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¿Lideresas superpoderosas?

El fortalecimiento del liderazgo de las mujeres es esencial para lograr la igualdad, pero requiere de nuevas estrategias. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

El próximo lunes 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. El tema elegido por ONU Mujeres para esta ocasión es “Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la covid-19”. El mensaje que darán las organizaciones de mujeres en México será fuerte y claro, sin duda, pero tal vez no tendrá la misma fuerza que alcanzaron el año pasado.

La pandemia le puso nuevos obstáculos y retos a la lucha feminista. En nuestro país, los avances en 2020 fueron mínimos, a pesar de la voluntad que han demostrado algunas funcionarias y funcionarios de primer nivel en el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador. Los resultados de los tres poderes de la Unión —y de los tres niveles de gobierno— no corresponden, desafortunadamente, con la respuesta que merecían las demandas claras, concretas y justas que plantearon los millones de mujeres que se manifestaron públicamente.

En varios aspectos, la “nueva normalidad” incrementó la violencia, la inequidad y la discriminación contra las mujeres. Los datos disponibles son muy preocupantes. Además, las narrativas de misoginia e impunidad se profundizaron en las familias, espacios laborales y educativos, y en algunos partidos políticos, autoridades y medios de comunicación. Y lo que es peor: esta grave e inaceptable situación no se ha considerado prioritaria prácticamente en ningún espacio de poder.

Por si no lo viste: "Violar a una mujer debería ser estigma social, como lo es robar". La Cadera de Eva, La Silla Rota, 1 Marzo 2021.

Las acciones que se pusieron en marcha el año pasado pudieron convertirse en un auténtico punto de inflexión. Pero la realidad impuso un nuevo escenario que obliga a las estructuras  y grupos organizados de mujeres a replantear la estrategia y las tácticas para recuperar la fuerza de su movimiento. Con las medidas de protección sanitaria que se deben seguir, las demostraciones de fuerza en las calles tal vez no alcancen durante los próximos días para disuadir o convencer a los grupos de poder que las siguen frenando.

Hoy, parece imposible congregar y movilizar a millones de mujeres en las ciudades del país. Hoy, los performances tal vez no tendrán el mismo impacto que el alcanzado por el que promovieron Las Brujas del Mar. Hoy, las acciones violentas serán más criticadas en los medios de comunicación. Hoy, el humor social que impera en las redes sociales transita en una agenda más volátil y dispersa. Hoy, el paro de actividades por un día seguramente no tendrá la misma repercusión que la lograda en la anterior normalidad. 

Navega: Covid-19 y Género. UNAM, Centro de Investigaciones y Estudios de Género.

Es demasiado lo que hoy la lucha por las mujeres tiene en su contra. Y es demasiada la urgencia que existe para cambiar el paradigma. Por esta razón, el punto de inflexión que se necesita tiene que retomar, entre otras acciones, la perspectiva de poder a partir del incremento y fortalecimiento de los liderazgos. La causa de las mujeres necesita de más lideresas en prácticamente todos los espacios.

Sin el ejercicio real del poder, los alcances seguirán siendo mínimos. Algunas mujeres lo saben, pero hay que convencer a todas. Para acceder al poder, no se pide permiso. El poder se toma con todas las herramientas de la ley y la legitimidad. Es lo justo. La lucha por el poder no es facultad exclusiva de los hombres. Por supuesto que es posible y así se ha demostrado en todo el mundo. Una de las mejores rutas, entonces, es a través del liderazgo.

Te puede interesar: Generación igualdad: Por los derechos de las mujeres y un futuro igualitario. ONU Mujeres.

El liderazgo de las mujeres favorece las condiciones de equidad en la lucha por el poder. Contribuye a que hombres y mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades. Es el mejor instrumento para fortalecer los procesos de toma de decisiones en favor no solo de su vida personal y familiar, sino también de la comunitaria y social. Es factor primordial para combatir la violencia y las masculinidades opresivas.  

Se ha señalado en forma reiterada que el ejercicio del poder no debería tener género. Si hoy parece que lo tiene, es porque así conviene a los intereses de los grupos de poder que se resisten a cambiar. Con un mayor número de lideresas, será posible construir el movimiento integrador e integrado en los ámbitos económico, político, social, mediático, humanitario, educativo y cultural que tanta falta hace.

Lee más: Angélica Fabiola Bernal Olarte. Las mujeres y el poder político: una investidura incompleta. (Tesis doctoral). Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Filosofía, 2014.

Con la actividad de estos liderazgos se mejorarán las condiciones para combatir, además, la desigualdad de género invisibilizada en cualquier espacio de interacción social o medio de comunicación. Por otra parte, es preciso considerar que en esta lucha se debe incrementar la presencia de hombres, porque el tema de género también tiene que ver con la relación de hombres y mujeres.

Al poder se le combate con poder. Las legítimas o buenas intenciones para recuperar los equilibrios en cualquier tipo de relación no bastan. Si retomamos el pensamiento de Michel Foucault, las lideresas tienen que apropiarse —para ser más efectivas— de los mecanismos de control como el dinero, el tiempo o el espacio físico. 

Para alcanzar mayores niveles de eficacia se requiere mucha fuerza, preparación y también del uso de recursos institucionales. Sin estos elementos, los grandes poderes dominados por hombres seguirán imponiendo, por ejemplo, costumbres inequitativas, discursos autoritarios y misóginos o candidatos violentos y acosadores cuando así les convenga.

También puedes leer: Raúl Zamorano Farías y Rosario Rogel-Salazar. "El dispositivo de poder como medio de comunicación: Foucault - Luhmann". Universidad Complutense Madrid, Revista Política y Sociedad, 50, Número 3, pp. 959-980, 2013.

Por otra parte, el incremento en las cuotas de paridad en las candidaturas y posiciones en los altos mandos de gobierno no ha reducido la violencia política en razón de género. No por lo menos en la magnitud que se requiere. El hecho de que las mujeres tengan ahora un número mayor de posiciones de liderazgo real en el sistema político no está alcanzando para acelerar el cambio en favor de la equidad.

Con base en la experiencia de los últimos 20 años, es indispensable estudiar con mayor profundidad a qué obedece dicho fenómeno. Una de las posibles razones podría estar en que las decisiones trascendentes del país siguen estando en manos de un pequeño grupo de hombres muy poderosos, lo que significa no solo un obstáculo en la lucha por la igualdad entre los géneros, sino el mayor freno que hoy tiene nuestra democracia.

Recomendación editorial: Juan Carlos Suárez Villegas (editor). La desigualdad de género invisibilizada en la comunicación: aportaciones al III Congreso Internacional de Comunicación y Género y al I Congreso Internacional de Micromachismo en la Comunicación. España, Editorial Dykinson, 2017.