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López sepultó la institución civil de seguridad

López y su acuerdo sepultaron la esperanza de tener una institución civil de seguridad y los mexicanos habremos de pagar la consecuencia. | Francisco Rivas

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Escrito en OPINIÓN el

El pasado 11 de mayo se publicó un acuerdo del presidente López con el cual se establece que las fuerzas armadas permanecerán en labores de seguridad hasta el final del actual sexenio.

Este acuerdo confirma lo ya establecido en los transitorios de la Ley de la Guardia Nacional, en este sexenio Ejército y Marina seguirían siendo piezas clave de la seguridad pese a que carezcan del perfil necesario; el uso de las fuerzas armadas es una apuesta cortoplacista para enfrentar la grave crisis de violencia que vivimos (en vez de apostar a una respuesta de largo plazo -pero al final más necesaria- como es formar instituciones civiles locales de seguridad); especifica que las fuerzas armadas no están dispuestas a ser investigadas desde la visión civil de los derechos humanos, al tiempo que nos recuerda que la Guardia Nacional está lejos de ser la institución que los mexicanos necesitamos.

Este acuerdo no debe sorprender a nadie, desde el inicio del sexenio el gobierno federal fue claro:

1. No cree en las policías. Denigró a los Policías Federales con justos reclamos por mala actuación y con injustos reclamos, acusándola de cosas que nunca pudo demostrar.

2. No va a invertir en policías. 2019 fue el año con el mayor recorte presupuestal en seguridad de la historia, cayó la inversión en procuración de justicia, prevención del delito, sistema penitenciario, anticorrupción, derechos humanos y formación policial. Si bien el presupuesto 2020 es ligeramente mayor al de 2019, quien recibe la mayor parte de recursos es el Ejército, mientras que policías, procuradurías y fiscalías llegan a mínimos históricos. Además, porque el gobierno optó por comprar estadios de beisbol o desperdiciar recursos en refinerías o aeropuertos de dudoso éxito, los gastos extraordinarios en salud para atender la pandemia salieron precisamente del gasto en seguridad y prevención del delito otorgado a los gobiernos locales.

3. El Ejército es el ganador de este sexenio. López está usando al Ejército para construir sus obras insignia; dirige la seguridad y es el que obtiene la mayor parte de recursos para esas labores. Obtiene más de lo que reciben todas las policías y procuradurías del país y de la misma Guardia Nacional. Asimismo, si López apostrofa de corruptos a cualquier persona o institución, en aquellos casos de corrupción donde se señala a militares, el presidente simplemente calla.

4. No le gustan los contrapesos. El acuerdo establece que cada institución se auto investiga y auto evalúa. Cualquier investigación por abusos, negligencias o corrupción será auto investigada. Dudo que los resultados de dichas investigaciones -como ha sucedido en pasado- sean de dominio público y estén dirigidas a dar acceso a la justicia a cualquier víctima.

5. No hay estrategia ni de construcción institucional, ni de prevención, ni de reacción. Seguiremos teniendo fuerzas armadas en las calles, haciendo lo mismo, sin algún insumo o formación extraordinario, obteniendo los mismos resultados.

6. El acuerdo elimina la extraordinariedad de la actuación castrense y la normaliza por los próximos cinco años.

Si bien la militarización empezó hace cinco sexenios con Salinas, se profundizó primero con Zedillo -cuando forma la PFP-, luego con Calderón -y su guerra-, nunca había sido tan profunda. Este sexenio se sepultó la esperanza de contar con una institución civil de seguridad.

El pasado 17 de mayo se publicaron los resultados de una encuesta relacionada con este decreto y la actuación de las fuerzas armadas en seguridad. Dicha encuesta arroja que 8 de cada 10 mexicanos confía en que por ello habrán de disminuir los delitos. Lamento decir que creo que sucederá exactamente lo opuesto.

Al otorgarle al ejército funciones de primer respondiente, funciones que requieren competencias para las que no fueron preparados, veremos crecer la impunidad y por ello el delito. Además, este Ejército es el mismo que está en las calles desde hace varios sexenios, no hay nada nuevo, si acaso sólo más desgaste institucional.

Este acuerdo evidencia la admiración que López le tiene a Calderón, de lo contrario no podríamos entender por qué copió exactamente su estrategia y la llevó más allá, militarizando definitivamente la seguridad. 

¿Había otra opción para atender la grave crisis de violencia que vivimos? ¡Claro! Sólo que implica admitir que lo que han venido haciendo, va en sentido contrario. 

Si queremos recuperar la seguridad, se deben construir instituciones civiles y no destruirlas; se debe invertir y no recortar donde más se necesita; deben abrirse a la evaluación y no apostarle a la opacidad.

López y su acuerdo sepultaron la esperanza de tener una institución civil de seguridad y quienes habremos de pagar la consecuencia somos todos los mexicanos ¡la verdad este acuerdo es una pésima noticia!