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López Obrador, la oposición y la agenda pública

Parecería que la economía global y la economía nacional pueden ser esos dos elementos que abrirán paso al discurso de oposición. | María Fernanda Salazar

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Escrito en OPINIÓN el

Las encuestas que se han hecho recientemente reflejan una abrumadora aprobación del presidente López Obrador, que incluso ha incrementado. De forma similar a lo que ocurría en campaña, hoy el jefe del ejecutivo entiende el contexto en el que está ejerciendo el poder y aprovecha el bono que le representa la confianza con la que ganó el 1 de julio.

De la misma forma que sucedía en campaña, cada vez que la oposición considera que una decisión o un tema afectarán finalmente a AMLO, se topan con su “inmunidad”.

Hoy por hoy, el discurso y la agenda están dominados por lo que dice y no dice el presidente. Esto, aunado a la falta de definiciones y visión estratégica que ha mostrado la oposición, ha dejado prácticamente solo a AMLO en el control de la agenda pública.

No obstante, el ejercicio del poder inevitablemente genera desgastes que, tarde o temprano, abren el juego democrático.

En ese sentido, parecería que la economía global y la economía nacional pueden ser esos dos elementos que abrirán paso al discurso de oposición y, con ello, a la posibilidad de construir sus escenarios para los próximos 2 años y medio. Hasta ahora (aunque han pasado dos meses de gobierno), no hay nada que indique que la oposición tiene, por sí misma y por sus discursos, la posibilidad de restarle a Morena y a López Obrador la fuerza con la que llegaron.

Son los indicadores económicos y perspectivas para 2019 y 2020, los que permiten construir algunas prospectivas en este sentido. La economía China, que ha sido un motor de crecimiento global en los últimos años, registró el menor crecimiento trimestral de los últimos 9 años. La revista The Economist en su último número, señala que las tensiones comerciales en el mundo se han venido generando desde la crisis financiera de 2008-2009. La inversión transnacional, el comercio, los créditos y las cadenas de inversión, según esta fuente, se han venido reduciendo o estancando. La globalización se ha ralentizado, al punto de producirse el nuevo concepto de “slowbalisation”. Muchas cosas explican este fenómeno, entre ellas, que los costos de mover los bienes han dejado de caer. Por su parte, China se ha vuelto más autosuficiente en términos de la manufactura. Por otro lado, The Economist destaca que las rivalidades políticas han generado problemas para la industria de la tecnología, que representa 20% de los mercados mundiales y los sistemas tributarios están incentivando la repatriación de capitales.

Este escenario plantea retos enormes para una economía como la mexicana que se ha enfocado en el comercio internacional, siendo muy importadora y dependiendo ampliamente de sus exportaciones a Estados Unidos.

El Fondo Monetario Internacional redujo las expectativas de crecimiento de México para el próximo año, aunque Andrés Manuel López Obrador aseguró que sorprenderían a esta institución. El panorama es más complejo si añadimos las diversas tensiones que existen entre potencias en distintas regiones del mundo (ahora la de Venezuela).

El presidente está apostando a programas de transferencias económicas cuya proyección de impacto económico es incierta. Por otro lado, sus planes de infraestructura no son inversiones que puedan dar resultados rápidamente. Los grandes proyectos de infraestructura dependen de costos que no se fijan internamente y que con frecuencia se asocian a la variabilidad del tipo de cambio. Más allá de las transferencias, la economía requiere generación de empleo a partir de inversiones inteligentes e innovadoras que, a su vez, exigen recursos humanos calificados. Su visión de mercado interno, si bien puede ser la acertada, es una transformación estructural que requeriría un panorama económico global favorable.

En resumen, la mayor debilidad que enfrentaría el proyecto del presidente López Obrador es la parte económica. Si consideramos los fenómenos globales, parecería que en dos años el tema de la agenda pública en México se trasladaría de corrupción e inseguridad, a la economía y el desarrollo. Ahí, la oposición y los contrapesos podrán tener, quizás, una oportunidad.

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@Fer_SalazarM | @OpinionLSR | @lasillarota