” en esta se clasificaban los riesgos por su nivel de vulnerabilidad a la Seguridad Nacional, que el Estado debe pretender preservar. Estos insumos de inteligencia son clasificados y confidenciales y tienden a que el Gobierno en turno tome desiciones respecto a las mismas.

Al igual que las corporaciones anteriores sus dislates y excesos llevaron a su fin al CISEN, la posibilidad de que se haga público este acervo podría tener consecuencias positivas como que se juzguen delitos que son imprescriptibles en cortes nacionales y extranjeras a quienes hubieran cometido desapariciones, homicidios, tortura, espionaje político, incluso para que se termine de una vez con todos los mitos que vienen detrás del régimen. Esto por un lado, pero por otro, se debe de entender que también la mejor forma de cuidar al estado es que se guarde para sí mismo aquello que puede trastorcarlo, que genere una alerta social en su predicción o una histeria colectiva en su difusión, incluso la posibilidad de trabajar con gobiernos extranjeros de manera incógnita o que alerte a los enemigos del país.

La desclasificación de todos los archivos del CISEN podría contrariamente pasar del interés de la máxima publicidad, transparencia y de la memoria colectiva para convertirse en un riesgo a la Seguridad Nacional y Pública, pues contrariamente a lo que se cree, no toda la inteligencia es espionaje político, como parecen pensar quienes se sintieron perseguidos por los Gobiernos pasados.

El gobierno en turno deberá cuidar el tamaño de la caja de Pandora que pretende abrir, incluso con lo dicho por el Comisionado Presidente del IFAI Francisco Javier Acuña respecto a la desclasificación propuesta por AMLO, en el sentido que “se deberá de evitar que aquellas personas que fueron víctimas de espionaje lo sean ahora nuevamente al quedar sus datos personales expuestos a la opinión pública”.

Tlahuelilpan, el crimen y el dinero

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