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Lo político es personal

Todo lo que ocurre en el espacio público repercute y afecta la vida privada de cada une y del conjunto. | Fausta Gantús^

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Escrito en OPINIÓN el

No estoy contigo, Andrés Manuel, pero tampoco estoy en contra tuya, López Obrador. No estoy con Morena, ni con el PRI ni con el PAN ni con ningún partido político pero no le tengo ningún respeto a todos esos partidos cuyos credos e ideologías fueron y son sacrificados en alianzas perversas en la búsqueda del poder. No estoy en contra de las y los política/os de profesión pero repruebo a quienes como oposición se escudan en la defensa de causas comunes y cuando llegan al gobierno se transforman en depredadores voraces de esa sociedad que les eligió como sus representantes. No pertenezco a..., ni comulgo con ningún credo político ni religioso (tampoco deportivo, ¡lo siento!), pero respeto y defiendo el derecho de cada quien a estar con el partido o la religión (o el club deportivo) que prefiera.

Creo profundamente en el sentido del compromiso –político y social, individual y colectivo–, en la toma de posiciones y la claridad de opiniones, pero nada de ello obliga a “definirse” en los términos dicotómicos, maniqueos, reduccionistas y simplistas que se plantean lo mismo desde Palacio Nacional que en las sedes de los partidos o en los púlpitos y con el que se dejan convencer millones de personas en este país. Menos creo aún en la sentencia que se desprende de tal exigencia de definición: o estás conmigo o estás contra mí. Ser leal, ser fiel no exige renunciar a nuestra capacidad de cuestionar y al ejercicio crítico, ni anula nuestra capacidad de solidaridades diversas. 

No se tiene que estar de uno u otro lado ni asumir que sólo uno de ellos es el lado correcto –la presunción llega a considerar además que es “el lado correcto de la historia”– ni el hecho de no estar a favor de alguno supone que necesariamente estamos en su contra. Y, agregaría, estar con uno no implica tener que estar contra el otro. Aún más, estar con uno no significa que no se pueda ser crítico de ese mismo grupo, porque ello implicaría renunciar o negar nuestra capacidad de razonar. No tenemos que obedecer a caprichos ni a consignas, ni sentirnos obligados a decidir: “contigo o contra ti”. La gente necesita respuestas y soluciones y no adoctrinamientos. Lo que se debe pedir es compromiso, es respeto, es solidaridad. 

De lo que sí estoy francamente en contra es de los guetos y de las sectas –y de todo lo que se les parezca aunque lleven otros nombres– porque obligan a pertenencias axiomáticas y asunción absoluta de credos. Estoy también en contra de las exigencias –de cualquier lado que provengan– de definiciones unívocas e identidades exclusivas. Estoy en contra de las imposiciones y de los fanatismos, porque ambos son peligrosos. La imposición porque nos obliga a renunciar a nuestra libertad; los fanatismos porque atrofian nuestra capacidad de ejercerla. Creo y defiendo y defenderé el derecho a la libertad en todas sus manifestaciones y expresiones, en la misma medida en la que creo y defiendo y defenderé la capacidad y actitud crítica, entendiéndola como una de las mayores formas de responsabilidad y de compromiso.

Creo también que el abanico de posibilidades en todos los ámbitos de la vida, tanto en lo individual como en lo colectivo, es y debe ser amplio y diverso, así en lo político como en lo religioso (y sí, también en lo deportivo), en lo ideológico y lo sexual, en todo. Creo en la pluralidad y en la diversidad como principios fundantes de nuestra libertad, de nuestras libertades. Estoy convencida que al mundo y la gente no debemos mirarlos a través de un microscopio o un telescopio porque exigen demasiada cercanía o lejanía..., prefiero pensarlos como la materia de un caleidoscopio que al girarlo nos deslumbra con su multiplicidad de colores y formas.

¿Consideran ustedes, que todo esto es muy personal? Pues lo parece porque lo es, y no voy a excusarme por ello. No voy a inquietarme porque en mis dichos se desdibujen los límites entre lo personal y lo político, porque estoy convencida que es la única forma de estar en el mundo comprometida con este estar. “Lo personal es político”, es el lema acuñado en la década del setenta por movimientos sociales –estudiantiles y feministas– y utilizado desde entonces, y al mismo considero que hay que agregar: y lo político es personal. Y lo es, porque todo lo que ocurre en el espacio público repercute y afecta la vida privada de cada une y del conjunto. 

Tengámoslo presente: “lo personal es político” y lo político es personal. Sacudámonos las manipulaciones y entendamos que somos y debemos ser capaces de definirnos sin tener que tomar partido por una u otra causa, por uno u otro grupo. Expresémonos y actuemos en el espacio público a partir de la definición propia, de aquello en lo que creemos profundamente, de nuestras convicciones, con respeto a los demás y con conciencia crítica y capacidad autocrítica.

*Fausta Gantús

Narradora de historias y otras escrituras. Crítica y opinadora porque los tiempos lo exigen. Convencida de que hay que “desolemnizar” la academia sin perder el rigor y la calidad. Investigadora del Instituto Mora (CONACYT) y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.